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Los últimos años

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A fines de 1978 se estrena una producción de Inca Films que ofrece la novedad de agrupar cuadro episodios de distintos directores en un solo largometraje. Cuentos inmorales está dirigida por José Carlos Huayhuaca (Intriga familiar), José Luis Flores Guerra (Las desventuras de Mercurio), Augusto Tamayo (Mercadotecnia) y Francisco Lombardi (Los amigos). Flores Guerra tuvo a su cargo la fotografía de los cuatro episodios. Un poco a la manera del filme boliviano Chuquiago, de Antonio Eguino, el objetivo tiene cuatro ambientes sociales distintos de la capital. Entre ellos, los que dirigen Tamayo y Lombardi asumen con mayor capacidad de expresión los comportamientos y las frustraciones de las capas medias limeñas y provincianas afincadas en la gran ciudad.

Con 110 cortos realizados, la producción en este campo alcanza en 1979 su punto más alto desde el momento en que la Ley 19327 empieza a dar sus primeros frutos en 1974, pero la estrechez del mercado interno ha impedido que la totalidad de ellos llegue a las pantallas. Asimismo, la Coproci se ha mostrado más exigente en la selección, lo que ha producido una serie de reclamos y controversias. Entre los cortos estrenados, Crónica de dos mundos, de José Antonio Portugal, es especialmente destacable. Dividido en dos partes de 12 minutos cada una, recrea la vida del cronista peruano, hijo de “dos mundos” (el Perú y España), Garcilaso de la Vega, durante el periodo colonial, en una reconstrucción de época no vista antes con la misma prolijidad en el cine local.

En 1980, finalmente, varios largos retoman tanto la problemática urbana como la conflictiva realidad campesina. Entre los primeros, Abisa a los compañeros, de Felipe Degregori, cuenta la historia de la preparación, asalto de un banco y fuga a cargo de un comando guerrillero a mediados de los años sesenta. Por su parte, Muerte de un magnate, segundo largometraje de Francisco Lombardi, recrea el crimen cometido por un modesto jardinero contra un poderoso empresario pesquero. Sin embargo, aun cuando estas dos películas demuestran manejo narrativo, superan apenas el nivel de la anécdota. Por otra parte, Aventuras prohibidas retoma el modelo de Cuentos inmorales, con tres episodios dirigidos por Augusto Tamayo (Strip), José Carlos Huayhuaca (Historia de Fiorella y el hombre araña) y Luis Llosa (Doble juego). El segundo episodio es el que ofrece mayor interés. Un policial dirigido por el veterano director francés Jeff Musso, en estos años instalado en el Perú, Brigada blanca, parece un trabajo de aficionado y no el de un profesional con un pasado en la industria francesa.

Entre las películas que tratan conflictos en el ambiente rural y pueblerino, ni Laulico, de Federico García, ni Yawar fiesta1, de Luis Figueroa, suponen un avance expresivo en relación con los títulos precedentes de sus realizadores. Laulico se inspira en una leyenda indígena para contar la lucha de una comunidad andina contra los propietarios de las tierras, y Yawar fiesta adapta la primera novela de José María Arguedas, la cual se desarrolla en torno a la lucha de los pueblos andinos en busca de su identidad cultural, simbolizada en el combate entre el toro y el cóndor nativo.

Pese a las reservas que la crítica ha formulado, Muerte de un magnate y, en menor medida, Abisa a los compañeros han logrado las mayores asistencias del público en estos últimos años. Se podría pensar que la producción se orientará por linderos similares en los tiempos que siguen, pero no se puede prever si el cine peruano encontrará en esta dirección la concreción definitiva de las esperanzas de 1977.

Publicado en Les Cinemas de l’Amerique Latine, París, Editions Pierre L’Herminier, 1981.

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