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Los derroteros

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Los derroteros son una tipología documental que actualmente se define como la dirección que se da por escrito de un viaje por mar. Ofrecen una gran cantidad de información no solo sobre la navegación, sino también sobre meteorología, los pueblos o las ciudades costeras, la profundidad o el tipo de fondo. En muchos países, las derrotas oficiales son obligatorias en los puentes de mando y son confeccionadas por instituciones con las infraestructuras necesarias para obtener, de manera fiable, toda la información necesaria. En el caso español, las realiza el Instituto Hidrográfico de la Marina y son publicados por el Ministerio de Defensa.

Antiguamente, eran libros manuscritos que llevaban los pilotos o capitanes a bordo de los barcos y donde se recogía cualquier cuestión o hecho relevante sobre la navegación y arribo a tierra, de manera que se detallaban las rutas que les permitían poder navegar y arribar a los puertos con seguridad; se detallaban las rutas o las “derrotas” marítimas con explicaciones y advertencias técnicas. Estas instrucciones estaban acompañadas con dibujos llamados “plantas o señas” que detallaban de forma visual las costas, los accidentes geográficos y los puertos con el objetivo de facilitar la navegación (Martín-Meras, 2015). En los textos se escribían los informes de los vientos, mareas y corrientes dominantes, las enfilaciones, las señas y los datos sobre los mejores sitios para hacer aguada, reponer el agua potable de la embarcación y bastimentos.

Los análisis de los derroteros pueden reportar estudios sobre cambios en los perfiles de las costas, ya sean por mano antrópica o por las fuerzas de la naturaleza, marcas de puntos de aguada, de fondeaderos o de naufragios olvidados; indicios que pueden ayudar a plantear nuevos interrogantes en el campo histórico y arqueológico.

El origen de esta tipología documental no está claro a pesar de que se conocen ya desde la época medieval y anteriores, incluso, a las cartas portulanas (Martín-Meras, 2015). En época antigua, los documentos que más parecido tienen son los periplos. Salvando la diferencia de cronología, estos documentos antiguos recogían también información sobre la navegación ya fuera sobre las costas más adecuadas para fondear o los puertos seguros. El principal problema que presentan estos textos es que están mezclados con mitos y leyendas, haciendo en numerosas ocasiones imposible discernir entre la verdad de la fantasía.

La introducción del uso de la brújula en el siglo XII y el desarrollo del astrolabio en la zona mediterránea facilitó la creación de libros de derrotas en los que se describían los rumbos y las distancias aproximadas entre puertos (Posada Simeón, 2013). El derrotero más antiguo conocido figura en la Historia Eclesiástica de Adam de Bremen que fue escrita en el siglo XII. Parece ser la versión resumida de un documento más extenso en el que se explican las etapas marítimas de un viaje por el Mediterráneo hasta llegar a Acre, en Palestina. Aparecen las distancias por días de navegación y también una indicación aproximada sobre el rumbo que se debía de seguir. El primer derrotero conservado es el Il Compasso di navigare, que está fechado de principios del siglo XIII y recoge las derrotas de la cuenca mediterránea (Martín-Meras, 2015).

Después de la caída de Constantinopla a manos de los turcos en 1453, empezaron a llegar a occidente numerosos libros manuscritos a Italia. Entre estos se recogían las descripciones de itinerarios tanto terrestres como marítimos. Estas rutas marítimas describían de forma más o menos detallada las costas mediterráneas y las distintas islas que se podían usar como puerto (Posada Simeón, 2013), como en el caso antes comentado de la Historia Eclesiástica de Adam de Bremen.

Estos libros, y el auge en el conocimiento marítimo que se dio en la época bajomedieval provocaron un acercamiento al saber registrado en los documentos producidos por los pueblos musulmanes en el campo de la geografía del mundo; a destacar el escrito que acompaña la Tabula Rogeliana de Al-Idrisi fechada del siglo XII, que señala días de navegación y los escritos de Al-Umani, fechados del siglo XIV (Posada Simeón, 2013).

Los primeros derroteros de América son principalmente españoles; a los elaborados inicialmente por los conquistadores en los Viajes Andaluces, hemos de sumarle los establecidos oficialmente por las rutas que las flotas de Indias formaron durante el siglo XVI y que se mantuvieron con modificaciones hasta el siglo XVIIII. No obstante, el reconocimiento de nuevas tierras bordeando las costas conllevó la producción de nuevos documentos entre los que no podían faltar las derrotas y diarios de navegación.

