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Control de mando de nuestra vida

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El equilibrio interno, o centro de control, según se explica en Superar la adversidad, es otra clave a la hora de conformar la resiliencia. Como hemos mencionado anteriormente, todos somos distintos y todos nos regimos por normas o patrones diferentes, pero hay un finísimo nexo común, que, salvo trastornos graves, está en todos los seres humanos.

El centro de control interno sería el punto de referencia sobre el que una persona basa su seguridad y estabilidad. Este aspecto, que puede parecer muy elaborado y sofisticado, reside en el ser humano desde la más tierna infancia. Es el sustento emocional y físico que nos permite superar cualquier escollo. Voy a poner un ejemplo que, a mi humilde parecer, es representativo de este aspecto. Mi madre me contaba que cuando era pequeña y apenas me sostenía en pie, aprendí a dar mis primeros pasos asida de su dedo, que ella me tendía y al que yo me agarraba con fuerza para no caerme. En mi primer año de vida, y más o menos a la edad que casi todos los bebés empiezan a andar, fuimos a bendecir la palma por Pascua. Mi madre me llevaba del dedo y en la otra mano sostenía mi palma. Pero resultó que cuando me soltó de su mano y me puso la palma en la mía, eché a andar rauda y veloz. Estaba convencida de que iba agarrada a ella pero no era así; en mi interior me sentía segura y avancé con decisión. Desde entonces no tuvieron que darme la mano y ya aprendí a caminar sola. Esta capacidad de mantener el control sobre nuestra vida, la capacidad de resolver por nosotros mismos nuestros asuntos sin depender de elementos externos o de otras personas, puede determinar nuestra existencia. Las personas que sienten que tienen el control sobre los acontecimientos y sobre lo que sucede alrededor, sin proyectarlo en otras personas, tienden a tener una actitud mucho más proactiva que aquellas que sienten que no controlan lo que les sucede, o que lo atribuyen a factores o elementos externos que escapan a su entendimiento o manejo. Por eso, los individuos que tienen un centro de control definido son capaces de hacer frente a las situaciones, por difíciles que estas sean, con cordura, serenidad y seguridad, mientras que los que atribuyen la responsabilidad de su vida al azar o a fuerzas desconocidas suelen ser personas pasivas y resignadas.

El hecho, pues, de saber que podemos ejercer cierto control sobre los acontecimientos que nos suceden es primordial para vencer las emociones negativas, resistir más y ser capaces de afrontar de forma más positiva situaciones estresantes. Hay que conseguir interiorizar ese sentimiento, la capacidad de tomar las riendas de nuestra vida para asumir el control en momentos difíciles, pues será el estímulo necesario para tomar la iniciativa y tratar de dominar la situación en pos de nuestra protección.

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