Читать книгу Desórdenes - Alberto Quintana - Страница 5
ОглавлениеLas palabras
Mágicas y fundantes
…apenas has sentido ya viene lo otro, vienen las palabras …no, no son las palabras, es lo que está en las palabras; esa especie de cola de pegar, esa baba.10
Me gustaría comenzar con una patada al pecho. Planteando la idea de que el lenguaje constituye un esfuerzo inútil por tapar el desorden de las cosas. Para ello hubiese sido estupendo arrancar el capítulo con una cita de Las palabras y las cosas, el libro de Michael Foucault -el título encaja, es un autor de culto y viste mucho todo lo que toca-; pero, aunque lo haya citado alguna vez, admito que jamás lo leí. A veces pasa.
El Génesis, que sí he leído, sostiene que al principio el mundo era una confusión. Hasta que llega dios y le pone orden a todo a través del lenguaje. Lo cantaba Carlos Puebla, llegó el comandante y mandó parar: …y llamó a la luz ´día´, y a las tinieblas ´noche´. Hubo así tarde y mañana …y todo eso.
Quien lo haya escrito comprendía que la acción divina es una clasificación. Dios da vida al mundo ordenándolo, marcando límites y alrededores (que ésa es precisamente la definición de definir, valga la redundancia). El primer acto de fe de los cristianos consiste en creer que bastó esa/ese orden para acabar con el caos. Pero, ¿…y si no hubiera sido así?
No son solo los cristianos (aunque ellos sean los más poderosos); para los guaraníes la palabra también es la vida misma -lo es todo-. Por eso para suicidarse tradicionalmente eligen el ahorcamiento; es decir, oprimirse la garganta hasta matar la palabra.11 La palabra… ¿no le suena en nuestra tradición cristiana aquello del verbo divino, que además se hizo carne?
Lo mismo sucede, a poquito que nos fiemos de los antropólogos, en las creencias de los guayakíes (o achés), para quienes la palabra -desprovista de significado- remite a la trascendencia y se convierte en algo sagrado que no tiene traducción posible.12
El poder, pues, sale de la boca humana. Y no de la boca del fusil, como decía el cafre de Mao.
Seguro que hay muchos otros ejemplos religiosos que sugieren que los hombres no hablamos, sino que somos hablados. Pero como me he ido demasiado arriba y es preferible bajar el listón de lo teológico al nivel del suelo, sin entrar en metáforas ´que habiten entre nosotros´ asumo que son las palabras las que estructuran nuestro pensamiento. Las que hacen posible producirlo, y también reproducirlo. Así como hablemos seremos capaces de pensar (y por eso será un drama que nuestros hijos no adquieran el suficiente vocabulario; porque si no pueden matizar su discurso tampoco van a poder afinar sus reflexiones, y será por tanto más fácil que los manipulen y luego pase lo que pasa).
Sin palabras no hay conceptos. Y hablar de manera diferente implica pensar de manera diferente. No es lo mismo hacerlo en español que en mandarín. Hay lenguas por ejemplo en las que la palabra religión no existe. Pensar en eso provoca un poco de vértigo.
Lo decía Malinowski: la realidad es una creación social construida por el lenguaje. También lo han dicho Berger y Luckmann -hay que ver qué suerte llamarse así-.13 Y eso que ninguno de ellos conoció Second life, Pokemon GO ni ninguna otra de tantas construcciones paralelas y virtuales.
Bartomeu Meliá lo complementa de una manera bonita -es digno de admirar lo bien que escribe-. Meliá es uno de los sabios vivos (en el momento en que escribo estas líneas, pero está mayorcísimo) que más sabe de todo esto. Y se esfuerza en explicarlo:
…el lenguaje no es un tubo por el que circulan palabras, sino un esófago donde se digieren experiencias.
En cualquier texto tiene siempre mayor importancia lo que provoca que lo que contiene, y eso depende más del receptor que del emisor (del lector que del autor). Lo provocado tendrá directamente que ver con las experiencias a que Meliá se refiere -lo único que permite aprender es la experiencia-. El que lee es a la vez intérprete, amo y filtro del texto. En última instancia, más que bípedos implumes, que es como definía Platón a los humanos, somos filtros culturales.
La verdad es que entre esa afirmación del Padre Meliá y Mariano Rajoy desencadenado diciéndole a la prensa ´un plato es un plato y un vaso es un vaso´ media una distancia de análisis considerable.
Llegados a este punto casi es inevitable tener que hacer una mención, aunque sea somera, a la semiótica. La versión que de ella más se ha difundido en las escuelas son las ideas de Ferdinand de Saussure sobre la conexión que existe entre un significante y su significado; es decir -groseramente- entre el símbolo y el objeto.14 Las palabras y las cosas de nuevo. Marshall McLuhan afirmaba que el medio es el mensaje (y Vázquez Montalbán lo ponía en solfa, sugiriendo que tal vez quien sostenga eso sea porque no tiene mucho que decir).
El asunto viene de lejos. De lejísimos. Dionisio de Tracia ya reflexionaba sobre estos temas hace casi 2.500 años. Y luego, las grandes ligas: Platón distinguió entre sustantivos, adjetivos y verbos; y Aristóteles lo hizo entre pasado, presente y futuro. Por eso los animales, que no tienen verbos, carecen de la idea de tiempo y no pueden hacer planes de futuro ni arrepentirse de lo que han hecho. Esas cosas llegaron hasta nosotros a través de los árabes (hay una película de Amenábar, Ágora, que da idea de lo que bastantes cristianos de la época pensaban acerca del saber antiguo).
Claro que como la aspiración de cualquier gobierno es mantener el orden (muy a menudo por encima de la justicia), la bobada que dijo Rajoy tiene su trasfondo: desearía que la significación fuera efectivamente por contraste, y que por ende un vaso no tuviera otro remedio que ser un vaso porque no es un plato. Tratan de apoyarse en el lenguaje para instaurar un orden ficticio y así quedar como dios. Son creyentes -en lugar de pensantes-15 e imaginan que las cosas han estado siempre ahí, esperando a ser nombradas (y de paso gobernadas) por ellos. Es el debate clásico entre esencialismo y nominalismo. Una de las herencias que nos legaron Platón y Aristóteles.
Otros autores sin embargo, como Peirce,16 advierten que por eficaz que resulte eso de ´significante/significado´ es un modelo demasiado simple para resultar creíble, porque se olvida de un tercer elemento que debería ser inolvidable: el interpretante (no estoy seguro de si sería un sinónimo del sujeto lacaniano, yo creo que sí).
Parece que se han olvidado interesadamente de nosotros.
Y es que incluir esa tercera dimensión introduce de lleno el tema del Poder, y de ahí en cascada aparecen todas las interpretaciones políticas del mundo.
