Читать книгу 50 miradas a la educación - Jose Angel Lopez Herrerias - Страница 8

Presentación Razón de ser de este libro

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La capacidad de dar buenas y valiosas respuestas a los retos nuevos e intensos de nuestro presente. Esa es la necesidad que nos hace pensar sobre la educación. Siempre y ahora la reflexión y la acción educativas han despertado el interés de la sociedad, y la vocación de este libro es contribuir a ello.

La educación aquí no está usada en el sentido restringido, imperfecto, de solo sistema escolar. Educación es el aire, el espíritu, con el que una sociedad proyecta y planifica el horizonte de su realización humana, como individuo y como conjunto social. Y eso no se hace solo en la escuela. Eso se realimenta y construye en la familia, la escuela, los diferentes grupos sociales, los ámbitos y experiencias laborales, y la savia reflexiva, la cultura, que fluye compartida por el conjunto social.

La educación es una acción interpersonal. Su finalidad Kant la refleja en una frase de la Antropología: “El hecho de que el hombre pueda tener el Yo en su representación le eleva infinitamente por encima de todos los otros seres que viven en la tierra”.

Al potenciar la razón reconocemos que todos los seres humanos tenemos como carácter determinante y diferenciador el ser una racionalidad apalabrada, logos: el hombre es el único animal que tiene razón o palabra (logos), afirma Aristóteles en La Política.

Si se incrementa el conocimiento de uno mismo, llevando a efecto el sabio lema clásico “gnosce te ipsum”, ‘conócete a ti mismo’, se consigue alcanzar más libertad respecto de nuestras ataduras bioreactivas derivadas de la fuerza de lo instintivo. En la medida en que nos educamos, potenciamos la conciencia, nos esforzamos en conocer nuestra realización (reali-dad-zación) personal, los ideales, valores y actitudes. Hay dos pensadores que describen certeramente este aspecto. Luis Vives, en el siglo xvi dice: “Hay que avivar la fuerza de la razón para que tenga algún poder sobre las fuerzas del alma”. Y Nietzsche, en el siglo xix, no suena muy diferente: “La inteligencia es un instrumento al servicio de los instintos; siempre ha sido así; nunca ha sido libre”. En este sentido, educar es liberar el espíritu.

Por último, el sentido y enigma de la existencia humana es que tenemos la posibilidad, la libertad, de hacernos. Existimos retados para dar razón de nuestra realidad, que es nuestra ineludible realización personal. Para llevar a cabo esa experiencia es para lo que nos educamos. Considero que esto requiere generar el programa ético de la personal realización.

Estas experiencias las necesitamos todos los seres humanos por dos grandes razones. La primera es que, desde el punto de vista antropológico, la condición humana es abierta y liberada. Requerimos realizarnos, dar razón del horizonte y recorrido de nuestra existencia, que es personal e inalienable. Un humanista del siglo xvi, Pico della Mirandola, en el magnífico Discurso sobre la dignidad humana matiza con claridad esta diferencia antropológica:

Oh, Adán, no te he dado ni un lugar determinado, ni un aspecto propio, ni una prerrogativa peculiar con el fin de que poseas el lugar, el aspecto y la prerrogativa que conscientemente elijas y que de acuerdo con tu intención obtengas y conserves. La naturaleza definida de los otros seres está constreñida por las precisas leyes por mí prescritas. Tú, en cambio, no constreñido por estrechez alguna te la determinarás según el arbitrio a cuyo poder te he consignado. Te he puesto en el centro del mundo para que más cómodamente observes cuanto en él existe. No te he hecho ni celeste ni terreno, ni mortal ni inmortal, con el fin de que tú, como árbitro y soberano artífice de ti mismo, te informases y plasmases en la obra que prefirieses. Podrás degenerar en los seres inferiores que son las bestias, podrás regenerarte, según tu ánimo, en las realidades superiores que son divinas.

La otra gran razón es de tipo psicológico, social y cultural, es decir “psico-socio-cultural”. Queremos atender y responder adecuadamente a las necesidades y las coyunturas de nuestro tiempo y retos contextuales. Durante nuestra existencia nos comprometemos con nuestra radical e insorteable presencia social.

Esta es la razón de ser de las inquietas y constantes apelaciones y demandas referidas a la educación por parte de todos. Empresarios, políticos, hombres, mujeres y ciudadanos. Por ello, conviene en estos tiempos leer, reflexionar y generar sobre qué y cómo se ha pensado y actuado respecto de la educación a lo largo de nuestra historia funcional y espiritual. Con alegría y buenas expectativas estamos muy exigidos de incrementar nuestro mundo de palabras, nuestra conciencia, de mensajes variados y relevantes respecto de qué y cómo llevar a cabo la realización de nuestro territorio personal, espiritual, ámbito de posibilidad de nuestro bienestar. De una buena convivencia, y de nuestra felicidad personal y comunitaria, en nuestro complejo mundo. Exigidos hoy, como siempre, y más que nunca, de aprender el papel teatral a representar entre todos para una verdadera, bella y buena convivencia.

Tengo que hacer referencia a un hecho comprometido y problemático: tener que seleccionar miradas para traerlas aquí, ante ti, amable lector. De nuevo es aplicable el dicho cotidiano: ni son todos los que están, ni están todos los que son. Y hay una ausencia que debo justificar. Son innumerables las mujeres que han contribuido al desarrollo de la educación, tanto formal como informal, a lo largo de la historia y, sin embargo, una vez más, su ausencia en la esfera pública y en el ámbito académico se manifiesta también en la publicación de textos. Aunque no puedo cambiar este hecho en el pasado, confío en que las ideas recogidas en esta antología inspiren otras nuevas desarrolladas por mujeres también.

Los textos están escogidos desde una toma de conciencia razonada y noble. He procurado evitar toda manía persecutoria y todo fanatismo emocional. Pero si están es porque en algún momento de mi vida personal y profesional me han sugerido, aportado, ayudado, a ver más y mejor el horizonte de la existencia y la posibilidad aplicativa de alguna solución a los retos cotidianos de la convivencia económica, social y cultural.

Los griegos clásicos sí tenían un término preciso para referirse a esta realidad, que la educación no es solo lo escolar. La educación es un asunto de paideia, la cultura vivida por el conjunto social, aquello que es real y guía de los hechos y las proyecciones en los que una sociedad orienta y da sentido al reto ineludible de la existencia, y que compromete y da identidad a todos.

No más indicaciones. Solo queda empezar a leer y reflexionar. Disfrutar de las palabras y enseñanzas de los clásicos, antiguos y actuales aquí escogidos, que tan bella y profundamente nos sugieren cómo enfocar y responder a los muchos y variados retos de la existencia. Para qué y cómo educarnos. Gracias.

50 miradas a la educación

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