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I. Hijas de la luz

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¡Amado del cielo! ¡Espejo donde la santidad se refleja! Hemos venido nuevamente ante ti, envueltos en la luz del cordero. Traemos en nuestras manos el libro de la vida, como regalo bendito de aquel que no tiene nombre. Del que creó todas las cosas. Del que tiene blandido el brazo de la justicia y el amor. Aquel que hace que la luz brille y el viento se mueva.

Venimos llenos de júbilo y de paz. Refulgimos en los colores del cielo que dan regocijo a los ojos de tu alma. Somos los ángeles de Dios que venimos a morar con los hombres por medio tuyo. Somos hermanas, hermanos, amigos y también co-creadores contigo. Somos los mensajeros del amor. O, mejor dicho, somos el amor expresándose ante ti de un modo particular, tal como tú lo haces a tu modo también.

Vienen cantando los coros del cielo. Llegan las almas redimidas del cordero. Van arribando ante esta tierra bendita, llena de cielo y de amor, los incontables que han hecho la opción por el amor.

Hosanna en lo alto y alegría en la tierra, porque un nuevo día comienza. El día en que el amor refulge como nunca antes lo había hecho en vuestras almas. ¡Oh, perpetua novedad del amor! ¡Eterna creación de vida sin fin!

¡Alma bien amada de Dios, dulzura de Cristo, alegría de la Madre de los vivientes! Has de recordar que ya estás en el cielo. Que por decisión de puro amor, en el ejercicio de tu libre albedrío, has decidido, en unión con la voluntad del Padre, extender luz divina en el mundo hasta que llegue el tiempo en que sigas haciéndolo sin estar en la presencia del cuerpo físico, tal como ahora lo estás. A partir de ese instante, seguirás conservando tu cuerpo en toda su hermosura. Será un cuerpo espiritual, glorificado y lleno de belleza, salud y eternidad. Será el reflejo perfecto de la luz de tu gloria. Será hermoseado por las aguas de la vida eterna.

Alma purísima, enamorada de Cristo. Hija de la luz. Comienza a llamar a nuestras hermanas y hermanos, para que salgan a la luz. El esposo viene llegando y ya está aquí. Cristo revive en cada una de vosotras, almas santas que recibís estas palabras milagrosas. Os regalamos vida en esta obra. Os regalamos el cielo, por medio de la sanación de la memoria.

¡Oh, santas y santos de Dios, que habéis recordado al amor de los amores! No os arrepentiréis por haber entregado vuestro tiempo y vuestras vidas a la verdad. Os aseguramos que recibiréis ciento por uno. Recibiréis a cambio la vida eterna. Vosotros que habéis elegido solo el amor, viviréis por siempre en su presencia en razón de vuestra elección.

Cristo viviente. Has de recordar que toda expresión de amor es necesaria y sagrada. Todo lo que haces en tu trabajo para Dios es bendecido por el cielo y da frutos abundantes. No existe nada que pueda ser superfluo en tu expresión de la relación que tienes con la fuente de tu ser. Entre los que han elegido solo el amor algunos cantan, otros escriben, otros oran, otros trabajan, otros bailan. Ellos todos aman a la manera de Cristo. Han tomado la decisión de ponerse en movimiento con ese amor que sienten por su creador. Es tanta la fuerza de su anhelo de hacer algo por su divino amado, que han estallado en una explosión de expresión. Cada vez, en la tierra se verá más y más la manifestación que harán a la fuente del amor hermoso. Alégrate en este mensaje: ha comenzado una nueva explosión del amor.

Elige solo el amor: La relación divina

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