Un apunte divertido sobre el sujeto. Transcribo parte de la genial intervención de uno de Les Luthiers en el último congreso sobre la lengua, porque más allá de la broma ilustra la versatilidad del lenguaje:
…ahora pasaré a un interesante tema gramatical. En un reciente congreso de lingüistas y filólogos al que fui invitado se presentó un trabajo sobre la estructura de algunas formas idiomáticas curiosas, como por ejemplo la oración ´Pedro sujetó al sujeto´. En esta oración Pedro es el sujeto y ´sujetó al sujeto´ es el predicado. Pedro es al mismo tiempo el sujeto y el que sujeta, o sea el sujetador. Pero también Pedro es un sujeto sintáctico; ´sin-tactico´, o sea le falta tacto. Eso es falta de tacto y por eso anda sujetando a los demás. Porque si tuviera un poco de tacto no andaría sujetando a ningún sujeto y trataría de conversar con él. Pedro es el sujeto de la oración, el que ejecuta el predicado, el predicador. Pero el predicador reza sus oraciones, por lo tanto el sujeto de la oración no es Pedro es el predicador. Ya lo dijo el famoso predicador mediático Warren Sánchez: ´nunca me he sentido mejor sujeto que después de haber predicado´ etc… Otra oración curiosa es ´Pedro lleva una gorra sujeta en la nuca´. Lo que llama la atención no es que Pedro lleve una gorra, sino que tenga su jeta, su propia jeta, en la nuca. Como el dios Jano. La conclusión a que arribaron los autores de este estudio fue que estas oraciones pertenecen a un tipo muy raro. Y que ese tipo se llama Pedro.17
…y ahora que Rajoy repita que un plato es un plato y un vaso es un vaso.
Hace unos años me divertí sobremanera deconstruyendo la novela Rayuela. La palabra es muy pedante, pero me refiero a experimentar al límite el juego que Julio propone (a su manera este libro es muchos libros…). Edifiqué un texto diferente utilizando como ladrillos sintagmas y frases que previamente había entresacado del suyo, volviéndolos a montar -como si fueran piezas de un mecano- de otra manera.18 Eso me facilita ahora recordar algunas frases contundentes:
…enumerá, enumerá, eso ayuda. Sujetate a los nombres, así no te caés (64) …pero no te confíes; las palabras son algo de lo que hay que desconfiar, si se es serio (28) …envuelven a las cosas como la circunferencia al círculo (133) …tienen algo de cubrecama o cubretetera, de cubre cualquier cosa; algo hecho para poner encima, pero encima de qué, ése es el problema. (47)
Fíjate en fastigio, que es una palabra muy bonita y que es una lástima lo que quiere decir, pero lo mismo nos pasa con mortadela, y tantas otras, (41) palabras que te fascinan porque no creías que existieran fuera de los poemas, y que además tuviéramos el derecho a emplearlas. (34)19
En definitiva, todo lo que atañe al lenguaje es complicado; porque la palabra no solo le pertenece al interpretante, sino que es mitad de quien la pronuncia y mitad también de quien la escucha (y puede ser escuchada -o pronunciada- por muchos). La realidad se construye entre todos y eso tiene algunas consecuencias paradójicas; porque, aunque sea colectiva, la experiencia sin embargo no deja de ser algo estrictamente individual.
Esto, que parece un juego de palabras para intelectuales, en la práctica tiene muchas implicaciones. La psiquiatría, por ejemplo, trata los síntomas de los pacientes como si de universales se tratara (y a continuación pretende recogerlos en el DSM 520 como si fuese el catálogo de una ferretería -de nuevo la ingenuidad y la pretensión divina de que las cosas son de una determinada manera porque alguien, en este caso la American Phychiatric Association, las ha clasificado-). En cambio los antropólogos y los psicoanalistas creen que los síntomas pueden significar cosas diferentes dependiendo de las circunstancias, es decir del contexto en el que se inscriba el texto. Volveremos a ello en otro capítulo.
Y es que siempre que nos topemos con una generalización podemos interpretarla como una manifestación del Poder. El profesor Friedhelm Guttandin considera que la argumentación debe de ir siempre de lo concreto a lo general, porque lo contrario implica autoritarismo.
Un paréntesis, al hilo de esta cita. En realidad esa reflexión del profesor Guttandin yo se la he escuchado, no se la he leído; y eso me hace dudar de la exactitud de lo que yo he podido entender y sido capaz de transmitir. Tal vez no sea exactamente lo mismo que dijo aquel día (porque nada garantiza que en otro momento no haya dicho algo distinto). Todo esto conduce a pensar en la diferencia que existe entre el lenguaje escrito y el hablado.
Lo hablado y lo escrito
Quizás escribimos porque desconfiamos de lo verbal. No se utiliza ya mucho -creo- pero una de las cosas más bonitas que antes se le podía decir a alguien es que era un hombre de palabra. O mujer, que no se enfaden las feministas. Ni los feministas. Eso tenía también que ver con expresiones como hablar a la novia o dejarse de hablar. En desuso, me temo.
Dauzat se ha ocupado de ello, y aventurado que mientras que lo oral introduce continuas modificaciones en cada repetición (¿recuerdan aquel juego infantil del teléfono roto?), en cambio las instrucciones y las prohibiciones escritas son mucho más estrictas.21 Pasa lo mismo con los números, que una vez escritos hacen la contabilidad más precisa. Claro que eso deja fuera de la partida a quienes no sepan leer, escribir o contar -lo que tampoco tiene mucha relevancia porque generalmente no forman parte del club de los que importan-. La expresión tomar la palabra no es inocente y los que hacen hablar al papel se convierten de esa manera en los dueños de lo dicho. Que suelen coincidir, dicho sea de paso, con los dueños de casi todo lo demás.
Si alguien tiene dudas sobre el potencial dominador de las letras, que piense en las sentencias, las escrituras de propiedad o las sagradas escrituras.
Lo escrito hace posible la ortodoxia. La iglesia lo sabe bien y por eso se prodiga tanto en sus textos: evangelios, epístolas, misales, encíclicas, catecismos…
De nuevo el Poder. Porque, entendida así, la escritura se transforma en un instrumento de dominación. No creo que haya nada que impida que también pudiese ser una herramienta de defensa: con el mismo martillo lo mismo se puede aplastarle a alguien la cabeza que esculpir una obra de arte bellísima. O colocarlo al lado de una hoz.
Siguiendo esa lógica, debería de ser posible que algún día podamos reapropiarnos del lenguaje para convertir los diccionarios en un instrumento revolucionario.
Esto es polémico. No hace mucho se armó en España un pequeño revuelo a raíz de que una diputada de Unidos Podemos pronunciara en el Congreso la palabra portavoza. En realidad consistió en una réplica casi exacta de lo sucedido unos años atrás cuando una ministra del PSOE dijera aquello de miembra. ¿Cuántas veces nos obligan a consumir las mismas discusiones? Es cansado.
Enseguida todos los dardos se dirigen a los diccionarios y a la Real Academia de la Lengua, y ahí se dividen entre los que acusan a la RAE de sexismo (de nuevo la palabra que construye) y otros -generalmente abanderados por Perez Reverte- que defienden que el papel de la Academia se limita a ser notario de cómo es que la gente habla.
Obviemos que el limpia, fija y da esplendor de la RAE resulta un poco anacrónico y olvidémonos también de que a Teodoro Obiang, que habla el hombre como puede, le hayan hecho Académico Honorario de la Lengua;22 el debate está servido, ¿las academias deben de ser descriptivas o prescriptivas?
Una vez escuché una conferencia sobre esto de un lingüista griego, Haralambos Symeonidis. Supongo que debió dedicarse a estudiar la forma de las palabras para poder explicarse a sí mismo su propio nombre, que remite a Rastapopoulos y parece el malo de alguna aventura de Tintín.
