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El oficio del predicador en san Vicente Ferrer

The preacher’s work in St. Vincent Ferrer

Alfonso Esponera Cerdán, o.p.

Facultad de Teología San Vicente Ferrer

ORCID: 0000-0003-1370-7673

Resumen: Se responde fundamentalmente a dos interrogantes: por una parte, cómo entendió, cómo presentó el «oficio de predicar» San Vicente Ferrer op en sus sermones y escritos; y por otra, cómo ejerció el propio Maestro Ferrer a lo largo de su larga vida tal oficio.

Palabras clave: Metáforas sobre la predicación, imágenes sobre la predicación, modelo de predicador, contenidos fundamentales, utilización de recursos externos y literarios.

Abstract: The present article basically answers two questions: how did Saint Vincent Ferrer OP understand and present the «office of preaching» in his sermons and writings; and how conducted Master Vincent Ferrer himself this exercise throughout his long life. Keywords: Metaphors of preaching, Images of preaching, preacher models, main contents, resources and literature.

1.INTRODUCCIÓN

San Vicente Ferrer fue un valenciano bajomedieval y además dominico y como tal un predicador. Es decir, puso toda su vida al servicio de la predicación, tanto con su palabra como por sus escritos. Podría pensarme que se dedicó a esta tarea sólo a partir del envío por parte de Jesucristo, en presencia de Santo Domingo de Guzmán y San Francisco de Asís, siguiendo el ejemplo de ambos Santos, en la aparición en Avignon la noche del 3 de octubre de 1396. Incluso se le sugirió la temática sobre la que debía versar, como había sido la de esos dos Santos Patriarcas: la inminencia de la llega del Anticristo, como presagio del fin del mundo, y la necesidad de conversión ante la proximidad del Juicio Final 1. Esta misión evangelizadora itinerante la inició concretamente el 22 de noviembre de tres años después. Pero han llegado hasta nosotros constancias anteriores de sus predicaciones. Más aún, en la noche del 29 de julio de 1413 en Cervera –según sus hagiógrafos primitivos estaba un poco alicaído y cansado por la mencionada predicación itinerante– en un episodio muy poco conocido, se le apareció su padre Santo Domingo de Guzmán exhortándole y reconfortándole para que continuase en dicha tarea (Esponera Cerdán 2018a), como lo hizo hasta su muerte en la bretona Vannes el 5 de abril de 1419.

Gret Schib afirmaba en 1975 que los sermones en lengua vernácula del Maestro Vicente Ferrer merecen ser destacados en la historia cultural valenciana por «[la] importància, prou coneguda, d’aquest text que ultrapassa els límits de la literatura i ens ofereix un panorama de la vida de la primeria del segle XV. A més, és un testimoni viu de la llengua popular d’aquella època» (Schib 1975: 7).

En esta ocasión vamos a tener oportunidad de constatarlo al hablar del «oficio del predicador en San Vicente Ferrer», título que puede decirse tiene un doble sentido: por una parte, ¿cómo ejerció el propio Maestro Ferrer a lo largo de su larga vida tal oficio?; y por otra, ¿cómo entendió, cómo presentó dicho oficio en sus sermones y escritos?

Inicialmente me centraré en la segunda dimensión, para posteriormente hacer algunas anotaciones al respecto. Por ello presentaré dos grandes apartados: metáforas e imágenes de la predicación según el Maestro Ferrer y el predicador según el mismo Maestro.

2. METÁFORAS E IMÁGENES DE LA PREDICACIÓN SEGÚN EL MAESTRO VICENTE FERRER

El cisterciense Alain de Lille (o de Insulis) afirmó hacia 1199 que «praedicatio est manifesta et publica instructio morum et fidei, informationi hominum deserviens, ex rationum semita et auctoritatum fonte proveniens» (Summa de arte praedicatoria, PL, T. 210, col. 111).

Y así el dominico valenciano utilizó diversas metáforas, imágenes, para definir al predicador –y por tanto a la predicación–, que puede decirse además trazan su autobiografía y son una hermosa expresión de su creatividad a la hora de trasmitir su mensaje evangélico. Pero también debe señalarse que es original no tanto por las imágenes aducidas, pues también las utilizaron otros autores anteriores y coetáneos a él, sino más bien por su interpretación y uso.

Veamos algunas de ellas (Esponera Cerdán (2007b; Ysern i Lagarda 2015: 76-78):

+ un «perro», un «mastín»: rercuérdese la etimología popular de «dominicos»: «domini-canis»: «los perros del Señor» en vez «los hijos de Domingo [de Guzmán]». Predicando del Buen Pastor en Chinchilla el 26 de abril de 1412 dirá:

[Cristo] como mastines da a los predicadores, que ladran por la predicación para que los demonios no devoren a las ovejas cuando predican que os abstengáis de los pecados, como yo que voy por todo el mundo ladrando contra los demonios, advirtiendo a las gentes que hagan vida buena, porque el mundo es breve y es una gran dignidad ser perro, esto es, predicador del Nuevo Testamento porque predicamos que Cristo vino y los profetas predicaban que vendría (CC 2002: 198).

Así pues, señala que

predicatores predicando latrant contra demones ut non devorent gentes faciendo esas peccare de humilitate in superbiam, et de misericordia in avariciam, etc. Nam per predicacionem multum fugiunt demones, et habent magnum displicitum. Et ideo, ego modo latro vobis ut demones non vos faciant incidere in peccatis, et per universum mundum cotidie non cesso latrare. Item, alia racione predicatores dicuntur canes, nam, sicut canes lingam medicinalem lingendo curant vulnera, ita predicatores habent lingan medicinalem, et lingendo cui predicant curant vulnera extirpando vicia (CC 2002: 123, sermón 27; Esponera Cerdan 2007a).

