Читать книгу Cómo superar el trastorno bipolar - Alberto Caselles Ríos - Страница 11
Un pasado reciente
Оглавление“Abandonar puede tener justificación;
abandonarse no la tiene jamás”
Ralph Waldo Emerson
Hace ya más de seis años que abandoné mi profesión. Poco a poco e inesperadamente, el ruido de fondo empezó a desvanecerse y comenzó a sonar una agradable melodía.
Cuando una persona afronta un cambio vital tan radical surgen una serie de miedos, la mayoría de ellos infundados, y todos ellos consecuencia de la incertidumbre. La nueva situación a la que uno se enfrenta es imposible de imaginar y resulta tan fácil como frecuente equivocarse al tratar de intuir qué vendrá después. Reinventarme, en el sentido más amplio de la palabra, supuso un balón de oxígeno que me despertó a una nueva realidad, pasando de una existencia de sufrimiento y desenfocada, a una vida rica y llena de matices. Todos deberíamos obligarnos a parar cuando la maquinaria empieza a hacer ruido. La capacidad de sufrimiento no tiene límites y puede conducirnos a un pozo tan profundo como oscuro si no tomamos alguna decisión a tiempo.
En este sentido soy un claro ejemplo de lo que no hay que hacer. Tardé más de diez años en reaccionar, convencido de que podía ser capaz de meter un barco dentro de una botella de cristal simplemente porque había visto que, mis compañeros de universidad, lo habían conseguido sin mayores problemas. Si le obligara a cualquiera de ellos a escribir un libro es posible que se sintieran de una forma muy parecida a la que yo me sentía ejerciendo una profesión heredada. Descubrir que soy capaz de hacer lo que la mayoría no es capaz de hacer, como escribir un libro, e incapaz de hacer lo que muchos son capaces de hacer, como trabajar en una oficina, me invita a sugerirte que reclames siempre tu propia individualidad. En una sociedad uniforme, las personas con dificultades de adaptación partimos con una clara desventaja, y he de reconocer que, en cierta manera, envidio a las personas capaces de adaptarse porque están menos predispuestas al estrés y el sufrimiento. Ante mi propio asombro, alejarme del entorno laboral supuso, casi de inmediato, empezar a recobrar la salud.
La vida, sin embargo, todavía tenía guardada una sorpresa para mi en forma de tragedia. Despertar de madrugada con el estruendo de una explosión en tu propia casa debido a una negligencia profesional, me robó la vida de mi mujer y estuvo a punto de llevarse mi propia vida y la de mis dos hijos. No es difícil imaginar que una experiencia tan traumática y aterradora como el sobrecogedor silbido de las llamas envolviendo tu casa en la oscuridad de la noche, cambia radicalmente la vida de un hombre. Despertar en la unidad de grandes quemados de un hospital, después de un coma inducido, fue despertar de una pesadilla con una pesadilla aún peor. Desgraciadamente, cuando estaba logrando recomponer mi vida el sufrimiento con mayúsculas me golpeaba de nuevo de una forma tan violenta como dolorosa. Aquella tragedia, para mi propia sorpresa, acabó por destapar la capacidad de sobreponerme a una situación tan dramática como excepcional. Entrar en detalles sobre la diferencia entre la vida de un hombre corriente y la de un superviviente no es el objeto de este libro, pero no podía omitir esta circunstancia vital tan extrema porque soy quien soy, en gran medida, debido a todo el sufrimiento que he padecido.
Mi vida, desde entonces, es una vida completamente diferente porque después de un hecho tan trágico la vida de ningún hombre podría ser igual. Padezco dolor crónico y, de momento, aunque me impone sus limitaciones, he conseguido ganarle la batalla al dolor. Finalmente y felizmente, se ha convertido en una circunstancia más, como la de aquel que tiene que desplazarse en silla de ruedas o sufre una enfermedad irreversible. El dolor físico y el sufrimiento emocional han sido los dos protagonistas de mi vida. Aunque hubiera preferido tener otros profesores, ambos me han enseñado mucho y me han convertido en la persona que soy.
En realidad, quien me permitió renacer fue una psicóloga a quien regalaré este libro por su cumpleaños. Una persona que, desde el momento en que la conocí y durante seis años de psicoterapia, hizo posible lo imposible, recogiendo mi sufrimiento una vez más y asistiéndome para que pudiera llegar un día en que yo mismo fuese capaz de ayudarme, especialmente tras la mayor desgracia de mi vida.
Asistir a un taller de escritura en mi ciudad un año después del accidente, supuso el descubrimiento de que podría, con esfuerzo y dedicación, concluir un libro. Cuando comencé a adoptar el aprendizaje como motor de mi vida, mi mundo emocional, asombrosamente, empezó a ordenarse hasta llegar a alcanzar la emoción más intensa que conozco: la serenidad.
