Читать книгу Habilidades complejas de lectura en el posgrado. ¿Formación o disonancia? - Alicia Peredo Merlo - Страница 9

CAPÍTULO 1 El papel de la lectura en la construcción de un objeto de estudio

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El objetivo central de este estudio es iluminar los grandes problemas que enfrentan los estudiantes de posgrado con relación a la lectura académica, concretamente para iniciarse en la investigación educativa. En este capítulo analizo algunas manifestaciones del problema y concluyo mostrando la estrategia metodológica a partir de la cual obtuve los datos empíricos del estudio.

Es evidente que un estudiante de posgrado, sobre todo en el área de ciencias sociales, pero no sólo en ésta, basará su aprendizaje, desempeño y productividad académica en habilidades de lectura y escritura. La organización de los cursos se sostiene fundamentalmente en una serie de lecturas propuestas por el profesor, pero expuestas, analizadas y discutidas por el grupo de estudiantes. Esto significa que el alumno está capacitado para leer más allá de la literalidad del texto, para analizar y conectar ideas abstractas, identificar escuelas de pensamiento, ubicar autores y dialogar con todo este entramado teórico, y a partir de ahí generar ideas propias. Algo que demanda no sólo una importante complejidad cognitiva sino un entrenamiento previo con el que suponemos deberían llegar los posgraduantes. El profesor se sumaría a la discusión grupal y acaso daría más información o sugerencias de nuevas lecturas con la intención de abonar a la profundidad en el análisis del tema. Lo que se pone en duda es si efectivamente el alumno está habilitado para esta técnica en un aula de posgrado, y si el profesor, efectivamente, se da cuenta de las dificultades de algunos alumnos para comprender el texto y qué puede hacer para estimular el análisis crítico de los autores.

La historia escolar de los estudiantes mexicanos4 ha dado evidencia de un déficit lector importante en el que hay ausencias de entrenamiento escolar, por ejemplo: no se ha enseñado en los años escolares de la educación básica y media superior a comparar autores, a inferir argumentos implícitos, a localizar información anidada y mucho menos a tomar posición crítica fundamentada ante posiciones o argumentos opuestos. Tampoco se han desarrollado habilidades de síntesis que permitan al estudiante una mayor posibilidad analítica. En consecuencia, poseen herramientas muy deficientes para investigar sobre el tema de interés, interpretar información, discriminar y pensar de forma independiente.

No sólo esto distingue a los estudiantes mexicanos, hay una forma tradicional de enseñanza que por décadas ha privilegiado el enciclopedismo y basa la educación en lecturas superficiales y homogeneizantes; parecería que el lector debe entender siempre lo mismo que el resto de los compañeros de clase y, desde luego, lo que regula y evalúa el profesor. En el caso de la lectura para producir un texto se transita entre el lector pasivo y el lector-autor, pasaje que cuesta un esfuerzo cognitivo de alta complejidad.

Una tarea indispensable para un estudiante de doctorado es la elaboración de una tesis original, que desde luego demanda muchas habilidades investigativas, pero una fundamental y quizá de las primeras es la construcción de un objeto de estudio. ¿Cómo enfrentan los primeros acercamientos al objeto de estudio que será su tesis y qué papel tiene el desempeño lector? ¿Qué estrategias de lectura utilizan los estudiantes y qué concordancia hay entre éstas y las demandas de los profesores?

Es de suponerse que el egresado de un doctorado en ciencias sociales se dedicará a la vida académica, pero aunque esto no fuera así, durante el proceso de formación estará inmerso dentro de lo que Carlino5 llama la alfabetización académica. Ésta se refiere a los modos particulares de leer y escribir que posee cada disciplina y a la que se enfrentan los estudiantes universitarios. Cada perfil profesional posee no sólo una base de conceptos técnicos propios, sino también estructuras lingüísticas típicas, sólo que algunas disciplinas son más regulares que otras. Por ejemplo, las ciencias experimentales tienen estructuras más uniformes en la exposición de artículos científicos que las ciencias sociales. En todo caso, lo que importa destacar es que el aprendiz de una licenciatura se va introduciendo en la jerga propia del lenguaje técnico así como en la lectura y análisis de los textos que en la misma se producen. Quizá podríamos argumentar que hay profesiones que se basan más en la producción textual que otras, pero en cualquier caso los universitarios se enfrentan a una diversidad textual que es preciso dominar. Esto mismo sucede con la orientación del posgrado.

