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La civilización y la mitología egipcias
Los misterios tebanos

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Fue en la ciudad de Tebas donde se veneró principalmente al dios Amón.

Su función es ampliamente evocada en un papiro que data del periodo ramésida, el Papiro de Leyde:

Tres dioses son todos los dioses: Amón, Ra y Ptah; no tienen igual. El de naturaleza [literalmente, el nombre] misteriosa es Amón; Ra es la cabeza; Ptah es el cuerpo. Sus ciudades en la tierra, establecidas para la eternidad, son Tebas, Heliópolis y Menfis, para siempre. Cuando llega un mensaje del cielo, se oye en Heliópolis; se repite en Menfis a Ptah; y se envía una carta, escrita con caracteres de Tot, hacia la ciudad de Amón (Tebas) con todo lo relacionado. La respuesta y la decisión se dan en Tebas, y lo que sale va dirigido a la Enéada divina, todo lo que sale de su boca, la de Amón. Los dioses son establecidos por él, según sus mandamientos.

El mensaje consiste en matar o dar vida. Vida y muerte dependen de él para todos los seres, excepto para sí mismo, Amón, y para Ra o Ptah, unidad-trinidad.

A pesar de esta noción triunitaria, Amón – el dios de nombre oculto– parece gozar de preeminencia en este contexto «tebano».

Como señala acertadamente Schwaller de Lubicz:[64] «Tebas representa la última fase del primer devenir real. Así es como la tríada cósmica que domina en Tebas, y cuya historia será el tema principal del templo de Karnak, está formada por Amón, Mut y el hijo de ambos, Jonsu (mientras que el templo de Luxor es el cumplimiento, el resumen humano de la Obra Cósmica, el templo de la concepción y del nacimiento del Hombre Regio)».

Tebas, la nueva capital de Egipto, por tanto, manifestará una auténtica hierofanía, como lo expresa con claridad el siguiente himno a Amón:

Homenaje a ti, Amón-Ra, señor de Karnak, residente en Tebas […]. Tu eres único en tu antigüedad entre todos los dioses, toro de la gran enéada divina, jefe de todos los dioses, señor de la verdad, Padre de los dioses, autor de los humanos, creador de los animales, maestro de todo lo que existe. Tú has creado los árboles frutales, has hecho las hierbas para el ganado. Primogénito de Ptah, hijo del amor, a ti dirigen sus adoraciones los dioses, a ti, autor de las cosas de arriba y de las cosas de abajo, que iluminas las dos tierras.

Maspero, por su parte, evoca a Amón como el Dios supremo de los teólogos tebanos: «El uno único, el que existe por esencia, el único que vive en sustancia, el único generador en el Cielo y la Tierra que no ha sido engendrado, el padre de los padres, la madre de las madres».

64

Schwaller de Lubicz, op. cit.

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