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La documentación

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Nuestro objetivo, desde el momento en el que abordamos la tarea de la preservación documental del fondo, fue, y sigue siendo, la clasificación, la ordenación y la catalogación de un legado (Martín Díaz, 2013) disperso y en claro peligro de desaparición por algunos de los factores determinantes que quedan apuntados en este trabajo. La documentación que encontramos en las ruinas de lo que fue la casa solariega de los Lazaga –ya de propiedad municipal– estaba, en el mejor de los casos, metida en bolsas de plástico abiertas y en muy mal estado y, gran parte de ella, esparcidas por varias de las habitaciones del edificio entre vigas caídas y demás materiales provocados por el derrumbe de sus paredes, producto del deterioro que había sufrido el edificio desde el último arreglo superficial al que fue sometido en el año 2001.

El repositorio, en su mayor parte, está compuesto por más de dos mil cartas y cuatrocientas fotografías, además de revistas, libros académicos de temática profesional y naval, libros de contabilidad, algunos planos, manuscritos, dibujos, tarjetas de visitas, etc.

La primera actuación que se llevó a cabo ante ese hallazgo, temiendo la posibilidad de otro derrumbe, fue la de recoger y reembolsar el mayor número posible de documentos y trasladarlos a las dependencias del Museo Histórico de San Fernando para, en un primer momento, ordenarla por tipo documental: cartas, fotos, revistas, periódicos, etc.La documentación que se manejó, éramos conscientes, estaba incompleta, y a pesar de ello, intuíamos que permitiría armarpaso a paso la vida de algunos de los protagonistas que aparecerían en ellas o el desarrollo de los avatares familiares. Los huecos documentales respondían, por un lado, a que la familia vendió la casa al Ayuntamiento, por lo que sospechamos que debieron llevarse consigo los documentos que consideraban más importantes o sensibles, y por otro, por las vicisitudes por las que había pasado la casa durante la limpieza para la exposición, una exposición temporal, en la que se tiraron por error, o desidia, objetos y documentos a los contendedores de basura cercanos a la casa en plena vía pública.

El método que llevamos a cabo para la calificación del legado fue el principio de procedencia de los fondos, es decir, dejando que los propios fondos nos marcaran el cuadro de clasificación, siguiendo así las recomendaciones y directrices del Manual de Organización de Documentos en Archivos, editado por el Archivo General de la Región de Murcia, dependiente de la Consejería de Cultura y Turismo de esta Región, y la obra de Antonia Heredia Herrera (1986), Archivística general: teoría y práctica, publicada por Diputación Provincial de Sevilla. Así, por ejemplo, se clasificó la prolija correspondencia de María Dolores Lazaga con su marido José María Chereguini y sus amigos y familiares vinculados a otros cuerpos del Ejército, especialmente cuando éste se encontraba destinado en la escuadra del Almirante Cervera en Cuba en el período de 1895-1898. También se manejó una considerable correspondencia de José María Lazaga –al margen de la profesional– sobre el negocio del ganado y los cultivos en los pueblos de la sierra gaditana y del “trasiego” comercial e industrial de las salinas de su propiedad: barcos, fletes, destinos, precios, clases de sal, proveedores de maquinaria, clientes, etc. También encontramos los contratos y escrituras de la casa adquirida a sus primeros propietarios y constructores, ya que la casa fue edificada en el siglo XVIII por los marqueses de San Juan de Carballo, mayorazgo que recibe Antonio Pardo de Figueroa de la Regueira por mandato del rey Felipe V, el 16 de septiembre de 1721. José López de Liaño, sexto marqués de San Juan de Carballo, fue quien en 1886 vendió la casa, por 52.200 pesetas, a José María Lazaga Garay (Gullón, 2015).

Si bien es cierto que con estas teselas no se puede completar al cien por cien este mosaico, los documentos que manejamos, hasta este momento, permiten ser optimistas a la hora de esbozar un cuadro bastante amplio y preciso de la vida cotidiana de esta saga familiar de marinos, pertenecientes a la burguesía y a la élite militar que nos pueden ayudar a conocer desde esta óptica tan particular a la sociedad isleña de finales del siglo XIX y principios del XX. Aún quedan documentos interesantes por descubrir, ordenar y clasificar, que quizá, en un segundo proyecto salgan a la luz para que estén a disposición de los investigadores e historiadores.

El valor histórico-arqueológico del mar

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