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Lectura: libertad y conocimiento.A modo de presentación

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Rebeca Barriga Villanueva

Leo, no para evadirme, […] leo para aprender mi libertad. 1

Michèle Petit

Indiscutiblemente, la lectura (junto con la escritura) es parte esencial del binomio que integra la lengua escrita. Es, en cualquiera de sus facetas, de enorme importancia en todos los ámbitos del conocimiento. Se construye como uno de los puntos torales de la educación, la lingüística, la psicolingüística y la sociolingüística.

En México, muy especialmente, es una preocupación constante en el contexto educativo por las repercusiones que su manejo —comprendido éste en toda su complejidad— tiene tanto en el desempeño de todos los niveles escolares como en las prácticas sociales. Sin embargo, pese a su importancia, no se ha logrado entender en profundidad lo que la lectura significa.

Leer no es un mero acto de descifrado, es un complejo proceso de construcción de sentidos y significados que conducen al gozo estético, a la elaboración de todo tipo de conocimiento, a la emotividad y, en última instancia, a un aprendizaje significativo. En este sentido, Habilidades complejas de lectura en el posgrado.¿Formación o disonancia? de Alicia Peredo es una aportación valiosa y original en tanto que va dirigida al nivel más alto de la pirámide educativa, tratando de impactar en estudiantes de posgrado que, pese a lo adelantado de su escolarización, sorpresivamente, presentan aún problemas para incorporar en sus trabajos de investigación estrategias lectoras de análisis y síntesis que les permitan recuperar las ideas sustantivas de un texto y plasmarlas de manera propia en un nuevo texto escrito. Éste es uno de los aspectos más valiosos del libro, que no divorcia la lectura de la escritura, sino que las marida como partes fundamentales de un todo. Peredo concibe que el déficit lector va de la mano con el enorme problema de una escritura coherente y razonada, que plasme con nitidez el pensamiento y el sentimiento de este escritor-lector.

Este estudio es una de las investigaciones pioneras que remonta la educación básica para insertarse en la educación superior. A todas luces, la selección de este nivel escolar no es fortuita sino que es el resultado de un largo trayecto y experiencia con la lectura en los otros niveles previos de escolaridad, que han permitido a su autora ir integrando los rasgos distintivos de un lector experto. Llegar a esta propuesta es el resultado de un conocimiento acumulativo, comprometido e interiorizado, que concibe la lectura como un complejo proceso de metacognición en el que la reflexión del lector es crucial para la comprensión cabal del texto, en este caso el discurso académico relacionado con la investigación educativa.

Habilidades complejas de lectura en el posgrado. ¿Formación o disonancia? descansa sobre una estructura cuadrangular en la que cada uno de los capítulos es autónomo, pero se relaciona con los otros mediante el gran hilo conductor que es la adquisición y el desarrollo de la competencia lectora y, con ella, de la competencia escritural. En efecto, entre los cuatro capítulos, cuyos elocuentes títulos presagian la problemática que se desmenuzará en el libro: “El papel de la lectura en la construcción de un objeto de estudio” “La voz de los aprendices”, “La demanda de los expertos. Un diálogo inconexo” y “Algunos puntos de contacto, la búsqueda del camino a la experticia” se construye una suerte de juego polifónico en la que la voz del novato transita por un camino de habilidades y competencias que lo llevarán a unir su voz con la de los expertos —los maestros—, para convertirse él mismo en un experto, capaz de transformar una lectura huérfana, vacía en otra autónoma y con sentido. Un camino en que la lectura conjugada con la escritura se unirán para ofrecerle al que lee y al que escribe la libertad de la creatividad y del conocimiento, meta final de toda acción educativa, ya docente, ya investigativa.

Peredo se plantea un reto: lograr que el posgraduado sea capaz de elaborar con creatividad y palabras propias que lo conduzcan a la construcción coherente de su objeto de estudio, y que para ello sea capaz de interactuar con las ideas vertidas en una bibliografía especializada: de nueva cuenta, un diálogo entre un conjunto polifónico de pensamientos, emociones y vivencias, a la manera de Bajtín. Para cristalizar su propuesta, sigue una estrategia metodológica movida por tres ejes fundamentales que le permiten configurar un rico corpus: encuesta virtual, observación participante y entrevistas con estudiantes y profesores. El cuestionario aplicado a los maestros es en sí mismo un doble desafío, pues al reflexionar en torno a los problemas lectores de sus estudiantes, entra en una interesante autoevaluación que le permitirá descubrir sus propios aciertos o debilidades. En su conjunto, esta tríada, en sintonía con el marco constructivista y bajtiniano que le da fundamento, le permiten analizar tanto las voces de los lectores aprendices como la de los expertos, y extraer de ellas las tácticas adecuadas para llegar a la comprensión cabal del texto leído, herramientas para remontar el fracaso lector con acciones concretas: acceder de manera eficaz a la información, integrarla e interpretarla en un contexto pertinente; y, finalmente, evaluarla para consolidar el conocimiento subyacente que permea el texto leído y lo hace significativo. Se trata, pues, de optimizar la competencia lectora, por medio de una sensibilización y toma de conciencia de que la lectura es un complejo proceso dialéctico que imbrica los objetivos particulares del lector con los objetivos del texto mismo y con la socialización que de ellos se haga, al compartir la lectura con otros. La lectura es finalmente una práctica social y su meta es el intercambio de los valores que la cultura conlleva.

Habilidades complejas de lectura en el posgrado ¿Formación o disonancia? tiene valores relevantes que lo hacen atractivo y digno no sólo de leerse sino de utilizarse como apoyo docente. Sobresale, en primer lugar, el pertinaz interés de Peredo por la metarreflexión, capacidad inherente al hombre que emerge con el contacto con la lengua escrita y que es asfixiada por técnicas memorísticas que mutilan el potencial creativo y crítico de un estudiante, cualesquiera que sea su nivel de escolaridad. De ahí su insistencia también en formar comunidades discursivas en las que se cree una sintonía relación entre alumno-maestro-libro-lectura, en el que un acompañamiento vigilante, cooperativo, propicie el necesario tránsito del lector aprendiz al lector competente, del lector pasivo al lector analítico, crítico y creativo que argumenta con voz propia y se forma una postura personal en torno a las ideas que aportan los textos. Peredo abunda también en la importancia de comprender las diferencias entre los estilos docentes, los intereses y las motivaciones lectoras, así como en las difusas fronteras que hay entre habilidad, capacidad y experticia.

El libro tiene un alto valor didáctico, merced a un estilo claro y accesible y a un manejo acertado de los recursos gráficos que permiten focalizar las ideas sustantivas: recuadros de colores porcentajes, citas. Pero, sobre todo, el libro tiene una gran virtud: abre caminos de investigación, su aportación no se queda en los límites de sus páginas como algo terminado, sino que motiva a la reflexión, a la polémica, a la búsqueda de salidas idóneas que conduzcan al lector, niño, adulto, maestro, estudiante investigador por las veredas del significado profundo, inteligente, motivador, entretejido con los valores del contexto social que se vive; una lectura que no paraliza ni limita, una lectura que conduzca al hombre a la conquista de su libertad intelectual y emocional.

Habilidades complejas de lectura en el posgrado. ¿Formación o disonancia?

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