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CAPÍTULO II: TRES TERRITORIOS EMBLEMÁTICOS DE LA CIUDAD DE SANTIAGO DE CHILE La Unidad Vecinal Portales: El proyecto de ciudad moderna

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Una de las características del paisaje urbano y residencial de la ciudad de Santiago son los diferentes y variados conjuntos de viviendas que se han construido a lo largo del siglo XX. Dentro de las diferentes soluciones destaca lo ocurrido entre 1950 y 1970, período que marca un hito en lo referente a las transformaciones experimentadas por la ciudad. En 1948 se aprobó la Ley Pereira, que posibilitó la colaboración entre el sector público y el privado para la construcción de viviendas económicas y que originaron una serie de proyectos en Santiago, y en todo Chile, para innovar en la manera de habitar la ciudad.

En la década del cincuenta se introdujo un nuevo paradigma en la forma de hacer ciudad, asociado al compromiso que el Estado adquiere con la vivienda. Este cambio se asocia a las transformaciones sociales, políticas, económicas e institucionales que vivía el país y que marcaron la evolución de los ideales urbanos y arquitectónicos de ese período. Las nuevas ideas acerca de la forma de hacer ciudad vienen de la influencia del movimiento moderno y de la Carta de Atenas, y se manifestaron en los primeros asentamientos de habitación popular de los años treinta y cuarenta (Hidalgo, 1999).

Entre 1950 y 1960, impulsados por el Estado, se construyeron también una serie de proyectos habitacionales siguiendo la idea de la vivienda colectiva moderna. La ideología del movimiento moderno reflejó en la ciudad un nuevo modelo urbano. El Estado de Bienestar trajo como resultado un nuevo modelo de ciudad, que se vio plasmado en el equipamiento público, en las nuevas formas de habitabilidad y en el acceso a la vivienda (Pool, 2008). El proceso antes descrito se concreta por medio del Ministerio de Obras Públicas (MOP) y la Corporación de Vivienda (Corvi), y a través de instituciones mixtas como Empart y Cormu3.

Las manifestaciones más relevantes de todo este proceso se ven reflejadas en la década del setenta con la construcción de grandes conjuntos habitacionales pensados para el habitante moderno. Algunos de estos proyectos impulsados por el sector público fueron las tan emblemáticas Villa Frei, la Unidad Vecinal Portales y Providencia. Estas construcciones albergaron la idea de un Estado benefactor, paternalista, muy preocupado por los problemas sociales de la época.

En específico, Villa Portales fue concebido como una obra de gran envergadura y valor. Primero, por tratarse de un proyecto de vivienda innovador; segundo, por sus habitantes; y tercero, por la huella que dejó en la arquitectura de la ciudad. Villa Portales fue un proyecto de vivienda particular y sólo puede entenderse bajo el rol que tomó el Estado en esas décadas, como agente planificador y creador de ciudad. Bajo este contexto se crearon mecanismos encargados de proveer servicios a sus afiliados, entre ellos, el de vivienda.

Los habitantes que llegaron a Villa Portales eran de clase media. Tuvieron acceso a una vivienda de calidad y albergaban un proyecto de movilidad social. Quienes llegaron a habitar La Villa eran un grupo homogéneo, con gran capital cultural, gente formada y preparada: profesores, asistentes sociales, oficinistas, jefes de obras, gasfíter, dibujantes, choferes y vendedores. También había médicos, ingenieros y arquitectos. Una gran variedad de perfiles, pero todos, parte de una clase media con valores y sueños comunes. Villa Portales fue diseñada de una manera única, con calles elevadas, circulaciones verticales, recorridos en altura conectados por medio de rampas, grandes espacios verdes y plazas. Sus departamentos y casas son de gran amplitud, por lo que posee grandes comodidades para la vida diaria.

Villa Portales aún conserva un entorno privilegiado en la ciudad. Inserta en el área continua del triángulo central de Santiago, cuenta con la mayor concentración de servicios y equipamientos, con acceso a redes de infraestructura vial importantes –transporte urbano y metro. Asi mismo, está rodeada por grandes construcciones que le dan un carácter de aislamiento: la Universidad de Santiago de Chile, la Quinta Normal y la Autopista Alberto Hurtado (ex avenida General Velásquez), que de alguna manera contienen al conjunto de la Villa.

Este conjunto habitacional se construyó en un territorio muy extenso de 31 hectáreas, de las cuales el uso del suelo para edificación corresponde solo a 20% del total. Existen en la actualidad 1.860 viviendas, de las cuales 1.500 son departamentos (block como unidades habitacionales) y 360 son casas (plazuelas como unidades habitacionales), que en un comienzo albergaron a 11.000 habitantes. En la actualidad vive casi la mitad, lo que da cuenta de un éxodo importante de población.

Los edificios de la Villa tienen una altura entre cinco y siete pisos. Los blocks 1 y 2 se construyeron con una altura que superó la permitida de ese tiempo, situación que obligó a que se implemente una vía de circulación elevada sobre dos pisos inferiores, es decir, sobre el tercer piso, lo que permitió cumplir con la normativa de acceso a los departamentos de pisos superiores sin tener ascensor. Estos cuentan con una disposición hacia el extremo poniente del conjunto, con una vista hacia la cordillera de Los Andes por el oriente y de la cordillera de La Costa por el poniente. Los edificios más pequeños, de cinco pisos, están en directa relación con la vegetación y los árboles que rodean a todo el conjunto. Las viviendas se encuentran rodeadas de vegetación y árboles frutales que les dan nombre a las quince plazoletas.

Si bien algunos aspectos aparecen como muy favorables, la Villa presenta en la actualidad un importante deterioro. La inadaptación social del proyecto a las condiciones actuales de sus habitantes, el empobrecimiento y el envejecimiento de su población, la influencia de la dictadura militar son algunos de los elementos que han contribuido a mermar la vida de este conjunto habitacional. Su gran dimensión y los problemas con la administración que se producen a partir de los años setenta provocaron un difícil control de la Villa por parte de sus habitantes (Forray et al., 2011). A ello, se le suman en la actualidad problemas como el del uso del suelo, la problemática de la basura, el desgaste de los espacios públicos y la llegada de nuevos residentes.

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