Y en otro indica que

pro mastinis dat predicatores qui latrant per predicacionem ut demones non devorent oves, cum predicant us abstineatis a peccatis, ut ego qui vado per totum mundum latrando contra demones avisando gentes ut faciant bonam vitam, quia mundus est brevis et magna est ista dignitas esse canis id est predicator Novi Testamenti, nam predicamus Christum venise et profete venturum (CC 2002: 198, sermón 46).

Los «etc.» que aparecen en los textos eran para que el usuario añadiese lo que le pareciera conveniente y ajustado a la audiencia.

+ la «sal»: el predicador, como ella, tiene estas tres cualidades: limpia y purifica de infección; preserva y guarda de corrupción; deleita y da placer en la comida 2.

+ un «instrumento de música», una trompeta o un caramillo: el buen predicador no predica él, sino el Espíritu Santo o Jesucristo, y él no es sino el instrumento (Sermons 1932 II: 72, feria V post Dominican II post trinitatem). También habla de los en los añafiles en las batallas, o trompetas rectas y alargadas, parecidas a la tuba romana (Ysern i Lagarda 2015: 258-260).

+ una «invitación a un banquete»: «Deus nos appelle a la cena del Paraís per paraula viva. Aquesta paraula viva és la Sancta Scriptura, que ant hun preycador preyque la Sancta Scriptura» (Sermons 1932 II: 72).

+ un «gallo»: comentando el pasaje de las tres negaciones de San Pedro y del gallo (cf. Lc 22, 60-62) señala que

iste gallus est quilibet predicator qui, ut dici Beatus Gregorius, debet vigilare de nocte et cantare magnis vocibus, id est oracionibus ad Celum ut Deus det sibi quid cantet gentibus predicando, sicut gallus cantat de nocte et vigilat per magnam partem noctis. Item, sicut gallus antequam cantet percutit se et post cantet, ita debet facere bonus predicator, antequam cantet a predicando, debet se primo percutere ut, quod predicare vult […] Et ita, sicut Beatus Petrus donce cantavit gallus non habuit noticiam de peccato suo, ita et quilibet peccator donec cantat gallus, et predicator non habet cognicionem de peccato e mala vita in qua stat, sed cantante gallo, id est predicatore, extirpando et arguendo vicia et peccata, peccator habet noticiam de peccato et flet sicut Beatus Petrus habendo contriccionem (CC 2002: 67, sermón 12).

+ un «pescador»: que con la red de la palabra pesca las almas de los hombres convirtiéndolas de la mala vida a la buena (CC 2002: 148-149, sermón 34).

+ una «red» (filat):

Açò dehye Jesucrist per la preycació, que és comparada al filat, que hun fil és lligat ab altre, e quan ve que tiren a ssi lo filat, tot lo filat segueis; axí la preycació deu ésser lligada, .i. exemple ab altre, una auctorirar ab altra, depuis ab lo fil tire hom lo filat; axí ab lo tema, tire hom tos lo sermí si bé és ordenat. E en la mar ha molts pexos, grans e pochs; axí en lo sermó pren hom los grans pexos, ço és, quan un hom rich de vosaltres se converteix, que vol restituir los torts, «Oo, hun peix havem pres, hun delfí!»; e, quan en lo sermó se converteix una gran dona, que vol lexar les vanitats, «¡Oo, una anguila, o una tonyina havem presa!»; e quan en lo sermó se converteix un llaurador, «Oo, un esparrelló havem pres! ¡Oo, una sardineta havem presa! (Sermons 1932 II: 46-47).

+ las gentes del rey en la batalla: en el sermón del Tercer Domingo de Cuaresma predicado en Valencia en 1413 habla de todas ellas, vinculando a cada una con un miembro del pueblo cristiano3.

+ un «hortelano»:

Sicut oficium ortolani est arrancare malas herbas et plantare bonas, ita Christus, per legonem sue predicacionis, arrancabat malas herbas, scilicet peccata mortalia, et plantabat bonas, scilicet virtutes, […] ex parte nostra et maxime predicatorum, qui debemus plantare bonas doctrinaset arrancare vicia et peccata (CC 2002: 154, sermón 35).

En el primer sermón que predicó –según el Sermonario cuya edición presentaremos mañana a la tarde– en la mallorquina Petra el domingo 12 de noviembre de 1413 indicó que para este sermón había pensado seguir el modo del labrador u hortelano que quiere sembrar la buena semilla o plantar, el cual, primero, ara y prepara la tierra buena, etc. La tierra buena y fructuosa es la historia evangélica en el campo o huerto del Evangelio coltivada con arado o azadón (Aviñón 2019: 993, sermón 72). En uno posterior de este periplo mallorquín, pero se desconoce el lugar y el día, dice que quiere seguir el modo del hortelano, que, cuando quiere sembrar plantas buenas y útiles en su huerto, dispone y ordena primero la tierra en tablas, etc., y después siembra, porque la Santa Escritura y especialmente el santo Evangelio es denominado huerto cerrado y no campo (Aviñón 2019: 619-620, sermón 89).

+ un «vigilante» en la atalaya:

Sciatis noster Dominus Deus, volens mostrare illis que tenebantur predicare vel denunicare aliquid gentibus, dicebet quod habetur Ezechiel [33, 6-7]. Et ideo, quia predicatores dicuntur stare in talaya, scilicet in contemplacione alta celesti, et recte intencione, et bona vita et, si vident gladium yre Dei venientem, debent tangere bucinam predicacionis avisando gentes ut non danentur per ignoranciam Scripturarum et profeciarum 4.