Mi vida gira alrededor de dos actividades muy estimulantes: la lectura y la escritura. Curiosamente, las primeras habilidades que aprende un niño en la escuela, me permitieron volver a disfrutar y me enseñaron a vivir.
Últimamente he leído muchos libros que me han enseñado cómo funciona el “piso de arriba”. Antes me dediqué a leer otros muchos que me permitieron comprender algunas experiencias de mi vida y enseñaron a no cometer los mismos errores. Uno puede llegar a tener una vida mucho más saludable aprendiendo simplemente de lo que los demás ya saben. Hoy ya no se trata de una necesidad, sino de una verdadera pasión.
El saber sí ocupa lugar, decenas de libros junto a mi escritorio son la prueba de una falta de espacio cada vez mayor. El aprendizaje no sólo ocupa un lugar en tu vida, es uno de los ingredientes imprescindibles que posibilitan el bienestar psicológico. La motivación necesaria para perseguir tus ilusiones junto con el aprendizaje continuo son dos de los grandes pilares de la felicidad. Y no hay sensación más gratificante que recuperar la salud cuando el sufrimiento ha llegado a extremos fuera de lo común. La última capa de la tarta, y más dulce, surgió de una forma natural y espontánea. Una vez alcanzado el bienestar psicológico descubrí que podía desarrollar un potencial y tratar de aliviar el sufrimiento ajeno compartiendo mi experiencia.
Una de las sensaciones más agradables de esta nueva vida es sentir que después de subir el primer peldaño de tu escalera, el pie izquierdo ya sabe dónde está el siguiente y puede pisar con firmeza. Reconocido cuál es tu propósito, todo resulta más fácil. Acudí a una asociación de pacientes bipolares donde empecé a conocer experiencias de otras personas que, como yo, habían sufrido los mismos síntomas en circunstancias aparentemente muy diferentes. Las situaciones de estrés parecen ser uno de los nexos comunes de muchos pacientes bipolares cuando aparecen los primeros síntomas, y los problemas de autoestima también son frecuentes entre los afectados. Esto era todo lo que conocía más allá de haber sufrido la depresión y la euforia propias del trastorno bipolar, algo que resultaba evidente, incluso en las primeras reuniones mensuales que manteníamos para compartir y apoyarnos mutuamente. Dos años después, constituí una nueva asociación con el nombre Esperanza Bipolar con el propósito de promover el bienestar entre las personas diagnosticadas con trastorno bipolar. Sorprendentemente, la asociación supuso un sueño más hecho realidad, uno de tantos por cumplir en el momento en que sufría todavía con intensidad los síntomas e imaginé el día en que podría compartir mi experiencia de recuperación tras la enfermedad.
Durante los últimos cinco años, mi día a día ha consistido en leer para aprender, y reflexionar sobre mi propia experiencia con la finalidad de comprender qué me había sucedido para haber tocado fondo de aquella manera. Lógicamente, las respuestas fueron surgiendo cuando el bienestar ya dominaba mi vida y, súbitamente, aparecieron las primeras conclusiones más reveladoras.
Un día, paseando por la calle, un destello me hizo recordar cuál era mi sensación y qué rondaba mi cabeza cuando la euforia invadía mi cuerpo. Se trataba de una sensación que se repitió en más de una ocasión, tras la cuál se escondían algunas experiencias pasadas que finalmente han adquirido un sentido.
Este primer fogonazo de conciencia constituye el origen de este libro y me ha permitido ir reflexionando sobre algunas de las fuerzas que pueden desequilibrar a las personas diagnosticadas con trastorno bipolar que se vean reflejadas, de una u otra manera, en los veintiún malos hábitos que podrás leer en los próximos capítulos del libro.
Todos ellos se relacionaron con mi experiencia vital y tuvieron un efecto tan perjudicial sobre mi salud que me derrumbaron como un castillo de naipes sorprendido por una una pequeña corriente de aire. Algunos de estos hábitos acabaron por convertirse en una fuente de sufrimiento emocional creciente en intensidad que trabajaba por debajo de mi nivel de consciencia.
Mi mayor ilusión no es haber terminado este libro. En realidad, todavía está por cumplir. Si todo mi sufrimiento durante los cinco años que padecí los síntomas del trastorno bipolar sirven para aliviar tu sufrimiento, mi ilusión se habrá cumplido. Este libro tiende un puente entre mi sufrimiento y el tuyo, y es un compromiso personal que adquirí con todo aquel que sufre el trastorno bipolar, y que, hoy en día, es una parte muy importante de mi vida.