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LA CAJA DE OTRO MUNDO

En una noche cualquiera, la edad media había sido testigo de una inexplicable aparición. Los guardianes habían encontrado algo al costado del Santo Roble; un enorme árbol de dos metros ubicado en medio de la plaza.

Al parecer, era un objeto rectangular, negro, de un material desconocido.

Al día siguiente todos los pobladores de la zona se reunieron alrededor del árbol. Contemplaban atónitos aquel objeto. Algunos de ellos exigían la presencia del Rey Ártiguez I, pero en su lugar apareció el príncipe Ártiguez II, acompañado de su pequeña liebre y sus súbditos, quienes, calmaron el tumulto de la plaza. El príncipe afirmó que habían echado un maleficio al roble, quizá alguna potente pócima que generó la aparición de aquella caja. Como único resultado ordenó la tala del Santo Roble. Estrepitosamente la gente se escandalizó, exclamaron que esa solución era un terrible pecado, así que algunos de los más ancianos tuvieron la idea de llamar al cura, pero la mayoría no quería perder el tiempo y pidieron resolver este caso con un chamán(1) que se encontraba entre la gente. Nuevamente el bullicio emergió, los ancianos no querían, pero Ártiguez II ante la presión de la tala y la magia del chamán, eligió la segunda opción.

Los súbditos retrocedieron a la gente. El chamán se paró frente al roble, sacó un libro de su bolso, buscó la página de en medio y comenzó a leerlo entre murmullos, extendió su brazo izquierdo y cerró los ojos dando dramatismo al momento. Ártiguez II y las personas miraban sorprendidos, esperando algún resultado, pero nada ocurría. Se empezaban a oír murmullos y abucheos de la gente, el chamán vociferó eufóricamente y ordenó tajantemente buscar sangre de murciélago y pelo de gato. Ártiguez II cuestionó esa orden, el brujo dijo que era necesario, ya que el roble había sido maldecido y que aquella caja era la puerta al inframundo. El pueblo entero se estremeció, muchos empezaron a orar, no podían creer que en su tranquilo pueblo existiera la entrada al infierno, aquel lugar hostil, infestado de seres crueles y sin corazón.

Habían pasado horas y los súbditos no regresaban con el pedido. Más del medio día y el calor sofocaba la plaza. La noticia del inframundo había llegado a oídos del Rey Ártiguez I, por lo que se presentó inesperadamente en la plaza, molestó a su hijo, el príncipe, por la falta de inteligencia frente a este caso, Ártiguez II se excusó con la oposición de los pobladores a la tala y la solución que dio el chamán.

El Rey a regañadientes dio la razón a su hijo y ambos esperaron a los súbditos. Mientras él comía su jugosa manzana, uno de los pobladores anunciaba que ya estaban en camino. Veinte minutos después los súbditos regresaron, uno de ellos venía sin zapatos porque había resbalado cuando escalaba por las afueras de la cueva, sin embargo, eso no importaba ahora, todos ponían especial atención al chamán y a su magia para desaparecer esa caja. Colocaron un caldero hirviendo frente al roble. El chamán comenzó su trabajo. Mezcló varias pócimas y finalmente echó lo más importante, la sangre y el pelo. El caldero desapareció por el humo rojizo que despedía, mientras el chamán se expresaba en otro lenguaje, la gente y los superiores miraban asombrados aquel espectáculo. El humo ascendió hasta las añejas hojas, deshaciéndolas como cenizas, seguida de una gran explosión alrededor de la copa. Ártiguez I, furioso por la desaparición de las hojas y no del objeto, ordenó al hombre más grande y fuerte destruir la caja con el hacha. El chamán retrocedió al ver al fornido vasallo aproximarse, el pueblo entero lo alentaba, el hacha se balanceaba en el aire, su filo brillaba con el sol, iba a partir la caja, hasta que una intensa luz encegueció a todos. Cuando esta se apagó, dejó al descubierto a un joven que radicalmente no era de ahí, su chaqueta y su jean se veían bastante cómodos. La gente del pueblo no habló hasta que el joven rompió el silencio, pidió disculpas por el altercado que habían pasado, explicó que su hermano tomó su reloj del tiempo para esconder sus cosas en diferentes épocas de la historia. Nuevamente pidió disculpas, agarró aquella caja maligna y dijo:

—Gracias por cuidar de mi parlante —nuevamente dejó salir la luz y desapareció.

(1)Chamán: Hombre que en algunas culturas hace predicciones, invoca a los espíritus y ejerce prácticas curativas utilizando poderes ocultos y productos naturales; también suele aconsejar y orientar a las personas que acuden a consultarle.

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