+ un «sembrador»:

Praedicare est recte seminare. Notum iam videtis, quomodo vita humana conservatur ex semine laboratorum, quia alias non possemus vivere: sic etiam praedicare est seminare triticum de grano Novi Testamenti, vel hordeum asperum, de grano Veteris Testamenti in agris conscientiarum nostrarum 5.

+ un «cocinero» (CC 2002: 432, sermón 116). Así como el cocinero nos da a comer pan, de la misma forma lo hacen los predicadores, porque como se dice en el Evangelio de Mateo (4,4): «No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». Y, como el buen cocinero lava las carnes, las limpia, las cocina en la olla y después las prueba, así el buen predicador debe lavar y limpiar de todo error las palabras de la predicación, como se dice en el libro de los Salmos (11,7): «Las palabras del Señor son palabras limpias, son plata acrisolada en el crisol, siete veces purgada de tierra». Igualmente, como el buen cocinero guisa la carne, así el buen predicador debe dirigir y cocinar con el fuego de la devoción y del Espíritu Santo; de este fuego se dice en Lucas (12,49): «He venido a poner fuego en la tierra y ¿qué quiero, sino que se encienda?». Asimismo, como el buen cocinero, antes de dar a los demás, prueba y gusta, así el buen predicador debe saborear la predicación antes de decirla a los demás, esto es, de forma que él mismo observe lo que predica llevando una vida buena, como se dice en el libro de los Hechos (1,1): «Empezó Jesús a hacer y a enseñar»; o sea, hacer gustando y enseñar dando a los demás.

Pero sin olvidar nunca que el predicador y su predicación son un mero instrumento. La predicación es obra de Dios pues el único Maestro, el único agente de la predicación, es Dios, el Espíritu Santo. Están las sugerentes palabras del Maestro Ferrer que señala que

si yo tenia ací hun foguer e volia encendre foch, veus que pendria la pedra e.l esclavó, e axí ferint de la pedra en l’esclavó, devallaria lo foch en la escha. Sus axí és: la pedra és Jesuchrist [1 Co 10,4]; lo ferret és la lengua del preycador; lo esquer on està la esqua, és la plaça de la preycació; la escha, que és freda e negra, açò són los peccats negres, e teniu-los vosaltres. Quants peccats hi ha ací ara! E quan lo preycador preyca, veus que cau una purna de foch, e encén-se en tu, e coneixs lo teu peccat, e prens ferm propòsit de humiliar-te e de restituir los torts, e la manceba, etc. Vet, lo sant Spirit és vengut en tu (Sermons 1932 I: 142).

3. EL PREDICADOR SEGÚN EL MAESTRO VICENTE FERRER

Como ya he indicado, el valenciano utiliza esas diversas imágenes sobre la predicación y que en cierto sentido definen al predicador y que puede decirse además trazan su autobiografía.

Además, se ha podido apreciar que estas imágenes giran en torno a la idea de que el verdadero predicador es un instrumento al servicio de Dios, pues pone todo lo que está de su parte, todos sus talentos, trabajo, esfuerzo. Los biógrafos del Santo nos hablan de lo entregado que era al estudio y oración, robando horas al sueño para dedicar más tiempo a la preparación de su predicación. Pero luego todo lo esperaba de Dios. Por eso predomina la imagen de instrumento y vigilante. Sabe que está en manos de Dios y al servicio de las gentes. Sabe que es voz que llama invitando al banquete del Reino, fiel como el perro del pastor y despierto como el gallo, dócil como un instrumento de música. Siempre vigilante en la muralla, es el primero en ver los peligros y por eso es el primero en anunciarlos. Escucha a Dios en la oración, y estudia y prepara la manera de hablar al pueblo para que le entienda.

Volvamos al ya mencionado sermón del Tercer Domingo de Cuaresma predicado en Valencia en 1413 (Quaresma 1927: 131-132). En él señala que los añafiles (nafils), las trompetas, son muy necesarias en las batallas y en la vida. Pregunta: ¿sabéis por qué? El clamor de la trompeta mueve todos los corazones y mueve la sangre. ¿Quiénes son éstos? Los predicadores, con su predicación de trompeta 6 La trompeta no está hecha como una caña, sino que la podéis plegar. Daos cuenta de que la predicación no debe ser de una pieza nada más, sino de ciertas piezas que se relacionan unas con otras, como la trompeta, que mete un tubo dentro del otro. Además es estrecha en la boca y ancha en el otro extremo; así debe ser del predicador y tener la estrechez (estrenyer-se 7) del estudio, apartado de gentes e intereses, pactos o confesiones, que todo eso es causa de que no dé fruto –es bueno, pero impide lo mejor–, pero ¿cómo podría uno predicar bien si va todo el día arriba y abajo? Imposible sin la estrecha senda del estudio. Y, después, se ensancha, que es cuando lo comunica a vosotros. Jesucristo tenía esa manera: apartado de todos, salvo cuando predicaba. No lo veían sino cuando predicaba. Y no porque le hiciera falta estudiar ni porque le molestaran, sino por darnos ejemplo. Por otra parte, cuando queréis hacer sonar la trompeta, debéis tener las manos en ella. Es decir, que el predicador, lo que predique, debe hacerlo: si predica humildad, que se ponga manos a la obra, que sea humilde; si predica sobre la avaricia, que no sea avaricioso; si predica castidad, él debe serlo. Y es que debe practicar el predicador todas las buenas obras que predique.

