Читать книгу La democracia de las emociones - Alfredo Sanfeliz Mezquita - Страница 26
La confusión de lo útil y lo realista con lo justo
ОглавлениеUno de los principales reproches de las «derechas» a las ideologías de «izquierdas» se centra en gran medida en la creencia de que estas últimas tienden a perjudicar el buen funcionamiento de la sociedad en lo que se refiere a su capacidad de generar riqueza. Se dice que provocan el acomodamiento de quien siente que vive en un mundo de derechos sin las correspondientes obligaciones y en el que el esfuerzo no tiene recompensa al existir una justicia igualadora. Consideran que es poco inteligente basar una sociedad en principios que llevan a un empobrecimiento de todos en términos absolutos. Personalmente comparto plenamente dicho planteamiento pues me parece claro que el progreso de la humanidad se construye sobre el esfuerzo de unos y de otros, y que las personas, de una u otra forma, necesitamos recompensas (del tipo que sea) para realizar nuestro esfuerzo. Pienso que incluso quienes se sienten pertenecientes al grupo ideológico de «izquierdas» suscribirán esta observación pues posiblemente resulta constatable en sus versiones extremas con la evolución de los comportamientos y experiencias pasadas en las distintas sociedades. Quizá no se atrevan o permitan compartir la observación abiertamente, pero estoy convencido de que si se colocan en Marte para tener una posición sin implicación, hasta los más extremos podrán advertir esta tendencia si no reniegan de la realidad del funcionamiento de nuestro sistema basado en una u otra forma de egoísmo de supervivencia.
Pero lo anterior no debe llevarnos a pensar que las actuaciones de quienes a todas horas gritan y reivindican derechos, que parecen ir contra el reconocimiento y la compensación del esfuerzo y del mérito, no resultan también inteligentes y útiles. Pues sin duda casi todos esos gritos y reivindicaciones acaban produciendo su fruto en el medio y largo plazo. Es claro que muchas de esas reivindicaciones hacen daño a la economía, al empleo o a ciertas condiciones de nuestro bienestar social en el corto plazo. Pero en el largo plazo han extendido un alto nivel de bienestar a más y más población. Cada vez que hoy alguien habla de subir un impuesto, los empresarios, con buen criterio, dirán que ello reducirá la inversión y restará atractivo a nuestro país para inversores extranjeros. Si se habla de subir el salario mínimo, dirán que ello generará más paro, y seguramente sea cierto en el corto plazo, pero me parece también indudable que si los menos favorecidos de nuestra sociedad hubieran esperado a que los empresarios encontraran un momento bueno para subir los impuestos o el salario mínimo estarían todavía con salarios de hambre y sometidos a unas condiciones que hoy nos resultarían absolutamente inaceptables.
No pretendo entrar ahora en el debate de cuál es la mejor forma de funcionamiento social y económico para nuestro mundo, pero he querido poner estos ejemplos para hacer visible como, para los desfavorecidos, los gritos y reivindicaciones que efectúan, cuando se hacen de forma inteligente, producen frutos que no se habrían producido de otra manera. Y aunque a veces nos produzcan un gran rechazo e indignación (como el fenómeno de los «okupas») parece claro que tales batallas van sembrando y regando a la sociedad con un tinte protector y comprensivo de las necesidades de los menos favorecidos que consiguen impregnar el comportamiento social y generar medidas orientadas a la protección de los menos privilegiados. Es a la conclusión a la que llego con la simple observación de la evolución de las cosas a lo largo del tiempo.
Para comprender las dinámicas sociales es importante empezar por aceptar que las reivindicaciones y los gritos han sido en general muy útiles a lo largo de la historia y que la realidad de la evolución de una sociedad es el resultado de las luchas y fuerzas comentadas en una y otra dirección. Argumentar que los que gritan y reivindican, los que se hacen «okupantes» o hacen «escraches» para evitar desahucios no juegan inteligentemente pues perjudican el buen funcionamiento del sistema está bien para quienes juegan en el equipo de defensa de lo establecido. Pero quien quiera comprender hoy la complejidad y las casi caóticas dinámicas del funcionamiento de la sociedad deberá desprenderse de la camiseta de uno y otro equipo, y observar que tales reivindicaciones van dejando un poso en nuestra evolución social favorable a los menos favorecidos. Se trata de un poso que no quiero calificar de bueno ni de malo, y ni siquiera de progreso (término que parece tener connotaciones positivas), pues ese juicio será distinto para unos y otros según ganen o pierdan posición relativa en la sociedad. Y desde la observación de ello, sin camiseta alguna, seguro que seremos mucho más capaces de comprender lo que ocurre, como pretende mostrar este libro, sin llevarnos las manos a la cabeza.