Es evidente que la actividad académica está basada en buena parte en habilidades textuales tanto para analizar como para producir textos científicos. Cuando nos referimos a estudiantes de un posgrado, éstos ya deberían poseer el dominio de la disciplina de formación para tomar decisiones que atañen al ejercicio de una profesión, y algunas otras habilidades para el manejo del lenguaje técnico tanto verbal como escrito. Pero ¿qué pasa si esto no es así? Carlino hace énfasis en no utilizar el concepto de alfabetización académica para remediar la (mala) formación con la que llegan los estudiantes al nivel superior, toda vez que alfabetizar supone un proceso de enseñanza relacionado con el lenguaje escrito. Más bien, afirma, se trata de introducir al estudiante en las particularidades de la disciplina, en este caso, a la que se dedica el posgrado, el curso o la tesis, particularmente. Por lo general, los estudiantes de posgrado provienen de profesiones afines, lo cual ofrece una cierta base común en los lenguajes disciplinares; no obstante, las lecturas teóricas y los cánones del lenguaje científico deberán ser aprehendidos. La pregunta es ¿cómo ha de leerse para producir un texto académico del tipo de una tesis de posgrado?

Rondon6 establece algunos factores internos y externos que intervienen y quizá dificultan la lectura académica durante el proceso de formación de posgrado. Como externos se refiere a los estilos de enseñanza de los profesores, la riqueza de las experiencias lectoras con fines de investigación y el contacto con investigadores. En este estudio se puede comprobar que, efectivamente, hay estilos docentes que intervienen; por ejemplo, en las tareas que solicitan a los estudiantes con poca enseñanza de por medio. También se pueden observar los beneficios de haber colaborado como auxiliar de un investigador y las grandes dificultades que enfrentan quienes no han realizado la tesis en licenciatura. En cuanto a los procesos internos menciona los estilos cognitivos individuales, como la percepción, el reconocimiento de patrones lingüísticos, la utilización de operadores mentales acordes a una necesidad particular, entre otros. Ambos, internos y externos, se observan en varias tareas que se analizan en los siguientes capítulos.

Debemos partir del hecho de que el estudiante enfrentará varias tareas durante el proceso formativo. Debe atender los cursos generales teóricos y metodológicos, además de los seminarios especializados en su objeto de estudio. Esto significa que debe conectar aprendizajes derivados de la lectura para ir paulatinamente delimitando un objeto de estudio, buscar bibliografía suficiente para conocer el estado del arte y decidir qué conceptos centrales utilizará y desde qué perspectiva teórica. Por sólo mencionar algunos prolegómenos de lo que enfrenta. Además, debe utilizar los nuevos formatos electrónicos de búsqueda de fuentes documentales, bases de datos, generales y específicas, seleccionar, evaluar calidad y utilizar líneas de búsqueda cada vez con mayor precisión y prever las estrategias que utilizará para no perderse en el nuevo mundo de la información. Boote y Beile7 advierten que la mayor parte de los estudiantes de los posgrados en educación no llega con habilidades suficiente para la búsqueda bibliográfica especializada en investigaciones, ni con el conocimiento para profundizar los criterios analíticos y evaluarlos.

Ahora bien, al preguntar a los profesores de algunos cursos de posgrado, a través de una encuesta, acerca de los problemas que detectan con la lectura, los resultados muestran una preocupación docente, pero también una imposibilidad para intervenir; es decir, el profesor de posgrado no conoce cómo corregir problemas de comprensión, así como tampoco sabe enseñar estrategias para la lectura académica. Nos enfrentamos entonces a un doble problema, el estudiante debe avanzar solo y ajustarse a sus propios medios cognitivos, acaso a su intuición y cuando mucho a la historia escolar que, ya vimos, padece de varios vicios. “La lectura que se realiza nace huérfana”.8

Si bien es cierto que el profesor de posgrado puede argumentar que su función no es enseñar la lectura, la representación de un problema permite la solución o no del mismo. En este caso, el profesor puede reconocer el déficit lector de los estudiantes, pero a) no sabe cómo solucionarlo, b) no considera que es su problema sino del estudiante o del programa que lo admitió con estas deficiencias, c) desconoce las causas estructurales o particulares del problema y, en consecuencia, evade toda intervención. Caemos entonces en un círculo perverso donde el profesor no hace mucho para resolver el problema y el estudiante queda sujeto a sus propios recursos para solucionar sus limitaciones.

Aunque más adelante mostraré algunos datos sobre la percepción que tienen los profesores de posgrado que respondieron la encuesta, conviene analizar algunos reportes de organismos como la OCDE que ponen de manifiesto una realidad sobre el déficit lector. En la última evaluación PISA 2009,9 se midieron tres grandes habilidades lectoras: acceder y recuperar información, integrar e interpretar y evaluar dicha información. Los desempeños, en cierta manera, sirven como un predictor de las habilidades necesarias para la educación superior. Veamos primero a qué se refieren, después se analiza el histórico de los desempeños de los estudiantes mexicanos y sus posibles implicaciones en el problema que se aborda en este trabajo, el de los estudiantes de posgrado.