Y así en su Tratado de la vida espiritual –acabada expresión de su experiencia personal– aconseja a su destinatario, que con mucha probabilidad era un joven dominico:

En las predicaciones y exhortaciones usa un lenguaje sencillo y en cuanto puedas, un estilo familiar para señalar los hechos particulares insistiendo con ejemplos, para que cualquier pecador que tenga aquel pecado se sienta aludido como si predicaras sólo para él. Pero de tal manera que parezca que las palabras proceden no de un corazón soberbio o indignado, sino más bien de entrañas de caridad y de piedad paterna, como de un padre que se duele de ver pecar a sus hijos, o que están en una grave enfermedad, o caídos en una sima profunda, y se esfuerza en sacarlos y los ayuda a liberarse, como una madre; o como quien se alegra de su aprovechamiento y de la gloria que les espera en el Paraíso. Este modo de predicar suele ser provechoso a los oyentes, mientras que hablar en general sobre las virtudes y los vicios, mueve poco a los que escuchan». Concluyendo: «Tú, pues, quien quiera que seas, que deseas ser útil a las almas de tus prójimos, primero de todo recurre a Dios de todo corazón y suplícale siempre en tus oraciones que se digne infundir en ti aquella caridad, compendio de todas las virtudes, por la que puedas llevar a cabo lo que deseas 8.

Pero estas indicaciones a su remitente se entienden más plenamente a la luz de lo que le ha indicado anteriormente sobre el estudio, hablando ahora en tercera persona:

Nadie, por más agudo entendimiento que tenga, debe omitir aquello que le pueda mover a devoción. Es más, todo lo que lee o estudia debe proyectarlo en Cristo, dialogando con El y pidiéndole la inteligencia.

Muchas veces, mientras está estudiando, debe apartar durante un cierto tiempo los ojos del libro y, cerrándolos, esconderse en las llagas de Cristo, y de nuevo volver al libro. Y también frecuentemente debe levantarse de la mesa y, en la celda, dobladas las rodillas, dirigir a Dios alguna breve y encendida oración. 0 también salir de la celda y pasear por la iglesia, el claustro, o el capítulo, dejándose llevar por el impulso del Espíritu. Y, a veces con oración expresa, o callada, implorar el divino auxilio con gemidos y suspiros desde el corazón ferviente, presentando al Altísimo sus buenos propósitos y deseos, reclamando para ello el auxilio de los santos.

Este ejercicio a veces se hace sin salmos y sin ninguna otra oración vocal, aunque a veces ha nacido de ellos, o de algún versículo de un salmo o de un pasaje de la Sagrada Escritura, o de la vida de algún santo, o también por inspiración íntima de Dios, hallado por el propio deseo o pensamiento.

Pasado este fervor de espíritu, que ordinariamente dura poco, puedes traer a la memoria lo que antes estudiabas en la celda, y entonces se te dará una más clara inteligencia. Hecho lo cual, vuelve otra vez al estudio o a la lección, y de nuevo a la oración, y así has de ir alternando. Pues en esta alternancia hallarás mayor devoción en la oración y una inteligencia más clara en el estudio.

Este fervor en la devoción, después del estudio de la lección, aunque indiferentemente llegue en cualquier hora, según se digna otorgarlo, como le place, aquel que suavemente dispone todas las cosas, sin embargo, regularmente suele venir más fuerte después de los maitines. Por tanto, a primeras horas de la noche vela poco para que, después de maitines, puedas ocupar todo el tiempo en el estudio y en la oración (San Vicente Ferrer 2005: 545-546).

Así pues, él utilizaba –y aconsejaba usar– un lenguaje sencillo, concreto, con los medios retóricos al alcance. Utilizaba también exempla, similitudines, tomadas de los Santos Padres y otros autores, aunque como buen conocedor de la Biblia que era, de ella provendrán muchas de las imágenes que emplee..

Y es que el predicador debe procurar iluminar la vida concreta de sus oyentes. Y así señaló que el futuro mártir el diácono Vicente –en un evidente anacronismo al servicio de los objetivos pastorales parenéticos– predicaba de esta manera:

als richs, que comprassen lo regne celestial, donant almoynes als pobres, que mudassen la roba dellá, fent obres pies. Als pobres preÿcave que haguessen paciència. Als officials que conservassen justícia, que no la volguessen corrompre en deguna manera. Als religiosos preÿcave obediència, pobresa, castedat. Als preveres induÿé a devoció, que fossen devots e mundes, com ells eren sepulcre de Jesuchrist. Item, preÿcave als malalts que honrassen e loassen Déu e no·l malaïssen, per grans dolors que haguessen, mas que·u sostinguessen pacientment (et sich de singulis, a vídues, etc.). E allò que preÿcave de paraula, encara ó complie de obra […]. No havie, donchs, les mans paralítiques, axí com aquells qui han le lengua longa a parlar e les mans paralítiques en ben obrar, mas servave ço que preÿcave 9.

En un sermón sobre la Magdalena se pregunta con cierto dejo de misoginia: ¿Por qué Santa Magdalena, que era mujer, convertía a gentes infieles y nosotros no podemos convertir a los «malos cristianos»? Responde que porque su predicación tenía tres cosas: doctrina celestial, vida espiritual y obra divinal, y aduce al profeta Jeremías (23, 28-29). Añadiendo que nuestra predicación no tiene estas tres cosas, porque: no es doctrina celestial sino terrenal, que suena a los oídos con cadencias como Virgilio y Ovidio, etc.; ni vida espiritual, que es el sello de la predicación; ni obra divinal porque no hacemos milagros como Santa Magdalena, sino que hacemos falsos milagros («miracula enbotits»), esto es, escándalos como es por ejemplo vivir lujuriosamente (CC 2002: 395, Sermón 105; Esponera Cerdán 2007c: 63-86).