En 1508 con la incorporación de un Piloto Mayor en la Casa de Contratación de Sevilla, encargado de examinar los pilotos para la Carrera de Indias, empezó a crecer la necesidad de confeccionar cartas náuticas del nuevo continente. En 1519, la tarea de la elaboración del Padrón Real o mapa Modelo del Nuevo Mundo fue del cosmógrafo establecido en la Casa. Este cargo también se encargaba de recopilar todas las instrucciones sobre cómo navegar y recoger la información que se podía extraer de los derroteros (Cervera Pery, 2002).

La Casa de la Contratación empezó a formar pilotos a pesar de que la enseñanza náutica en España se impartía en el Colegio de Pilotos Vizcaínos establecidos en Cádiz, en virtud de una Real Cédula de los Reyes Católicos dictada en Sevilla el 18 de marzo de 1500. Los pilotos titulados prestaban juramento de no dar ni vender o ceder las cartas de navegación a ningún extranjero (Phillips, 2013).

A medida que nuevas tierras se fueron “descubriendo” y colonizando, el número de derroteros que permitían la navegación por las nuevas costas se incrementó. Estos documentos fueron claves para organizar la navegación y el propio comercio con los territorios que más alejados estaban de la Metrópoli, como por ejemplo las Islas Filipinas. Eran textos increíblemente valiosos puesto que en ellos estaba recogida toda la información para poder llevar a cabo las conexiones marítimas, vitales para la conservación del Imperio que España estaba creando durante los siglos XV-XVI. Ante el interés de otras potencias que estaban intentando llegar a las mismas costas que los castellanos, la publicación de dichos derroteros se mantuvo en secreto para evitar la colonización y la explotación extranjera de aquellas tierras. Para los españoles, el objetivo de formar mejores y más capaces pilotos entraba en conflicto con la necesidad de mantener la información a salvo de posibles espionajes (Phillips, 2013).

Los derroteros como fuentes se han analizado con objetivos distintos: o bien para descubrir las rutas que seguían las naves, o bien para conocernuevos detalles de las costas ya descritas. Los trabajos realizados difieren por zonas de estudios, enfoques en el análisis y en la cronología. Se han podido diferenciar cuatro perspectivas distintas sobre cómo presentar un derrotero o un análisis de uno de ellos, ya sea actual o histórico.

En un primer modelo, los autores, fijan su interés en los aspectos descriptivos que detallan las marcas de derrota más importantes de la costa, para referenciar posibles coordenadas de localización. Del mismo modo, se aporta información sobre la temperatura mediana, los kilómetros cuadrados del área municipal de la que se está hablando, los poblados recogidos en la misma, los accidentes geográficos o los edificios más significativos. Al texto en cuestión, se pueden añadir fotos, esquemas, dibujos y tablas que ayuden a una mejor comprensión del escrito. Según la extensión del derrotero y la institución creadora se adjunta más información como glosarios con los términos más específicos en castellano y traducidos al inglés o la meteorología de la zona, juntamente con otras características que son de vital importancia si se quiere navegar de forma segura.

Dentro de este modelo de trabajo podemos referenciar la obra de Guillermo Díaz; se trata de un “Derrotero del Pacífico Colombiano”, publicado en las Actas de la Oceanografía del Pacífico INOCAR en 1998. Consta tan solo de once páginas que contienen esquemas y dibujos intercalados que facilitan el entendimiento del texto. Otro derrotero analizado está publicado, en 1998, por una entidad que tiene acceso a unas infraestructuras que le permiten realizar un trabajo con una muy buena precisión; en este caso por el Ministerio de Defensa Español. La obra con 464 páginas contiene las derrotas de las Costas del Mediterráneo que comprenden las Costas N y S del Estrecho de Gibraltar y la Costa Oriental de España desde la Punta Europa hasta la frontera con Francia.

Otra forma de acercarse al estudio de los derroteros inciden en utilizar la documentación como base para explicar las posibles rutas comerciales, la cosmovisión de los tripulantes de las embarcaciones o el origen y formación de los pilotos, entre otros temas. De este caso en particular se han analizado cuatro ejemplos que varían en cronología y áreas geográficas, así como en algunas características particulares.

