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Capítulo VI

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Has de hacer, finalmente, examen de los hombres, para ver si son dignos de que en ellos empleemos parte de nuestra vida, o si les alcanza algo de la pérdida de nuestro tiempo. Hay algunos que nos hacen cargo de las buenas obras que voluntariamente les hicimos. Atenodoro dijo que aun no iría al convite de aquel que no se juzgase deudor en tenerlo por su convidado. Persuádome que juzgarás que éste mucho menos iría a las casas de aquellos que quieren con dar su mesa recompensar las amistades de sus amigos, computando por dádivas los platos, y queriendo disculpar su destemplanza diciendo va encaminada a honor de los convidados: quita tú a éstos que no tengan testigos de sus convites y no tendrán gusto con el regalo secreto. También debes considerar si tu naturaleza es más apta al despacho de negocios, o a estudios retirados y a contemplación, y luego te has de encaminar a la parte donde te guía la fuerza de tu ingenio. Isócrates sacó del Tribunal a un consejero asiéndole por la mano, porque juzgó ser más apto para escribir historias y anales: que los ingenios forzados no responden bien; y si repugna la naturaleza, es bueno el trabajo.

Séneca - Obras Selectas

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