Para el valenciano el verdadero predicador debía tener «sabiduría teológica» según el libro del Eclesiástico:

praedicator theologus, tanquam imbres mittet eloquia sapientiae suae; quia predicatio tanquam aqua divinarum doctrinarum refrigerat ardorem superbiae in superbis; avaritiae in avaris; luxuriae in luxuriposis; et sic de aliis. Et sicut pluvia, facit fructificare in bonis operibus et meritis. Nota: ipse palam faciet disciplinam doctrinae suae. Ne dicatur: iste frater dicit et loquitur multa bona de humilitate, sed ipse est superbus; pulchros sermones facit de misericordia et liberalitate, sed ipse est avarus; multum commendat castitatem, sed ipse est luxuriosus; et sic de aliis (OO 1693 III: 140; Esponera Cerdán 2007c: 151-156).

Sin olvidar nunca que

Déus nos appelle a la cena de Paraís per paraula viva 10. Aquesta paraula viva és la Sancta Scriptura, que quant, eno cure de poetes, Virgili, Dantes, ne d’aquelles cadències, etc., mas tant solament de la Santa Criptura, veus que tal preycador no preyque ell, mas lo Sant Sperit o Jesucrhrist, e aquell no és sinó caramella. Digau, quan hun sonador sone una cornamusa, digau, aquell so, de qui és? De la cornamusa o del sonador? Del sonador és. Axí és del bon preycador de bona vida, que ell és lo instrument; mas Jesuchrist és lo sonador que inflame la voluntat a amar, la intel.ligència a disfernir, la memòria a remembrar […] e per ço al preycador no li deu ésser feta honor, mas a Jesuchrist salvador 11.

Ya se ha señalado que para el valenciano los predicadores son pescadores, que con la red de la palabra pescan las almas de los hombres.

Tamen est necessarium, quod tales piscatores piscent de die, scilicet per bonam vitam, et non de nocte, scilicet per malam vitam, quia tunc nil reciperent, nam quod prodest predicare contra vicia, et ipse esset viciosus?; in vanum laboraretur predicando de nocte, id est stando in mala vita […] Item, est necessarium quod predicatores, si volunt recipere, et piscare animas, quod proiciant retem predicacionis ad partem dexteram, id est rectam intencionem, cusa convertendi animas, et non ad partem sinistram, id est pravam intencionem, causa habendi pecunias et vanam gloriam. Et tunc tales piscatores recipient multos pices grosos, scilicet CLIII, convertendo multas gentes (CC 2002: 148-149, sermón 34).

De evidentes resonancias evangélicas: Lc 5,4-6 y Jn 21,6.

Según Anta Jares no se encuentra en

la obra literaria de San Vicente ninguna definición propia y específica de predicación. Se expresa siempre con analogías, comparaciones y metáforas, dando siempre por supuesto el concepto, que para él es claro. Cuando habla de predicación lo hace, generalmente, para describir sus efectos o para perfilar sus cualidades (Anta Jares 1963: 20).

Pero puede afirmarse que según el Maestro: 1) la predicación es «dar a conocer», «comunicar», «manifestar», «abrir camino», «conquistar», «continuar la misión de Jesús», «participación de la palabra escatológica», «juicio», «llamamiento», «invitación», «sembrar»; 2) lo que se comunica es el mensaje evangélico de Cristo, las cosas divinas, la Palabra viva, que es la Sagrada Escritura (Esponera Cerdán 2007d); y 3) el medio, el instrumento, es el propio predicador.

No se debe olvidar que el Maestro Ferrer utilizaba la Biblia en la versión Vulgata, como lo hacía la liturgia oficial en la Misa, Breviario, etc., y según le parecería conveniente aplicaba los tradicionales cuatro sentidos de las Escrituras: «1º erit in intellectu ystorial o literal; 2º allegorical o figural; 3º tropological o moral; 4º anagogical o sobrenatural» 12.

Característico de la genuina espiritualidad dominicana (contemplata aliis tradere), es que esta predicación brota del rebosar de la fuente de la contemplación, es un trasmitir el conocimiento de Dios, profunda y vitalmente poseído. San Vicente dice que «theologus debet studere ut cognoscat Deum, et eum cognoscendo diligat, et faciat ipsum alios cognoscere et amare, praedicando vel legendo» (OO 1693 III: 273).

La predicación vicentina reunía las condiciones ya citadas señaladas por Alain de Lille al ser esencialmente: 1) un discurso oral, pronunciado por un predicador que se dirige a un auditorio; 2) para instruirle y exhortarle; 3) sobre un tema concerniente a la fe y moral y basado en un texto sagrado.

Así pues, las imágenes vicentinas giran en torno a la idea de que el verdadero predicador es un instrumento al servicio de Dios, pero imprescindible pues pone todo lo que está de su parte, todo su trabajo y esfuerzo. Los biógrafos del Santo nos hablan de lo entregado que era al estudio y a la oración, robando horas al sueño para dedicar más tiempo a la preparación de su predicación. Pero luego todo lo esperaba de Dios. Predomina en él la comprensión de sí mismo como instrumento y vigilante. Sabe que está en manos de Dios y al servicio del pueblo. Sabe que es voz que llama invitando al banquete del Reino, fiel como el perro del pastor y despierto como el gallo, dócil como un instrumento de música. Siempre vigilante en la muralla, es el primero en ver los peligros y por eso es el primero en anunciarlos. Escucha a Dios en la oración y estudia y prepara la manera de hablar de El al pueblo para que le entienda.