La habilidad lectora en su conjunto se refiere a la capacidad de un individuo para comprender, emplear, reflexionar e interesarse en textos escritos con el fin de lograr metas propias, desarrollar sus conocimientos y su potencial personal, y participar en la sociedad.10 En este sentido, comprender se refiere a la construcción de significados que pueden ser complejos como una argumentación, una narración o una hipótesis. Emplear se entiende como la utilización de la información; es decir, los objetivos de la lectura deben guiar las estrategias lectoras, lo que significa que un lector sabe de antemano lo que busca en un texto o los fines por los cuales lo lee. La reflexión permite hacer juicios fundados y formarse una opinión sobre el contenido de las lecturas; en otras palabras más teóricas, conlleva la noción de una lectura crítica. Finalmente han incorporado en esta última evaluación la noción del interés o las motivaciones lectoras, lo que potencia la apropiación de una cultura escrita en su más amplia acepción.

Ahora desglosemos las habilidades evaluadas específicamente y su posible implicación al tema de nuestro interés. Acceder y recuperar información es una tarea absolutamente indispensable para la vida académica, se refiere a la forma en la que el lector localiza fuentes bibliográficas o información de uso cotidiano. En el caso de los estudiantes de un posgrado es obvio suponer que deben reconocer autores, saber citarlos, clasificarlos o identificar las fichas en un catálogo físico o digital. Integrar e interpretar información permite no sólo la comparación entre autores, escuelas de pensamiento y datos de diversas fuentes. En el caso de los estudiantes de posgrado, también deben identificar relaciones lógicas de causalidad. Interpretar un texto es darle sentido al significado global o particular. Por último, reflexionar y evaluar es la piedra angular de una lectura analítica indispensable para la vida académica; es ir más allá de la información literal o implícita; es buscar relaciones referenciales con otras fuentes de información y establecer vínculos intertextuales entre múltiples textos escritos y de otros que proveen andamiajes analíticos profundos. Es, finalmente, dejar de mirar al texto como verdad incuestionable y rebasar la literalidad de la información.

Si bien PISA ha venido evaluando a los jóvenes mexicanos desde el año 2000, en el 2009 definió los siguientes niveles de desempeño:

Niveles de desempeño lector según la OCDE
NivelesDescripción
Nivel 6Nivel 5Nivel 4Situarse en uno de los niveles más altos significa que un alumno tiene potencial para realizar actividades de alta complejidad cognitiva, científicas u otras.
Nivel 3Por arriba del mínimo necesario y, por ello, bastante bueno, aunque no del nivel deseable para la realización de las actividades cognitivas más complejas.
Nivel 2Identifica el mínimo adecuado para desempeñarse en la sociedad contemporánea.
Nivel 1aNivel 1bNivel 0Insuficientes para acceder a estudios superiores y desarrollar las actividades que exige la vida en la sociedad del conocimiento.

Fuente: PISA 2009, OCDE.

Como puede deducirse fácilmente, para que un estudiante entre a un posgrado y logre las metas académicas, debería ubicarse en los niveles superiores. Sin embargo, los resultados muestran un déficit histórico importante que es necesario considerar. Es posible argumentar que los estudiantes de posgrado han egresado de la educación superior y, por ende, cumplen con niveles satisfactorios de competencia lectora; empero, hay estudios que dan evidencia de que los desempeños laborales en diferentes disciplinas se basan en rutinas que facilitan el acceso y utilización de la información,11 no en cambio la habilidad para la lectura académica siempre en movimiento y actualización disciplinar. En todo caso, conviene mirar un poco los datos históricos de los resultados de los jóvenes mexicanos.

El histórico de desempeño lector de los jóvenes mexicanos es el siguiente:


Fuente: datos organizados por la investigadora.

Como puede constatarse, los jóvenes se ubican preferentemente en los niveles inferiores, lo que significa que no están preparados para habilidades de lectura compleja. Entre 75% y 83% de los jóvenes en este lapso de nueve años, no posee las habilidades cognitivas necesarias para la lectura universitaria. Si consideramos que en el año 2000 los evaluados cursaban, en promedio, los últimos años de la secundaria o los primeros semestres de un bachillerato, nueve años después muy probablemente corresponden a las generaciones que potencialmente estarían estudiando un posgrado. Desde luego, cabe preguntarse ¿qué hicieron estos estudiantes para introducirse en la lectura académica de la disciplina de formación profesional, qué hicieron los profesores para introducir repertorios bibliográficos? En todo caso, cuando un estudiante pretende hacer de la vida académica su fuente de producción laboral y estudia un posgrado, supondríamos habilidades lectoras desarrolladas, pero no es así.

Algunas de las habilidades básicas que deberá desarrollar durante su estancia en el posgrado, íntimamente relacionadas con la competencia lectora son: localizar y evaluar diversas fuentes bibliográficas, hemerográficas, impresas y tecnológicas, y con éstas procesar, organizar, analizar y comparar la información hasta lograr el dominio de un tema, problematizar la realidad y construir un objeto de estudio; en síntesis, dialogar con las fuentes y atender el proceso metacognitivo que siguió en la formulación del problema de investigación. De este proceso hablaré más adelante.

Habilidades complejas de lectura en el posgrado. ¿Formación o disonancia?

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