Haralambos orientó su charla hacia las diferentes implicaciones que tienen el lenguaje oral y el escrito. Recordémoslo: los fenicios fueron los primeros en representar con letras los sonidos y los griegos lo completaron añadiendo las vocales. De ahí viene lo de alfabeto griego (o abecedario latino). Quedaban aún muy lejos las leyes de correspondencia entre las lenguas, los estructuralistas americanos, el neurolingüismo tratando de averiguar qué parte del cerebro activan los bilingües -la mía debe de estar atrofiada- y los textos de Franz Boas.23
Boas fue un antropólogo judío -y de origen alemán- que aparte de anticipar los estudios sobre lingüística comparada peleó contra las teorías de razas superiores y culturas puras. Y tuvo mérito, porque sostuvo esas cosas en un momento histórico en el que comenzaban a despuntar los nazis y era muy difícil plantarle cara al racismo. Además de mérito, también tuvo media jeta paralizada por una enfermedad.
Esto tiene que ver -curiosa expresión, tener que ver- con la evidencia (evidencia proviene de videre, ´ver´ en latín, todo concuerda) de que no hablamos como escribimos. Puede que tampoco nos comportemos como decimos, pero eso es otro asunto. Habría que consultar a un consultor -qué manía con eso, sería mucho más sensato consultar a un respondedor- por qué lo escrito ha de tener siempre mayor valor. Y también cuál es el valor que le corresponde a los nuevos soportes virtuales, que no son exactamente escritos ni tampoco hablados. Supongo que han de traer de cabeza a los teóricos.
El papel lo aguanta todo, se dice, pero tal vez mata a la palabra. Julio Cortázar sugería que la escritura es como el cadáver de una voz muerta, y cada libro un pequeño ataúd. Oliveira y La Maga, los protagonistas de Rayuela, pasan el tiempo jugando al cementerio; es decir, al diccionario al que van a morir las palabras. Más allá de las metáforas, lo cierto es que la lengua se vivifica cuando se habla.
Un problema añadido del lenguaje escrito es que no es capaz de reflejar los silencios. Y son fundamentales. Hay que aprender a interpretar -y a experimentar- los silencios. El refrán uno es amo de sus silencios y esclavo de sus palabras (aunque no lo busquemos el Poder se nos enreda una y otra vez en el lenguaje) tiene su sentido. Por esa razón es imperdonable que se borren las pausas de las transcripciones.
Rebobinando un poco, hay libros cultos que sostienen que el lenguaje es el acuerdo por excelencia y bla, bla, bla… Y ése bla, bla, bla tiene un repertorio de lo más florido:
…lo que nos permite pensar y abordar la realidad …nuestro comportamiento más estructurado …la síntesis de la cultura …el instrumento esencial para constituir la sociedad… (recordemos que al margen de la sociedad -dicen- no pueden vivir más que las fieras y los dioses).
No es fácil definir las cosas. Y si no es sencillo definir un vaso (inténtelo en voz alta y podrá comprobarlo -ojo, no sirve la trampa de recurrir a su función, porque un vaso no deja de ser un vaso aunque lo utilicemos de florero o como sombrero-), si vaso resulta complicado… ¿quién puede definir algo como Estado? A ver si Rajoy se anima, que tampoco es un plato.
Volviendo a las palabras, hay algunas (poquísimas) que funcionan como iconos -a nuestros hijos lo que les suena es emoticonos, pero ese término no proviene como ellos creen de la informática ni de la telefonía-. Es decir, que entre su forma y su significado existe una relación directa. Sucede por ejemplo en zigzag, maullar o kikirikí (en Estados Unidos dicen kukurukú), pero en la inmensa mayoría de los casos el vínculo entre las palabras y a lo que se refieren es arbitrario. No hay nada que sugiera que dos signifique lo que significa y no, por ejemplo, cuarenta y ocho. ¿Cómo se determina eso?
El lenguaje y el Poder
Lo explica muy bien Lewis Carroll en Alicia a través del espejo. El Poder es hacer que las cosas signifiquen exactamente lo que uno desea. Quien maneje el símbolo tendrá el mango de la sartén. Y el mando de la televisión.
-Cuando yo digo una palabra -afirma Humpty Dumpty- significa aquello que yo quiero que signifique; ni más ni menos.
-La cuestión es -contesta Alicia- si uno puede hacer que las palabras signifiquen cosas distintas.
-La cuestión es -replica Humpty Dumpty- quién es el que manda, y se acabó.24
Carl Schmitt -nazi, pero brillante siempre- añade un complemento interesante a esa reflexión. Nos advierte de que quien posee el Poder no es -como suele creerse- el legislador que establece la norma, sino aquel que es capaz de dictar dónde no se aplica. La excepción. Eso significa, hablando en plata, que el soberano está a la vez dentro y fuera del ordenamiento jurídico.25 El que manda, manda.
Cuentan que Antonio de Nebrija, el adelantado que escribió la primera Gramática española (y hablamos del siglo XV) le dijo a Isabel La Católica: el idioma es el compañero del Imperio. Un tipo listo. Y un precursor.
Juan Carlos Monedero nos recuerda que el que define, coloniza; y explica cómo por ejemplo la palabra salvaje mecánicamente incorporada a Oeste respaldó, en lo que son hoy los Estados Unidos, la expansión de los colonos hacia el Pacífico, o cómo el concepto Oriente facilitó las cruzadas.26
Otro ejemplo -mucho más burdo- de colonización es que Macías bautizara con su propio nombre a la isla que los españoles llamaban Fernando Poo (curiosamente, el nombre de un portugués) o Stroessner con el suyo lo que hoy es Ciudad del Este, en el Paraguay.
La manipulación del lenguaje por parte de los poderosos es tan obvia que casi no vale la pena detenerse en ella. Zizek27 recuerda el frecuente uso de eufemismos para evitar llamar a las cosas por su nombre: técnicas de investigación avanzada en lugar de tortura, por ejemplo; o la manera como desde los medios de comunicación se refieren a acciones de guerra con nombres de folletín: Justicia Infinita, Libertad Duradera…
¿Cómo no acordarse acá de la jerga utilizada por el fascismo español? Basta con revisar los textos de Giménez Caballero:
…un Caudillo en caballo blanco, saltando el mar y con espada de fuego rompió el hechizo, talando bosques y marañas, aplastando alimañas y sabandijas…28
No es necesario acudir a extremos tan obvios. Basta encender la televisión y escuchar hablar a los políticos: minijobs, copago, movilidad exterior, flexibilización, emprendedores… la manipulación a base de retorcer el lenguaje es zafia y constante -de nuevo Monedero-. Ahí están las expresiones surrealistas acuñadas con tanta gracia por el PP (el despido en diferido por ejemplo de Luis Bárcenas, cuya caja B era una actividad extracontable sin carácter finalista -hay que ser asombrosamente imaginativo y tener muy poca vergüenza para animarse a decir algo así en público-). Aunque la palma seguro que se la lleva, con aplausos, ese dislate recién acuñado que es la nueva normalidad.
Cosa diferente es la simple bobería; como que tengamos que oír a diputados y tertulianos darse ínfulas repitiendo a cada rato en sede parlamentaria (o en sede judicial) en lugar de decir simplemente en el parlamento o en el juzgado. Lo ensayarán supongo cada mañana ante el espejo. En sede sanitaria.
Si a algún destino conducen estas consideraciones, es a prestar cierta atención a la manera cómo surgen, evolucionan y se mueren las lenguas.