Con sus sermones, el Maestro Vicente procuró anunciar la Palabra de Dios iluminando la vida de sus oyentes, buscando lograr su conversión y la trasformación de aquella sociedad que entendía en crisis y bastante descristianizada.

Y lo hizo con formulaciones teológicas generales dentro del más puro ámbito teológico escolástico tomista (Esponera Cerdán 2007c: 227-231; Esponera Cerdán 2019), utilizando todos los recursos oratorios a su alcance (nemotecnia, vivas imágenes, parábolas, lenguaje no verbal, elementos parateatrales, etc), con formulaciones teológicas fueron simples, sencillas. Además, algunos bloques de sus sermones concluyen con unos moraliter, o aplicaciones concretas para la mos, o sea la vida de los oyentes, que evidentemente presuponía que eran cristianos o se aspiraba a que fueran. Todo esto, más si cabe se reforzaba cuando estaban dirigidos a públicos muy concretos (seglares, religiosas, sacerdotes, etc.).

Para ello utilizó los medios que estaban a su alcance, con elementos parateatrales, por ejemplo. Es muy abundante y reiterado el modelo iconográfico del Maestro predicando de pie, en un espacio abierto, brindando inclusive la distribución de su audiencia (Miguel del Prado, Colantonio, Bellini, Bartolomeo degli Erri, etc.), teniendo cuadros muy similares Siano di Pietro de la predicación de San Bernardino de Siena, franciscano vinculado a San Vicente y otro de los grandes predicadores populares de la época.

Puede pensarse que esta ubicación en un espacio al aire libre es fruto de la inclinación o gusto estético del pintor. Quizá sea así, pero también responde a las necesidades materiales del momento. Había una prohibición de la legislación eclesiástica de predicar en lugares sagrados, pero los Mendicantes (dominicos, franciscanos, etc.) desde su origen en el siglo XIII tenían un privilegio al respecto para facilitar su actividad predicadora y que no están en relación con los poderes especiales que tenía desde el comienzo de su predicación itinerante en 1399 (Robles Sierra 1994). Y así, por ejemplo, el valenciano predicó en el huerto del Convento en Palma en la Isla de Mallorca, o en Salamanca en el Monte Olivete casi a orillas del Tormes. En Valencia en la Plaza del Mercado, en la Plaza del convento de Santa Tecla, etc.

Una de las obligaciones de los que le habían llamado para que predicase en el lugar –bien autoridades eclesiásticas o bien civiles, una de las expresiones de la denominada «religión cívica»– era levantar un amplio y elevado estrado de madera desde el que iba a predicar y que se colocaba en una plaza grande, o en una amplia llanura de algún descampado, capaz de recibir la multitud que se reunía, ya que de ordinario no cabía en ningún templo local. Querían que la palabra del predicador pudiese llegar a todos y los espacios cerrados no permitían en el caso de grandes muchedumbres. Dotado de poderosa y sonora voz, tenía facultades para ser oído desde muy lejos –de hecho, era oído, quizá con más exactitud entendido, por todos–, y su predicación llegaba al corazón de sus oyentes.

El Arzobispo de Toulouse, Bernard de Rosergio, declaró en 1454 (Proceso de Canonización del Maestro Vicente Ferrer 2018: 416-422) que cuando predicaba tanto los primeros y más cercanos al púlpito, como los últimos y más alejados –incluso a la distancia que alcanza la flecha de un tiro de ballesta–, confesaban haber oído y entendido plenamente al Maestro Vicente predicando; lo cual era considerado por todos como don especial de Dios. Afirmación que ratifican otros muchos testigos del mismo Proceso de Canonización.

De pie y ante su auditorio, el Maestro Vicente Ferrer se transformaba. Los años pasan y dejan huella. Su larga y agotadora carrera de predicador acusaba sus efectos. Envejeció como todo mortal, pero al empezar el sermón parecía otro. Desaparecía el decrépito, cansado y agotado varón, y se imponía un hombre nuevo en plenitud de facultades. El ya citado Arzobispo de Toulouse lo declaró con elocuente precisión al señalar que se dirigía al pueblo y empezaba su sermón con rostro alegre y de buen color, como si fuese un joven de veinte o treinta años, con tanto fervor, pronunciando sus palabras con voz clara y resonante, con tanta y tan excelente elocuencia, que todos los que le escuchaban, tanto ancianos como jóvenes, tanto mayores como pequeños, tanto los instruidos como los sencillos, llenos de admiración recibían la Palabra de Dios con mansedumbre y caridad; no se cansaban, aunque la predicación en general durase cada día por lo menos tres horas e incluso en un Viernes Santo duró seis.

Evidentemente todas estas estrategias comunicativas –auténtica perfomance diríamos hoy ya que utilizaba tanto recursos externos como recursos literarios tales como extra-literarios–, como lo hacían otros grandes predicadores de la época (p. e. San Bernardino de Siena) (Esponera Cerdan 2015), estaban al servicio de la mejor comunicación del mensaje evangélico.

