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Un punto débil

Podremos jactarnos de estar libres de muchas faltas de las que otros son culpables, pero aunque tengamos algunos puntos fuertes en nuestro carácter y tan sólo un punto débil, hay comunión entre el pecado y la persona. El corazón se halla dividido en su servicio, y dice: “Algo consagro al yo y algo a Dios”. El hijo de Dios debe buscar el pecado que ha acariciado y ha practicado, y permitir que Dios lo desaloje de su corazón. Debe vencer ese pecado, pues no es asunto trivial a la vista de Dios.

Alguien dice: “No soy nada suspicaz, pero cuando soy provocado digo cosas hirientes, aunque después siempre lamento el haberme airado”. Otro dice: “Tengo esta o aquella falta, pero detesto tal o cual ruindad manifestada por cierta persona de mi relación”. El Señor no nos ha dado una lista graduada de pecados de modo que consideremos a algunos de poca consecuencia y digamos que harán poco daño, mientras que otros sean de mayor magnitud y causen mayor perjuicio.

Ninguna cadena es más fuerte que su eslabón más débil. Podemos considerar cierta cadena como buena en conjunto, pero si un eslabón es débil, no se puede tener confianza en ella. La tarea de vencer debe ser el tema de estudio de cada persona que entre en el reino de Dios. No debe ser pronunciada la palabra impaciente que palpita en los labios. Debe ser apartado el pensamiento de que el carácter de ustedes no es debidamente estimado, pues debilita su influencia y produce como seguro resultado la disminución de la estima en que otros los tienen. Deberían vencer la idea de que son mártires y asirse de la promesa de Cristo, que dice: “Bástate mí gracia”34 (Review and Herald, 1º de agosto de 1893).

El dominio del pensamiento

Deben apartarse del terreno encantado de Satanás y no permitir que sus mentes sean disuadidas de la alianza con Dios. En Cristo pueden y deben ser felices y adquirir hábitos de dominio propio. Aun sus pensamientos han de ser sujetados a la voluntad de Dios, y los sentimientos puestos bajo el control de la razón y la religión. La imaginación no les fue dada para permitir que anduviera desbocada siguiendo su propia voluntad, sin que se hiciera esfuerzo alguno para restringirla o disciplinarla. Si los pensamientos son malos, los sentimientos también lo serán; y los pensamientos y los sentimientos combinados constituyen el carácter moral de la persona. Cuando deciden que como cristianos no se requiere que dominen los pensamientos y los sentimientos, caen bajo la influencia de los ángeles malos e invitan su presencia y su control. Si ceden a sus impresiones y permiten que sus pensamientos se encaucen en dirección de la sospecha, la duda y el descontento, se contarán entre los mortales más infelices y la vida de ustedes resultará un fracaso (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 289, 290).

34 2 Corintios 12:9.

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