La biblia es en esto coherente con su ideal autoritario. Explica cómo la diversidad es el resultado de un castigo divino (el mito de Babel y el origen de los idiomas). No deja de ser algo venenoso, porque -claro- el sistema cultural no solo nos divide, también nos jerarquiza. Y en el relato esa jerarquización viene avalada por la gracia de Dios. Lo decían hasta las pesetas.
En cuanto a las lenguas, ¿todas son iguales? ¿será que hay unas mejores que otras? Vázquez Montalbán recordaba que en España hubo una época -no tan lejana- en la que el caló tenía más hablantes que el inglés;29 ¿estamos seguros de haber mejorado? ¿quién puede aseverar que la lengua española sea mejor que la esquimal, que tiene nueve palabras diferentes para referirse a eso que nosotros llamamos solamente nieve? ¿es preferible la prefijación o la sufijación? ¿la sonoridad pastosa del alemán o el chasqueo de lengua de los damara en el Kalahari namibio? ¿qué hay del silbo gomero?
Montalbán añade una anécdota sabrosa. Como un elemento más de su esfuerzo ordenador (curiosa la palabra y curioso su significado moderno), Franco complementaba la censura a las películas con la obligación de que fueran dobladas al castellano (un inciso para evitar malentendidos: español y castellano son lo mismo -no así el yiddish y el hebreo-; si en El Salvador por ejemplo se habla más de español y en Paraguay de castellano dependerá supongo de tradiciones diferentes).30 Esa obsesión por el doblaje contribuyó entre otras cosas a que los españoles -y castellanos- de mi generación tengamos tantas dificultades en pronunciar el inglés.
Me acuerdo ahora de un taxista de San Salvador con ganas de charla que, inmediatamente después de haber obtenido un escueto ´de España´ como respuesta a su curiosidad sobre de dónde era, a continuación me preguntó: ¿y dónde ha aprendido usted a hablar tan bien el español?
…y también de cómo en las iglesias católicas salvadoreñas coreaban rogad por nosotros aunque en ese país la segunda persona del plural sea ustedes, y por tanto lo esperable hubiera sido rueguen por nosotros. Otro indicio de por dónde viene la gramática del Poder. Y de la fantasía.31
La anécdota a la que me refería -que hay que ver cómo me disperso- es que cuando la censura franquista intervino el guion de Mogambo (una película estupenda de John Ford, con Clark Gable y Ava Gardner) por razones morales -la moral es otra de las patas del Poder- queriendo disimular una simple infidelidad …la acabó convirtiendo en un incesto.
Las lenguas
Volviendo a la igualdad entre las lenguas, mi hijo mayor se avergüenza de hablar en changana, el dialecto africano de su abuela, porque piensa (siente, en realidad) que se trata de una lengua inferior y que utilizarla le hace por extensión un poco inferior a él, aunque sea la lengua en la que su madre le regaña cuando se enfada.
Ese detalle es importante, porque a su vez remite a otra cosa: a la noción casi geológica de sustrato, de una capa profunda original a la que cada uno de nosotros recurrimos -porque fue en la que comenzamos a organizarnos el mundo- y sobre la que después hemos ido colocando los aprendizajes posteriores. Braudel sugiere que las políticas lingüísticas de los diferentes ministros de educación se reducen a un mero barniz superficial con muy poca capacidad de influencia; la estructura lingüística subyacente es la que en realidad determina nuestro pensamiento y nuestra capacidad de aprender.32
En su evolución todas las lenguas incorporan elementos de otras. No hay lenguas puras (tampoco razas). También es normal que haya términos que caigan en desuso. En América Latina he vuelto por ejemplo a escuchar palabras hermosísimas como afligirse o talabartero que creo que en España ya no son muy utilizadas, y nosotros usamos ñandú, maraca, piraña o jaguar que son voces prestadas del guaraní. Me pregunto qué préstamos tendrá el español que hayan sido tomados de las lenguas fang o bubi que se hablan en Guinea Ecuatorial.
Y es que las lenguas no se corrompen, evolucionan (aunque resulte difícil de aceptar cuando escuchamos cómo suenan algunos anglicismos). Si una lengua no cambiara, moriría. Además, las lenguas cambian por abajo. Las romances no fueron el resultado de la evolución del latín culto, sino del vulgar. Por ahí fluyen hoy el spanglish y el jopará (que es una mezcla de español y de guaraní) deambulando su propio camino aunque a los diccionarios, a las academias y a la Fundación Fundéu no les guste.
Eso, por no hablar de los significados que cambian con nosotros. Para mi padre la palabra pantalla remitía a cine, y en cambio para mi hija lo hace a teléfono. Quienes lo llevan al extremo -e implica evidentes complicaciones administrativas- son los ayoreos de El Chaco. A lo largo de su vida van cambiando su propio nombre (el propio) conforme van creciendo. Una amiga conoce a un líder ayoreo con cinco cédulas de identidad que corresponden a cinco nombres distintos de cinco momentos diferentes de su vida. Al fin y al cabo no es una lógica tan diferente a nuestro nombre de soltera o a que Muhammad Ali se llamara unos años antes Cassius Clay.
Mención aparte merecen las lenguas criollas. En Guinea Ecuatorial el pichi o pidgi es tan popular o más que el castellano. Su origen, como el del creole -el francés criollo de Haití-, proviene de contextos impuestos. Casi siempre, la esclavitud. Imagínese cómo debían de ser las cosas en los barcos negreros, donde convivían y se vieron obligados a entenderse personas de orígenes y lenguas diferentes. El pichi es en sí mismo una rebeldía frente a todas las gramáticas. Paradójicamente, un acto de libertad. Y un ejercicio pragmático de destrucción del inglés victoriano.
Y es que cómo nace y cómo muere cada lengua es un asunto apasionante. ¿O no lo son acaso las lenguas artificiales, como las inventadas por algunos antropólogos o escritores? ¿Qué otra cosa es sino el élfico, o el gíglico del fabuloso capítulo 68 de Rayuela?33 Me dicen que el esperanto no ha desaparecido. Ni siquiera el latín -que es el que siempre se pone como ejemplo- está muerto del todo, puesto que se sigue hablando en el Vaticano (aunque no creo que ningún chico lo tenga ya como lengua materna).
Los expertos que se dedican al estudio diacrónico de las lenguas (otra cosa serían los sincrónicos, que construyen cosas tan preciosas y tan poco útiles como el atlas lingüístico que Menéndez Pidal y Navarro Tomás pretendieron hacer en España)34 dicen que casi todo lo que hablamos proviene del indoeuropeo, y que en esa evolución hay un punto en el que los dialectos se convierten en lenguas.
Eso lleva a preguntarse -y la respuesta será muy importante para los nacionalistas- quién es el que define en qué momento se pasa de uno a otra. De nuevo es claramente una cuestión de Poder. Lo que subyace es el miedo a no poder dominar la diversidad (otra cosa es el politiqueo del perfil lingüístico -me contaron del proceso de selección para una plaza de cirujano en un hospital vasco en el que puntuaban casi tanto los conocimientos de euskera como los de cirugía-). Tal vez sería buena idea que -aunque sea un gesto sumamente erótico- los políticos no le metieran tanto la mano a la lengua (ni reprimiendo ni promoviendo) y dejaran que ésta fluyera en su evolución natural.