También quiero referirme a la presentación del Maestro como de una predicación tremendista y apocalíptica. Hoy por hoy puede afirmarse que del tantas veces mencionado inventario de los novecientos nueve themas de sermones vicentinos, por lo menos un 90 % de ellos no se refieren –ni en la enunciación ni en el desarrollo– al Juicio final ni al fin de los tiempos (Robles Sierra - Esponera Cerdán 2005: 636). Sin embargo, al respecto hay discrepancias y así por ejemplo a principios del siglo XX Roque Chabás escribió: «Todos sus sermones versan sobre el mismo tema: “el mundo está ya en sus postrimerías, pronto se ha de acabar, estamos ya viendo al Ante-Cristo”». (Chabás 1902-1903: 4). Este tipo de diferencias han sido también señaladas actualmente por Niederlander.

Pero hay que señalar que tuvo una importante evolución al respecto. Y así durante la duración del Gran Cisma de Occidente presentó íntimamente relacionados el Anticristo, el Juicio final y el señalado Cisma. Pero ya en los sermones de Cuaresma de 1417, por tanto, en pleno camino de la superación de este último, ya no une Anticristo y Juicio final, siendo de este y solamente de este que señala que vendrá «cito et bene cito et valde breviter», que tiene cierta reminiscencia de palabras de Jesús según el Evangelio (Jn. 16,32). Y es que para él los tiempos del Anticristo estaban íntimamente unidos a los del Cisma.

En nuestra opinión –como ya indicó Gorce en 1924 (Gorce 1924: 147)– este recurso a los tintes apocalípticos por parte del Maestro tuvieron una dimensión moralizante. Era en realidad una simple estrategia adoctrinadora en palabras del Papa Pío II, pues su Bula de Canonización (Bullarium Ord. Pred. 1731 III: 379 y ss; Diago 1599: 214v-217r; Esponera Cerdán 2005: 449-455) refrendaba la opinión de algunos coetáneos al Maestro Ferrer que aseguraban que la proximidad del final de los tiempos, la utilizaba para asustar.

Finalmente, en varios de los textos citados, Vicente Ferrer ha señalado su rechazo a los poetas y filósofos. Véase lo que dice Daileader al respecto. En Montpellier en noviembre y diciembre de 1408,

responsabilizaba a los teólogos de su penosa actuación. Dios permitiría al Anticristo interferir en la habilidad para hablar de los teólogos porque los teólogos habían descuidado el estudio de la Biblia hasta tal punto que incluso los judíos adolescentes conocían la Biblia mejor que los maestros cristianos de teología. En lugar de estudiar la Biblia, los teólogos y religiosos estudiaban ‘con mayor esmero… diversas obras fútiles como los sofismas, Virgilio, y otros poetas frívolos’. Su hostilidad antihumanista hacia el estudio de Virgilio y los poetas no sorprende; en Castilla, en febrero de 1412, Vicente elogió a los frailes que predicaban una ‘doctrina espiritual’ que tocaba el corazón, pero reprendió a aquellos que predicaban una ‘doctrina filosófica con citas de poetas’. Algunos frailes citaban a poetas hasta treinta veces en sus sermones; dichos frailes no lograban conducir a sus oyentes hacia la mejora moral y ellos mismos deberían ser llamados hijos de prostitutas. En cuanto a los que afirmaban que San Pablo citaba a poetas cuando predicaba, Vicente replicaba que Pablo, durante los treinta y siete años de predicación posteriores a su conversión, citó a poetas en solo tres ocasiones, un total completamente insignificante, como tres granos de cebada en un gran cargamento 13.

Y es que el Maestro rechazaba la vanagloria y superficialidad que muchas veces poseían estos aparentemente cultos predicadores 14.

Concluyendo. Como es bien sabido, no sólo predicó por la Corona de Aragón y la de Castilla, sino por buena parte de la Europa occidental y además sus sermones se leyeron y editaron posteriormente en Europa por considerársele modelo de predicador y sus sermones ejemplos a seguir.

En un sermón de su periplo mallorquín iniciado a fines de 1411, pero se desconoce el lugar y el día, señala que la Santa Escritura, y especialmente el Santo Evangelio, es denominado huerto cerrado y no campo, según aquello de «Huerto cerrado eres» (Cant 4,12) (Aviñón 2019: 1179, sermón 89). Añadiendo que buen huerto cerrado será el que tenga como muro pared altísima, portal pequeño y estrecho y buena puerta y barra. Del mismo modo, el santo Evangelio es muro altísimo, esto es cercado con la fe cristiana, que asciende al Cielo en tal grado, que ningún infiel ni hereje o cismático puede entrar para destruir el fruto. Su portal estrecho y bajo es la humildad, y por ello ningún soberbio puede entrar para coger los frutos de los secretos ni comprenderlos. La puerta firme es la pobreza apostólica, y por ello, aunque sean muchos los que lo deseen, sin embargo, no pueden hallar los tesoros espirituales, al estar impedidos por los tesoros de este mundo. La cerradura (o barra) es la penitencia, por ello las personas deliciosas o lujuriosas no pueden entrar para comer de los frutos de este huerto, porque no sienten la dulzura, pues han perdido el paladar con la dulzura de los vicios. Sin embargo, está abierto al cristiano de corazón humilde, al pobre de espíritu y al penitente, esos sienten el sabor de sus frutos y de esos dice Cristo, señor del huerto: «Venga mi amado a su huerto y coma del fruto de sus manzanos» (Cant 5,1). Adviértase que «amado» de Cristo es el cristiano, que tiene en su corazón fe firme y humildad. Nótese también que dice «a su huerto» y el Evangelio es el huerto donde Cristo es señor, pero se dice finalmente que es del cristiano porque ha sido hecho para él. He aquí la razón de que al Santo Evangelio se le denomine huerto. Por tal razón, –dice el mismo Maestro Vicente– yo ordenaré en el huerto del Evangelio tres taulas de acuerdo a las tres principales partes que tiene.

