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Los órganos linfáticos

El sistema linfático está formado por una serie de órganos y un sistema tubular (vasos linfáticos), cada uno de ellos con estructuras y funciones bien diferenciadas. En los órganos linfáticos se forman unas células denominadas linfocitos, que desempeñan un papel fundamental en los mecanismos defensivos de nuestro organismo.


Linfocitos (células defensivas) vistos al microscopio.

La médula ósea

En ella se forman todas las células de la sangre (linfocitos incluidos). Se halla en la cavidad de los huesos. En un principio es roja y con la edad va siendo sustituida en parte por tejido graso (médula ósea amarilla). En la formación de células sanguíneas tiene especial interés la que se encuentra en el interior de las costillas, cuerpos vertebrales y esternón, así como en los huesos cortos de manos y pies.

El timo

Es un órgano de consistencia blanda situado detrás del esternón. Alcanza su máximo desarrollo al llegar a la pubertad (hasta unos 40 g de peso). Después, se atrofia progresivamente hasta alcanzar en la edad adulta un peso de unos 6 gramos, sustituido en buena parte por tejido adiposo. El timo ejerce una clara influencia sobre el desarrollo y maduración del sistema linfático y en la respuesta defensivo-inmunitaria del organismo. También parece influir en el desarrollo de las glándulas sexuales y en el crecimiento.

El bazo

Órgano situado en la parte superior de la cavidad abdominal (hipocondrio izquierdo), entre el estómago y el riñón izquierdo. Tiene unos 12 cm de largo y no llega a los 200 g de peso. Así como los ganglios linfáticos actúan como filtros depuradores de la linfa que pasa por ellos, el bazo actúa de forma parecida con la sangre que circula en su interior, filtrando, reteniendo y destruyendo los glóbulos rojos y otras células de la sangre cuando están deterioradas o demasiado viejas.


ORGANOS LINFÁTICOS

1.Amígdalas. Anillo linfático de Waldeyer (defensas inmunitarias para garganta y cavidad bucal).

2.Timo (linfocitos T).

3.Bazo (órgano inmunitario central en el sistema circulatorio sanguíneo).

4.Médula ósea roja (formación de células sanguíneas e inmunitarias).

5.Placas de Peyer (defensas inmunitarias en el intestino grueso y apéndice).

6.Ganglios linfáticos (estaciones de control del sistema inmunitario).

El bazo actúa también como órgano de depósito de sangre, cargándose de ella como si fuera una esponja y aumentando de tamaño. Ante un ejercicio físico intenso, los músculos necesitan un mayor aporte sanguíneo y para resolverlo, el bazo se contrae y manda sangre al torrente circulatorio, provocando una típica sensación de pinchazo («flato»), que nada tiene que ver con la formación de gases en el intestino.

El bazo también interviene en la formación de linfocitos. La sangre que sale de él lleva sesenta veces más linfocitos que la sangre que recibe. Por otra parte, actúa como depósito del hierro que liberan los glóbulos rojos destruidos. Destaca, así mismo, como órgano defensivo (fagocitosis y formación de anticuerpos, entre otras funciones), actuando de forma parecida, en este aspecto, a los ganglios linfáticos.

Los ganglios linfáticos

Por la estrecha relación que guardan con el sistema vascular linfático, en el que actúan como estaciones intermedias depuradoras, y de este con el DLM, nos ocuparemos de ellos con más detalle unas páginas más adelante.

Las amígdalas

Se trata de órganos formados por tejido linfoide, situados alrededor de la garganta, donde desempeñan funciones supuestamente defensivas por su constitución y por hallarse en la puerta de entrada de las vías respiratoria y digestiva.

El nombre de amígdala procede del griego (amygdale) y significa almendra, por su parecido a ellas. Según su localización distinguimos: dos amígdalas palatinas (las más conocidas), dos tubáricas (en la garganta, junto al orificio de entrada de las trompas de Eustaquio que, como sabemos, comunican con el oído medio), una amígdala faríngea (en la bóveda nasofaríngea) y otra lingual (en la base de la lengua).

Todas ellas, junto con tejido linfoide de las paredes laterales de la garganta, forman una especie de anillo defensivo, el anillo linfático de Waldeyer. En él los linfocitos entran enseguida en contacto con los gérmenes patógenos que hayan podido penetrar por la nariz o por la boca y de esta forma pueden desencadenar una pronta respuesta defensiva de nuestro organismo.

Los folículos linfoides de las mucosas

En ciertas mucosas como las que recubren interiormente el intestino y las vías respiratorias se encuentran unos acúmulos de tejido linfático (folículos linfoides) que en la zona del apéndice (vermicular) se agrupan formando las llamadas placas de Peyer.

El funcionamiento de los órganos linfáticos es poco influenciable por el DLM. No obstante, aunque no existen estudios rigurosos, hechos con la suficiente profundidad para demostrar científicamente que el DLM ejerce una influencia positiva sobre los mecanismos defensivo-inmunitarios del organismo, en la práctica son muchos los testimonios que atribuyen al DLM buenos resultados como método fisioterápico para mejorar la respuesta defensiva de las partes del cuerpo «tratadas» (garganta y amígdalas, sobre todo) especialmente en el caso de procesos infecciosos o irritativos crónicos. No olvidemos que al fin y al cabo la historia del DLM comenzó gracias a los buenos resultados obtenidos por Emil Vodder en el tratamiento de afecciones crónicas de las vías respiratorias superiores.


Colectores y ganglios linfáticos superfi ciales (amarillo), venas (azul) y arterias (color anaranjado).

La linfa y su drenaje manual

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