Bartomeu Meliá sostiene que el universo guaraní no puede ser explicado en castellano, porque cada lengua tiene incorporada una manera propia, particular y diferente de concebir el mundo. Una cosmovisión. Si eso es verdad puede que la etnografía no sea en el fondo otra cosa que un enorme problema de traducción. Y habrá que asumir que para algunas palabras no hay equivalente posible, porque se refieren a conceptos que no son compartidos. Por eso cuando desaparecen las lenguas (y estoy pensando en tantas africanas que no se escriben: shonga, ndau, umbundo, kimbundu, oshiwambo…) se perderá parte de los mundos que ellas nombran.35
Esto tiene relación con algo que los españoles hicieron durante la colonización, que fue dar nombre a aquello que ya lo tenía. Ante esa tesitura no todos siguieron la misma estrategia. Así, mientras que los franciscanos respetaron en Paraguay los nombres indígenas para sus pueblos (Yaguarón, Piribebuy, Ypacaraí…) los jesuitas en cambio impusieron en las reducciones los nombres cristianos. Ojo a la palabra misma reducciones porque es un acto de sinceridad -el lugar en el que viven los indios reducidos-, lo que es muy de agradecer en estos tiempos tiranizados por la corrección. Si uno se deja llevar por esa manía de levantar el asfalto para ver lo que hay debajo, ¿no resulta llamativo que las tres ciudades más pobladas del Paraguay se llamen Asunción, Concepción y Encarnación? La expresión del Poder, ¿verdad que da miedo?
En cualquier caso -y al margen esta vez de cualquier consideración de tipo político- el origen de las palabras es siempre fascinante.
Lo es darse cuenta de que salario proviene de sal; que recordar es pasar dos veces por el corazón; Filipinas, una derivación de Felipe (por el rey, como el de ahora); que hígado viene de higo; proletario de prole; diplomático de diploma; carretera de carreta; parlamento de parlar; nación de nacer; saludo de salud; manipular de mano; bárbaro de lo que no se entiende (bar… bar… bar…) o que Atenas termina en plural porque en su origen fueron varias ciudades.
A los españoles siempre nos sorprenden los neologismos que construyen los latinos inventándose verbos a partir de sustantivos, tipo llavear, hambrear o sencillar (conseguir cambio); pero sin embargo hemos asumido como propio agendar.
Un buen colofón a todo esto es lo que cuentan que dijo una vez Miguel de Unamuno cuando le preguntaron si creía en la existencia de dios. Don Miguel, genial, respondió: dígame antes por favor qué es creer, qué es existencia y qué es dios (…hay una versión más reciente y mucho más chabacana de esta anécdota, y fue cuando un periodista cuestionó si Bill Clinton había dicho o no la verdad respecto a Mónica Lewinsky, y éste salió al paso argumentando: depende del sentido que se le dé a las palabras).36
El conocimiento
La disquisición anterior sobre el lenguaje, si bien un poco larga, era necesaria para encarar el espinoso asunto del conocimiento.
Aunque a estas alturas no creo que nadie piense ya que hay leyes universales esperando a ser descubiertas, vale la pena revisar si seremos -al menos- capaces de ponerle el punto a alguna de las íes, porque lo contrario supondría abandonarnos a la incertidumbre.
Unamuno (de nuevo) defendía que hay que escapar de la perniciosa búsqueda de la verdad única. Vázquez Montalbán fue en eso un poco -poco- más optimista y apostó por la posibilidad de orientarse entre las verdades posibles y las no verdades evidentes.
De acuerdo, renunciemos a las certezas ontológicas; pero a lo mejor podemos aspirar a ciertas verosimilitudes. Algo es algo, aunque se preste mucho peor a esos trabajos encuadernados en piel por triplicado y con letras doradas -qué horror- que abundan en las universidades latinas e invariablemente suelen comenzar con la dedicatoria A Dios que me iluminó…
Claro que eso implica reconocer que en lugar de verdades disponemos solo de conjeturas; que es más riguroso utilizar ´como si fuera´ en vez de ´es´, y que conviene agradecer como respuesta ´yo no lo conozco´ en lugar del categórico ´no´ de los arrogantes.
Admitamos verosimilitud como el único medio posible de cartografiar el territorio, asumiendo -eso sí- que ni los vikingos llevaron jamás cascos con cuernos ni Bogart dijo nunca ´tócala otra vez, Sam´; y que Wittgenstein nos había avisado -a él no hay dios que lo entienda, tal vez por eso lo dijo- de que:
…a la gente no la comprendemos, aun conociendo su lengua y sabiendo lo que dicen.
Acordémonos también de lo que propugnaba Goebbels -sí, el nazi al que Giménez Caballero regaló un capote de torero-:
Una mentira mil veces repetida se convierte en una verdad.
José María Aznar se lo creyó a pies juntillas, y de ahí vino luego el empeño en las armas de destrucción masiva y en la responsabilidad de ETA tras los atentados de Atocha.
Y no olvidemos tampoco a Bauman, que lleva tropecientos libros anunciándonos la llegada de la realidad líquida.37
Modestamente, a mí me parece que
…casi siempre es una arrogancia pretender que lo que opinamos sea una ocurrencia nuestra. A menudo lo que decimos -o escribimos- solemos haberlo leído o escuchado antes a alguien (que a su vez se lo habrá oído a un tercero) a quien después la mayoría de las veces olvidamos para poder asumir la cita como propia.38
…y eso sin contar, además, que quien se acaba por llevar el gato al agua no es el que tiene un mejor argumento, sino el que lo impone por la fuerza (¿o es que acaso los arios renunciaron a ser una raza superior porque alguien los convenció de lo contrario?)
Pese a lo dicho, habrá que intentar reflexionar sobre el conocimiento. Tratar de dar dos pasitos más. Eso sí, que sea desde la desconfianza y cuidándonos mucho de no relajar la actitud de sospecha, porque hay una alta probabilidad de que cosas que nos han presentado como obvias no lo sean tanto.
Y es que a la que uno cede y consiente un poco, aparece enseguida una legión de charlatanes y metodólogos pontificando sobre objetivos, resultados, indicadores, evidencias, mecanismos de verificación y otras pedanterías que tratan de disfrazar como científico lo que muchas veces no son más que instrumentos de control administrativo. Hay a quien las cuestiones formales y la mentalidad de contable le ocupan en la cabeza más espacio que el deseo de comprender. Suelen adaptarse bien a la jerga de cada momento y llevar el nudo de la corbata bien hecho.
Con frecuencia los formatos -lo mismo los institucionales que los académicos- encorsetan la reflexión en lugar de alimentarla. Los manuales, por ejemplo, casi siempre tienen vocación de catecismo. Si uno se deja llevar por ellos acaba preocupado por cómo querrán que se cite en la American Psychological Association. Que les den.
Recelemos de que los apóstoles de las caligrafías no estén haciendo mientras tanto caja, a base de vendernos cuadernos de hojas con rayas.
