Читать книгу Razzgo, Indo y Zaz - Jairo Aníbal Niño - Страница 5

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Razzgo se acongojó mucho al comprobar que sus padres lo habían abandonado. Esa noche recorrió de arriba abajo, incesantemente, la madriguera, recogiendo con su olfato hasta la última brizna del aroma de Zirca y Rugos para guardarlo en la cueva de la memoria.

Al amanecer se dirigió a la ribera del río y su aflicción llegó hasta su boca al comprobar que los mangos de azúcar que tanto le gustaban eran capaces también de segregar los jugos más amargos.

Su vida se tornó muy difícil. Era rechazado violentamente por los otros tigres y no era aceptado por venados, chigüiros, monos, ni pavas de monte, que huían despavoridos ante su presencia pues se negaban a creer que existiera en el mundo un tigre inofensivo.

Su afición a los vegetales había convertido a Razzgo en el ser más solitario de la selva.

Razzgo, Indo y Zaz

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