Читать книгу Elige solo el amor: La relación divina - Sebastián Blaksley - Страница 8

Preludio

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Un canto expresado por la voz del amado para su amada. La voz de Cristo para un alma enamorada.

Alma bendita del Padre. Dulzura de mi corazón divino y amante. Belleza de la creación. ¡Qué dulce es tu mirada! ¡Qué grande tu pureza!

Dime, alma iluminada, deleite de mi ser.

¿A dónde va el viento cuando sopla? ¿Qué cosa hace que se mueva?

¿De dónde surgen los tulipanes?

¿Quién hace cantar a las aves del cielo?

¿Dónde nace la luz?

¿Quién le ha regalado la belleza al sol?

¿Dónde mora el amor?

Hija del viento y de la luz. Amada de Dios. Mi corazón canta jubilosamente al estar contigo. Unidos somos, la luz del mundo. En nuestro amor reside la fuente de la vida, porque todo lo he creado para ti. Todo te pertenece porque todo es mío.

Te he dado la vida. Te he dado un corazón. Te he regalado la belleza de los mares. He creado la luz para tu gozo y las estrellas para tu alegría. Todo lo he hecho para ti. Todo lo que ven tus ojos y más allá, es regalo sagrado de mi amor por ti, destello de mi ser santo para mi amada.

Cuán bella es nuestra historia de amor. Cuán eterna. Cuán inacabada e inacabable. Nadie podrá escribirla jamás, porque lo que ocurre dentro del recinto sagrado de nuestra unión no puede ser visto ni oído por nada ni nadie, salvo por ti y por mí.

¡Oh, divina intimidad del alma enamorada, fuente de creación perfecta, origen de la vida!

¡Oh, amor santo, relación divina! De ti surge toda luz, cada manantial brota de tus entrañas. Hacia ti va el viento y vuelan las aves. Hacia ti se dirige todo el universo. De ti proceden las aguas del rocío que embeben la tierra y a ti regresan.

¡Oh, divina unión! Quién podrá expresar tu hermosura. Quién tu sabiduría. Eres la fuente de la vida, la razón de la existencia.

¡Oh, relación divina! Morada del amor. Casa de la verdad. Reino de los cielos. En ti, los ángeles se regocijan y las almas cantan unidas un cántico de amor perfecto.

Bendito aquel que ha llegado hasta aquí, pues ha entrado a la morada de Dios.

Elige solo el amor: La relación divina

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