Читать книгу Habilidades complejas de lectura en el posgrado. ¿Formación o disonancia? - Alicia Peredo Merlo - Страница 8

INTRODUCCIÓN La lectura en el posgrado. Entre novatos y expertos. ¿Alguna disonancia?

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Este libro surge de varias investigaciones anteriores en las que he podido comprobar los problemas que enfrentan los estudiantes para realizar tareas relacionadas con la lectura. Al realizar historias escolares con estudiantes de bachillerato y con adultos económicamente activos, me pude percatar de las deficiencias de la enseñanza en diferentes niveles escolares y la falta de formación de los profesores, quienes reconocen el déficit lector pero no saben cómo resolverlo.

Ubicar a la lectura como piedra angular de la educación formal, no es otra cosa que reconocer que un bajo desempeño lector irremediablemente conduce a una mala calidad de los aprendizajes en cualquier disciplina. Leer va más allá de la capacidad de descifrar; es construir significado y otorgar sentido, lo que generalmente es subjetivo, de ahí que la competencia lectora sea una variable de suma complejidad cuando intentamos operacionalizarla con intención investigativa. Por principio, nos enfrentamos a muchos prejuicios, como por ejemplo, suponer que hay “una lectura de comprensión”, y entonces los docentes de diversos niveles y disciplinas suponen que es algo distinto de simplemente leer, o sea, descifrar. Conducen entonces actividades didácticas tendientes a evaluar si los estudiantes “comprenden” lo que el profesor quiere que repitan. Esto, entre otras actividades, produce lectores apáticos, heterónomos y poco críticos frente al criterio de autoridad del autor o del profesor.

Los recuerdos son elocuentes, en la educación básica hay evidencias de que se tienen más experiencias con la “oralización” de la lectura que con la lectura con fines de aprendizaje. Es decir, “en la escuela primaria se aprende a leer pero no se lee para aprender”.1 Los estudiantes de educación media declararon no haber leído nunca un texto completo ya que los profesores generalmente solicitan u otorgan lecturas fragmentadas, compiladas en las mal llamadas antologías. Es evidente que el lector se va conformando con versiones incompletas y no se preocupa por conocer autores. El efecto de este tipo de práctica es que el estudiante se acostumbra a retener piezas desorganizadas de información que difícilmente producen un aprendizaje sólido y fundante para futuras experiencias con textos complejos. Los estudiantes de educación superior enfrentan la lectura para desarrollar una actividad profesional, la que quizá después dejen de necesitar.2 Este panorama no es alentador.

En mi experiencia como profesora de posgrados en educación en diferentes instituciones, he podido percibir que la principal queja de los profesores es la mala calidad de los reportes de lectura y de los escritos académicos solicitados durante las evaluaciones de los cursos. ¿Cómo pueden producir un texto coherente si adolecen de problemas de desempeño lector? Probablemente, el lector de este libro se pregunte, como otros colegas, ¿cómo son admitidos a un posgrado estudiantes que no saben leer? La respuesta es complicada. La más sencilla sería: es que no hay otro tipo de candidatos, todos provienen del mismo sistema escolar deficiente. La respuesta adecuada es mucho más compleja y apunta a una diversidad de perspectivas multidisciplinares. En este estudio, trato de mostrar sólo una faceta del problema.

El libro está dirigido tanto a los estudiantes como a los profesores de posgrado, con la intención de mostrar a ambos la falta de sintonía que a veces ocurre por una inadecuada comprensión del problema. En el primer capítulo expongo la visión particular que tengo, y que corroboro a través de una encuesta a profesores de posgrado en ciencias sociales. Los capítulos 2 y 3 dan voz a los intervinientes en este caso de estudio, estudiantes y profesores, cada uno con prácticas de lectura individuales, pero que participan en eventos lectores institucionales en disposición pedagógica. Esto es importante porque no hemos estudiado a cada uno por separado sino en interacción. Las prácticas de lectura3 dan muestra de estructuras sociales subsumidas; es este caso, la escuela básica o superior que da por establecido un saber sin desarrollarlo, como veremos más adelante. Supone habilidades y competencias lectoras únicas; es decir, una vez que se posee la capacidad de leer no es necesario que los profesores de educación superior se preocupen más por este conocimiento práctico. Los eventos lectores observados dan muestra de la necesidad de acciones mediadoras que faciliten la apropiación de la literatura especializada, de esto se trata el cuarto capítulo.

Concretamente se abordan los problemas que enfrenta un aprendiz de investigador, estudiante de un doctorado en educación, que se propone, como primer paso, formular una pregunta de investigación novedosa, que aporte conocimiento y que tenga fundamentos teóricos. Parece sencillo, pero es de una dificultad mayor, sobre todo si no se tiene experiencia suficiente en tareas académicas o en el tema que se pretende estudiar. La incertidumbre que genera buscar el hilo conductor, la relevancia del problema a investigar según “otro” que el novato desconoce. Andar y desandar el camino, tejer y deshacer una y otra vez hasta lograr hilvanar finamente para construir un objeto de estudio.

Habilidades complejas de lectura en el posgrado. ¿Formación o disonancia?

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