El primer artículo escogido ha sido las cartas-derroteros escritas por Lorenzo de Mendoza en 1630. El trabajo que se ha utilizado es de autoría de Antonio Valiente Romero y se titula “Envidiosos de la Grandeza y Felicidad de Su Imperio. Las propuestas de Lorenzo de Mendoza ante la amenaza holandesa a la hegemonía colonial Ibérica”. Las cartas están escritas entre 1630-1654 y dirigidas a Felipe IV. Si bien se relatan muchas características de la actual zona de Brasil, el principal objetivo de Mendoza, según Valiente Romero, era dar parte a Su Majestad del estatus de los súbditos portugueses que vivían en sus dominios y denunciar las capturas de indios que se estaban produciendo. El autor ha destacado estas partes, quedándose en los aspectos más socioeconómicos. Los paisajes, las rutas marítimas, fluviales o terrestres, se mencionan sucintamente.

El trabajo titulado “América ante los pilotos de Ayamonte. El derrotero de las indias de Benito Alonso Barrozo”, lo encontramos publicado en las actas de las III Jornadas de Andalucía y América (Moreno, 1985). Se trata de un artículo, con un marcado carácter biográfico, que retrata más al autor que al propio viaje. El objetivo de dicho derrotero de 1689 era enseñar a las nuevas generaciones de navegantes la travesía a las Indias. En ningún momento de toda la publicación aparece ninguna transcripción del documento original.

De Antonio Mira Toscano, de la Universidad de Huelva, es publicación “Mercurio Pervano”que presenta “Andrés de Urdaneta y el tornaviaje de Filipinas a Nueva España”. En la publicación se dan a conocer los objetivos del viaje, las dificultades del mismo y las únicas transcripciones que aparecen son de la correspondencia que se mantuvo con el nuevo continente y con la Metrópoli, acerca de las costumbres de las gentes autóctonas del archipiélago filipense.

El último artículo tratado que entra dentro de estas características es el de María Montserrat León Guerrero con el “Gran logro descubridor del Reinado de Felipe II. El hallazgo de tornaviaje de las Filipinas por el Pacífico hasta Nueva España”. Este está estrechamente ligado con el comentado anteriormente, pero, como en el otro caso, no aparece ninguna referencia trascrita del derrotero, aunque incluye la información ya extraída y analizada que permite reconstruir la ruta que se siguió en forma de esquemas sobre mapas.

El tercer modelo de análisis de los derroteros es el que presenta la transcripción íntegra del documento o bien grandes partes del mismo junto con análisis de rutas y de condiciones náuticas. En este caso, la forma de la presentación determina la forma como se abordan los documentos.

El primer artículo trabajado analiza dos derroteros que, en este caso, están describiendo la ruta que hacían las naos desde Sanlúcar de Barrameda hasta San Juan de Ulúa de México. La autora, Mª Carmen Martín Bueno, transcribió solamente las partes de los dos derroteros que hacían referencia a la navegación del archipiélago canario. Estas transcripciones, si bien separadas, dependiendo de qué documento procedieran (el escrito en 1578 o el segundo del 1609), no están acompañadas de un análisis. Las características de las islas que en el trabajo se describen son muy completas, pues contiene detalles que hubiesen facilitado un análisis desde una perspectiva náutica de las rutas seguidas en los diferentes años, pudiendo realizar a su vez una comparación de la variación de las rutas, términos náuticos, puertos, orografía […] desde finales del XVI a principios del XVII. Si el resto de los dos derroteros que actualmente se encuentran en la Biblioteca Nacional de Madrid son tan detallados como la parte inscrita en el artículo, se trata sin duda de unos documentos excepcionales.

El otro trabajo analizado es un proyecto realizado desde México por la investigadora Mª Luisa Rodríguez Sala (2013), donde estudia el “Diario de Navegación hecha por José Antonio Vázquez, que navegó desde Nueva España a las Filipinas en los años 1780-1781”.

La última tipología en que se han podido dividir los derroteros es la de publicar la transcripción íntegra sin información o comentarios asociados. Son el caso de las transcripciones que se han encontrado del documento que se analiza en este trabajo, la de Urbina (2014), publicada por las ediciones de la Universidad Católica de Valparaíso y la publicada en el Diario Anual de la Armada de Chile el 1886.

Figura 2. Tapa del Diario de Antonio de Vea.


Fuente: Imagen extraída De Vea, 1675-1676.

El valor histórico-arqueológico del mar

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