Vuelvo a Rayuela:
…la gente que precisa de orden es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico (1) …quieren que todo esté en su lugar y que haya un lugar para cada cosa. (92) Como han juntado un montón de libros y se los han comido (ps) no son capaces de intuir por un solo segundo que las cosas puedan no ser así. (56)
Me da risa, porque en realidad son buenos muchachos y viven convencidos de que lo que estudian y lo que hacen son cosas muy difíciles y profundas. (ps) Son como coleópteros, aunque a cambio tengan que perder o ignorar todo lo que nace más allá de sus alas quitinosas, de sus patitas rígidas y contadas y precisas. (vm) Hacen lo imposible por cambiar el agua a los floreros y limpiar las huellas de los caracoles en las lápidas. (vm) Y por supuesto son incapaces de concebir un número cuatro en el que no quepan más que tres o cinco unidades (vm) o un caballo que se mueva como una torre que se mueva como un alfil (1) …pero las uñas, se lo juro, perfectas. (vm)39
Regresemos al principio. Al Génesis, donde comenzó todo (o al menos este capítulo). Ahí se anuncia una posición racionalista: la realidad existe, pero es amorfa hasta que alguien la nombra.
Ese enunciado implica un matiz interesante, y es que el ser humano es capaz de nombrar aunque no sepa nada de gramática. Nos sucede igual en realidad con el teléfono móvil, que lo usamos sin tener ni idea de su funcionamiento (no me refiero a hacerlo funcionar -saber utilizar sus aplicaciones- sino a comprender cómo es que funciona).
Un inciso; me doy cuenta ahora la de veces que utilizo la coletilla en realidad o introduzco los párrafos con lo cierto es que, la verdad es… Resulta pretencioso. E inútil. Admitamos que en realidad no tenemos la manera de saber qué cosas pueden ser ciertas o verdaderas.
Eso desanima. Por momentos pareciera:
…que no hay más alternativa que buscarse un bus adecuado -y nada mejor en esos casos que elegir un día de lluvia y una ruta que llegue a los grandes embotellamientos del centro-, comprar una bolsa enorme de palomitas de maíz e irse a pasar la tarde en el autobús.
Cuando yo lo hago, allí, en mi asiento de ventanilla, con las piernas encogidas y las rodillas apoyadas en el respaldo de delante, dejo fluir el tiempo, el atasco y los pensamientos como si estuviera en el cine.40
En esas ocasiones es bueno preguntarse si las vueltas que el hombre da -igual que una noria- alrededor de sus preocupaciones recurrentes (la muerte, el amor, la locura, el conocimiento, el deseo…) constituyen un movimiento en círculo o en espiral.
Me explico; es importante saber qué destino tienen la experiencia y los sentimientos (o en su caso los resentimientos) aprendidos en cada una de nuestras vueltas y si quedan o no anclados en algún lugar. Si es así el trayecto que recorremos -y que nos recorre- va a ser en espiral, como la cuerda de un yoyó. De ese modo, aunque sea imperceptible, cada evolución nos acercará de alguna manera un poquito más al centro. Por el contrario, si quedan girando locos regresaremos en cada vuelta exactamente al mismo punto de partida -como hace el autobús en su recorrido- y estaremos dando indefinidamente rodeos sin movernos del sitio y sin conseguir acercarnos a. Como el burro en la noria.
La cuestión -bastante epistemológica- que eso plantea es ¿cómo se anuda (se ancla) la experiencia? Y también si es posible comprender algo sin saberlo todo.
Quiero aclarar que estoy pensando solo en la ciencia social. La otra, la de mi amigo Rodro (que tiene a sus espaldas treinta y cinco años de laboratorio tratando de descubrir cómo la cantidad de almidón determina en las flores que unas estén destinadas a dar fruto y otras no) me resulta un universo ajeno del que, por prudencia, prefiero mantenerme lejos.
Eso sí, que nadie se llame a engaño. Esa ciencia es como un tobogán sin barandilla. Lo que pueda hacerse (experimentos con células madre, clonaciones, lo que sea) tengamos la seguridad de que será hecho.
El otro día leí que habían conseguido introducir imágenes de video en una secuencia de ADN. Black Mirror y la iconografía ciborg deberían de inducirnos a pensar en ello. Saberes y haceres.
En el fondo es un clásico, la razón ha creado más monstruos que arcángeles.
Más sobre lo social
Esta opinión me ha llevado a discutir con algunos amigos, pero me parece que en lo que a las ciencias sociales se refiere hay motivos de sobra para ser recelosos, porque a menudo en ellas el escaso contenido contrasta con su mucho lenguaje. Y no me refiero a la petulancia cursi de decir brainstorming o reivindicar revistas arbitradas e indexadas, sino a la utilización tan extendida de palabras grandilocuentes como adornos pretenciosos del discurso: campo en disputa, relato, perturbar, puesta en valor, contrahegemónico…
Me agarro otra vez a Rayuela. Ayuda a no caerse ni perder la perspectiva:
…lo importante es no hinflarse (90) y evitar la pasividad de lapa sometida, (vm) la conformidad vacuna (132) de la estúpida obediencia del efecto a la causa (56).
…porque apenas la dejas suelta la Razón te saca un boletín especial o te arma el primer silogismo de una cadena que no lleva a ninguna parte, como no sea a un diploma o a un chalecito californiano y los nenes jugando en la alfombra con enorme encanto de mamá. (125)
…terminará como los artículos literarios de periódicos y revistas: tan fastuosos en la primera plana y rematando en una cola desvaída, allá por la página treinta y dos, entre avisos de remate y tubos de dentífrico. (85)
…lo absoluto -decía La Maga, pateando una piedrita de charco en charco-. ¿Qué es un absoluto, Horacio? (9)
Ni siquiera los números, que a primera vista parecen menos sospechosos, escapan a esa falsa seguridad que tranquiliza. Por eso ahora se han puesto tan de moda esos modelos empresariales que hacen que todo parezca más eficiente. Los códigos de barras van a acabar teniendo mayor credibilidad que las personas.
El ´enfoque basado en resultados´ y otros discursos parecidos vienen manchados con una obsesión enfermiza por medirlo todo. Atribuyen a lo cuantitativo mayor prestigio y creen que aproximarse a las cosas desde la estadística es más riguroso que desde la experiencia, porque el barniz matemático le añade apariencia de objetividad. ¿Pero para medir el qué?
Tylor, un inglés que creo que fue el primero en llamarse a sí mismo antropólogo, midió cosas tan sorprendentes como la frecuencia de los asesinatos en Londres o el número de cartas depositadas sin dirección en el buzón41 y Thoreau tiene una frase buenísima que los que andamos de allí para acá no deberíamos olvidar nunca:
…no vale la pena viajar por todo el mundo para contar los gatos de Zanzíbar.42
Por su parte Mary Douglas se desesperaba con que los investigadores sociales tratasen de hallar tantas explicaciones en el censo. Ella era consciente de que las respuestas importantes no se encuentran ahí.43
La pasión por medir. Recuerdo la presentación en San Salvador del estudio de mercado que encargó antes de su lanzamiento un semanario en el que trabajé como documentalista. Costó bastante dinero. Gráficos, canapés, power point, términos en inglés y toda la parafernalia, para acabar concluyendo que el público objetivo del nuevo periódico era clase media urbana entre 30 y 45 años. Vale. Pero para decir eso hubiera bastado un café y dos minutos. A veces gastamos demasiadas energías en arropar con números lo que es de por sí evidente.
Son frecuentes los trabajos que aportan infinidad de datos y poca interpretación …frente a otros en cambio con mucho análisis y pocos datos. Sería conveniente encontrar un equilibrio entre el empeño reflexivo y el descriptivo …y desde luego no confiar tampoco más de la cuenta en este último, porque al fin y al cabo una coartada, una estafa o una buena alucinación suelen tener siempre descripciones impecables.