4. BIBLIOGRAFÍA CITADA

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1 Para un análisis de las escatologías dominicana y franciscana primitivas, cf. Fuster Perelló 2004: 85-97.

2 Así lo señala por ejemplo en los dedicados a Santo Domingo de Guzmán, cf. Esponera Cerdán 2007c: 165-178.

3 Cf. Quaresma 1927:129-134, cf. Ysern i Lagarda 2019. «Francesc Eiximenis, coetáneo de Ferrer, comienza el segundo libro de su magna obra Lo crestià recordando que ‘Militia est vita homnis super terram’ (Job I), es decir: ‘¿No es milicia la vida del hombre sobre la tierra?’. Cierto es que él, en realidad, aprovecha esa cita para describir la vida en términos de conflicto y combate contra el mal, lo que le permite acercarse al concepto de caballería y describir el sentido y las funciones de esta, así como las obligaciones del buen caballero», cf. Ysern i Lagarda 2015: 252-253.

4 CC 2002: 209, sermón 49. A continuación, por lo menos el 1 de mayo de 1412 en la albaceteña Chinchilla de Monte Aragón, se presenta a sí mismo como aquel que anuncia que el Anticristo vendrá en poco, en poquísimo tiempo. La imagen del predicador como atalaya en San Gregorio Magno en su Homilía sobre el libro del profeta Ezequiel (cf. Lib. 1, 11, 4-6), pero él remarca más el aspecto del buen ejemplo que el predicador debe dar con su conducta, porque está puesto para que todos lo vean.

5 OO 1693 I: 367. En uno del viernes de la cuarta semana de Cuaresma de 1413 afirma: «lo preycar ha nom ‘sembrar’ quant es a la obra: Semen est verbum Dei [Lc 8,11], e es-se seguar quant es fan lexar peccats», Quaresma 1927: 164.

6 En otro también predicado un Tercer Domingo de Cuaresma, describe el comportamiento de los trompetas durante la batalla: «La IIIª condició és trompetes provocans, que quan la batalla comence, les trompetes se’n munten alt en hun loch, per tal que vegen la batalla: ‘He! Qui vençrà?’, e toquen fort. Axí per speriència veu hom que ans que no toquen, los cavallers estan segurs, e quan aquells toquen, llavors comencen a batallar. E aquests són los preÿcadors qui preÿquen la paraula de Déu, car la preÿcació és quasi com una trompa, car axí la preÿcació ha molts canons, axí la preÿcació ha moltes parts», Sermons 1932 V: 205).

7 Ysern i Lagarda comenta que «se plantea un interesante juego de palabras, que sólo en parte consigue mantener. El original dice: ‘Estrényer-se en son estudi’. En realidad, el verbo ‘estrényer-se’, tiene un sentido muy amplio. Su participio es ‘estret’ y, además del uso participial, como adjetivo, tiene el sentido de ‘estrecho’: de ahí que el orador pueda pasar de referirse a la estrechez de la boquilla de la trompeta a referirse a la idea de ‘apartarse en el estudio’, ‘recluirse en la soledad del estudio’, y, más abajo, incluso ‘estrényer-se de no parlar amb les gents’. En castellano es imposible mantener ese sentido exactamente, pero el término ‘estrechez’ recuerda la idea de la austeridad del intelectual, de los rigores a los que se somete éste, entre los que se puede contar la soledad», cf. Ysern i Lagarda 2015: 259, nota 648.

8 San Vicente Ferrer 2005: 550-551. Al comienzo del siglo XVII el también dominico valenciano Juan Gavastón en su traducción castellana a este tratado, le hizo unas interesantes glosas y comentarios, cf. Esponera Cerdán 2016.

9 Cf. Sermons 1932 V: 47-48. La versión de 1695 es más cristológica: «Tunc Beatus Vincentius cogitavit imitare maiorem praedicatorem, scilicet Christum, qui coepit facere et docere. Incepit ferventer paedicare, non solum verbo, sed etiam exemplo et opere» (OO 1693 III: 140). Sobre su predicación sobre el mártir, cf. Esponera Cerdán 2007c: 145-164.

10 «Quan Jesuchrist toquarà a la porta, axí como vos he dit, agenollat-vos, e digau, axí com Samuel: ‘Ecce ego’ [1Sa 3,9], que.u metau en obra allò que Jesuchrist vos dirà» (Sermons 1932 II: 74-75).

11 Sermons 1932 II: 72-73; añadiendo: «e ara yo qui vayg preycan per les viles e ciutats, vos apell per paraula viva».

12 Cf. Aviñón 2019: 1429-1439, sermón nº 112. En otro de este mismo Sermonario habla sólo de tres sentidos: Ystòric o literal; Al·legòric o figural; y Tropològic o moral, aplicándolos a Mt. 9,20 (cf. Aviñón 2019: 1189, sermón nº 90).

13 Daileader 2019: 101-102. Pero me parece un poco excesivo presentarlo como manifestación del «antihumanismo popular», de la «bandera apocalíptica contra el neopaganismo», cf. Sanchis Guarner 1966.

14 Esponera Cerdán 2018b. Ya que estamos en Valencia, viene a mi memoria la tradición que cuenta que en una de sus entradas triunfales a la ciudad, se le acercó el franciscano Francesc Eiximenis y le preguntó: «Padre Vicent, ¿cómo va la vanagloria?». Y que el Maestro Vicente le respondió: «Padre Francisco, va y viene, pero no se detiene por la gracia de Dios», cf. Diago 1599: 183v.

Vicent Ferrer. Projecció europea d'un sant valencià

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