A veces el problema reside en la obediencia. De nuevo la relación con el Poder. En Paraguay tuve que visitar un albergue que la cooperación española había construido para que las embarazadas de una zona rural pudieran alojarse los últimos días antes del parto en las proximidades del hospital. Pues el registro administrativo preguntaba meticulosamente por la edad y el sexo de todas las parturientas. Claro, varones salían poquísimos. Lo que me sorprendió no fue la tontería en sí, sino que una vez establecida la columna en el cuadro nadie dejara de rellenarla.
Tengo otra anécdota divertida -en Angola- que ilustra también la sumisión a instrucciones estúpidas. Me habían encargado tomar fotos de un quirófano equipado por la cooperación y cuando fui a hacerlo me obligaron a ponerme una mascarilla, bata, guantes, gorro de plástico y patucos desechables. Cuando entré me encontré el ruido incómodo de un taladro, una espesa nube de polvo …y a dos operarios vestidos como yo, de astronautas, que estaban abriendo un agujero en un muro para instalar un aparato de aire acondicionado. Es decir, alguien había dado orden de que al quirófano había que entrar profilácticamente vestido y daba lo mismo que fueras a operar de cataratas que a derribar un tabique.
Tal vez fuera preferible desconfiar -por norma- de las normas, pero la libertad provoca inseguridad y eso genera muchas resistencias.44
Creo que es bueno recelar también de las normas académicas. De la investigación entendida como la suma de hipótesis, evidencias, marcos de referencia, planes de análisis y todo eso. Y es que hay algunas sospechas incómodas que no logran acallar las engorrosas explicaciones de los metodólogos.
Una de ellas es que si nosotros somos quienes seleccionamos los conceptos, el método y la unidad de análisis ¿…cómo no va a resultar lo que queremos encontrar? Estoy seguro de que uno confirma siempre lo que busca. La intención ya se ocupa de encaminar a la intuición y a la atención.
Los marcos teóricos vienen a ser como esos argumentarios de los partidos que hacen que los políticos contesten algo predefinido, sin que en la respuesta influya en nada cuál haya sido la pregunta.
Dicen que Cristóbal Colón se equivocó y no pudo hallar las Indias que buscaba, pero más de quinientos años después continuamos llamando indios o indígenas a la población nativa americana. ¿No encontró Colón lo que buscaba?
A menudo hay que lidiar -aunque el verbo esté ahora muy mal visto- con la soberbia de las metodologías. Los manuales metodológicos son como esos libros de cocina para gente con poca imaginación. Rara vez además los escriben los mismos que investigan. Hay cosas que son casuales y no causales. Yo creo que la reflexión social debe ser un poco como el jazz, que requiere de técnica -claro- pero lo esencial es otra cosa indefinida. Lo llaman talento y la metodología tiende a estrangularlo. Son muchas las veces que las explicaciones acaban convirtiéndose en obstáculos que dificultan entender nada.
En su lugar habría que reivindicar -creo yo- cierto populismo, que utilice sentido común y lenguaje sencillo. Si no conseguimos explicar algo a nuestro hijo de once años o a nuestra abuela de ochenta es que nosotros tampoco lo entendemos.
La interpretación simple suele ser la más correcta. Los pedantes llaman a ese principio la navaja de Ockham. A ello hay que añadirle algo tan obvio como que no es lo mismo un trabajo de tres semanas -de ésos en los que el consultor aterriza con las conclusiones ya medio redactadas en su portátil- que una etnografía de tres años.
Otro asunto colateral es la descarada instrumentalización que de la academia hace el Poder. Sabemos qué han reflexionado los pensadores franceses, gringos o alemanes; pero, ¿qué han pensado los de Bangladesh, Ucrania, Siria o Chad? Las ciencias sociales han estado siempre al servicio de intereses concretos, que en el caso de la antropología ha sido claramente el colonialismo.
Haríamos bien en no olvidar que los modelos se encuentran en la mente de los sociólogos o los antropólogos, y no en las sociedades que estudian. Y que, por mucho que nos esforcemos, siempre hay algo que escapa -cabrón- a nuestras categorías. También que es inevitable que miremos las cosas desde un punto (claro, el punto de vista).
Esto último es interesante. Desde dónde miramos. Deberíamos huir del confort, porque las posiciones que incomodan suelen ser las más fecundas. Estar a gusto tiene que ver con algo previamente asumido -los prejuicios- que en la medida de lo posible sería recomendable mantener a raya.
No nos vaya a suceder que cuando miremos a un negro veamos a un pobre.
Eso, por no hablar del vínculo con el objeto de estudio cuando se transforma en sujeto y tiende a involucrarnos. Nos repele o nos seduce. Canto de sirenas. Si será clásico el tema que ya se ocupó de él Homero en La Odisea.
El problema, en el fondo, es la pretensión de las ciencias sociales de que las cosas no sean ambiguas, cuando sabemos que no hay nada más ambiguo que el ser humano.
Rayuela. Otra vez.
Le gustaba que los malentendidos guardaran un cierto orden (31) y que el dos fuera después del uno y antes del tres, (vm) aunque para eso tuviera que hutilizar las haches como otros la penicilina. (90)
La soledad rencorosa del que se pone a estudiar los isótopos radioactivos o la presidencia de Bartolomé Mitre (3) se resentía al advertir que una pequeña cucaracha le observaba con una atención que jamás le habían dedicado sus hermanas o su novia. (vm)
Habremos de tener cuidado en no engañarnos. En no parecernos a aquel que recoge agua de mar en un cubo para explicarle a los demás lo que son las olas. Bertolt Brecht lo decía de una manera más bonita:
…me parezco al que llevaba el ladrillo consigo para mostrar al mundo cómo era su casa.45
Buena parte de los cestos sociales provienen de tres mimbres esenciales: El suicidio, El capital y La ética protestante y el espíritu del capitalismo; o, lo que es lo mismo, Durkheim, Marx y Weber. Por eso son clásicos.
A lo mejor el talento no consiste en otra cosa que en combinar esas racionalidades diferentes como si de una baraja o de un pastiche se tratara.
Mezclar teorías antagónicas no resulta problemático si pensamos en ellas como herramientas y no como filiación. Porque un martillo y un destornillador no son nunca contradictorios. A lo mejor deberíamos de interesarnos por la transferencia en el conductismo, y en cambio a los psicoanalistas estudiarlos estadísticamente. Es broma. A medias.
Reich estaba probablemente loco, pero su propuesta del orgón fue una genialidad insolente que se atrevía a buscar la libido freudiana en un microscopio (tan alejados el uno del otro).46 Zizek, a menudo irreverente, lo enfoca al revés, argumentando que no hay que separar lo que debe ir unido:
¿…por qué no te masturbas hoy y me lo bebo mañana?47
Se agradece el exabrupto, que andamos escasos de provocación y sobrados de profesionales (¿qué significará eso?) que solo buscan bajo las farolas -académicas, casi siempre- porque es donde se está cómodo y hay más luz y prestigio. Así no se va muy lejos.
Hay otros asuntos espinosos. Como la distancia. Porque en poco se parecen entender desde dentro y explicar desde fuera. Hay gafas para ver de cerca y para ver de lejos (…y para ver por aquí, por la provincia contaba en un chiste hace décadas el genial Eugenio -sirva como homenaje-). Lo determina desde dónde uno mira. No es lo mismo ver una ciudad ´desde abajo´ como un peatón, sintiendo la calle como un espacio deambulado a ras de suelo, que la perspectiva planificadora e inevitablemente arrogante de un tecnócrata mirón.
Habrá también -por último, prometo que ya lo dejo- que tener cierto cuidado con las citas y su posible ausencia de rigor. Siempre proporciona mayor seguridad leer directamente que fiarse de la wikipedia o de El rincón del vago. Sin contar lo frecuente que es citar a autores de los que uno ha escuchado referencias, pero a los que no conoce directamente. Es mejor en eso ser transparente:
…para empatar con ese tipo de mujeres yo siempre tenía bien visible en mi cuarto una revista antigua -y subrayada-. Era un ejemplar de ´Claves de la Razón Práctica´ que en portada anunciaba un artículo apasionante sobre ´La improbable fundamentación de la moral´. Y al lado suyo un libro de historia medieval y otro de poemas (el de Marcuse lo acabé retirando porque ése era casposo incluso para ellas). Con determinado tipo de cooperantes femeninas ese decorado funcionaba bien y causaba muy buena impresión. Claro que leer, lo que se dice leer, jamás leí nada de aquello e incluso el subrayado era a ojo.48
Habría sido estupendo cerrar este capítulo con una cita de Las palabras y las cosas, el libro de Michael Foucault. Que es un autor de culto y viste mucho todo lo que toca.
10 El perseguidor. Las armas secretas. Julio Cortázar. 1959.
11 El Paraguay inventado. Bartomeu Meliá. Ed. CEPAG, 1997. Meliá (1932) es un jesuita, antropólogo y lingüista mallorquín. Doctor por la universidad de Estrasburgo.
12 La sociedad contra el Estado. Pierre Clastres. Virus Editorial, 1974.
13 La construcción social de la realidad. Peter L. Berger y Thomas Luckmann. Random House. EEUU, 1966.
14 Curso de lingüística general. Ferdinard de Saussure. 1916.
15 Esa frase tan buena se atribuye a Charles Darwin, quien en una entrevista habría afirmado que se embarcó en el Beagle siendo un creyente y desembarcó siendo pensante.
16 Charles Sanders Peirce. Filósofo gringo maníaco depresivo, que entre otras muchas cosas fue profesor de matemáticas y de astronomía en la universidad de Harvard. 1839-1914.
17 Intervención de Marcos Mundstock para el Congreso Internacional de la Lengua Española. Córdoba, marzo 2019.
18 Sostiene Oliveira. Deconstruyendo Rayuela. Alberto Quintana. Ed. Bubok, 2009.
19 El vistoso numerito entre paréntesis corresponde al capítulo de Rayuela del que proviene la cita.
20 Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (5ª edición) publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría.
21 Albert Dauzat, un lingüista francés especializado en toponimias. 1877-1955.
22 Si nos fiamos de cómo lo relata Manu Leguineche en La Tribu (Ed. Argos Vergara, 1980) la primera intervención de Obiang en una conferencia de prensa tras su golpe de Estado -y aunque esté novelado me juego triple contra sencillo que este párrafo en concreto lo sacó de material grabado-, transcurrió así:
…quiero agradecerles la preocupación que han tenido de entrevistarse con mi persona y con el Movimiento Revolucionario de las Fuerzas Armadas Populares de la República de Guinea Ecuatorial. De momento no existe preocupación de parte mía porque en el país reina la calma, una absoluta calma, después de que la acción revolucionaria ha dominado totalmente el ámbito nacional. La preocupación mía y de mis compañeros que formamos el Consejo Militar Supremo es el futuro de nuestro país devastado, sumido en una miseria, por lo que la tarea que vamos a emprender es difícil
…y a continuación dijo que no entendía las preguntas. Tengo grabado otro discurso pronunciado media docena de años después en el que afirma …es la impresión que podría dar lugar a conocer de que el país está progresao o no está progresao. Teodoro, el académico.
23 La raza, el lenguaje y la cultura. Franz Boas. 1940.
24 A través del espejo y lo que Alicia encontró allí. Lewis Carroll. Macmillan Publishers, 1871.
25 Citado por Pablo Iglesias es Ganar o morir. Lecciones políticas en juego de tronos. Ed. Akal, 2014.
26 Curso urgente de política para gente decente. Juan Carlos Monedero. Ed. Seix Barral, 2013.
27 Mis chistes, mi filosofía. Slavoj Zizek. Ed. Anagrama, 2015. Zizek es un filósofo y psicoanalista esloveno.
28 Amor a Cataluña. Ernesto Giménez Caballero. Ed. Ruta, 1942.
29 Crónica sentimental de la transición. Manuel Vázquez Montalbán. Ed. Espejo de España, 1985.
30 Ernesto Giménez Caballero defendía la existencia de una lengua hispánica, que a su entender iba más allá de la castellana y también de la española.
31 Gramática de la fantasía. Gianni Rodari. Ed. Ferrán Pellisa, 1973. Reforma de la Escuela. Uno de los libros más inteligentes y originales que he leído.
32 Fernand Braudel. Historiador francés. 1902-1985.
33 Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina …
34 Atlas Lingüístico de la Península Ibérica ALPI. Tuvo que interrumpirse por la guerra civil y solo en 1962 se publicó uno de los diez volúmenes previstos.
35 Hay ocasiones -le sucede por ejemplo al guaraní- en las que sí existen escritos, pero lo que no hay son lectores. Y es que mientras que un lector necesita de un autor, a la inversa no funciona igual. Con frecuencia hay escritores sin lectores. Ocurre, por ejemplo, con la inmensa mayoría de los textos institucionales y con no pocos de los poéticos.
36 No hubo relaciones sexuales, tal y como yo las entiendo. El País, 19 de septiembre 1998.
37 Zygmunt Bauman. Filósofo polaco, pensador sobre la modernidad, recientemente fallecido.
38 Los administradores del bosque de Hood. El brillo de los reversos. Alberto Quintana. Ed. Cactus. Barcelona, 2004.
39 Las iniciales ´ps´ y ´vm´ remiten a El perseguidor y a La vuelta al día en ochenta mundos. Otros dos textos de Cortázar.
40 Sostiene Oliveira. Deconstruyendo Rayuela. Ibíd.
41 Edward Burnett Tylor. Un inglés pionero de la antropología. 1832-1917.
42 David Henry Thoreau. Filósofo gringo de origen puritano. Fabricante de lápices y teórico de la desobediencia civil. 1817-1862.
43 Mary Douglas. Otra antropóloga inglesa. 1921-2007. Leí un artículo suyo sobre el consumo con un título magnífico: ´Ni muerta me dejaría ver con eso puesto´ (1996).
44 Una aclaración. En un capítulo posterior se reivindica la función de las normas en el arte. Creo que no es contradictorio. O tal vez sí. Necesito pensarlo más despacio. Hipervínculo. La locura. "La literatura".
45 Le sirvió de entradilla a Mario Benedetti para su poema La casa y el ladrillo. 1976.
46 Wilhelm Reich. 1897-1957. Filósofo, psicoanalista, marxista, médico, judío, presidiario.
47 Mis chistes, mi filosofía. Ibíd.
48 Mulungo, quieras que no. El brillo de los reversos. Alberto Quintana. Ed. Cactus. Barcelona, 2004.