Читать книгу A cielo abierto - Amparo Arteaga León - Страница 12
ОглавлениеLos algoritmos mentales
El algoritmo mental es una herramienta terapéutica sencilla que permite transformar el núcleo de un conflicto en su opuesto positivo.
La mente es una interfaz entre la conciencia y el cerebro, una energía que abre posibilidades, que diseña realidades, antecede y predispone hacia la acción y concreción de lo que planifica; una energía que concentra el poder de materializar cuando la dirigimos con amor hacia lo que deseamos.
A través de los algoritmos mentales elaboramos conscientemente una serie de pasos que son el preludio para generar el estado vital que queremos conseguir. Para ello, utilizamos la energía del pensamiento —donde reside habitualmente el conflicto—, energía que vamos depurando y transformando hasta instalar en el cuerpo la más alta vibración que consolida nuevos estados de conciencia. Así, podremos comprobar que, si somos capaces de provocarnos enfermedades, también lo somos de generar estados de salud y bienestar.
Para aplicar un algoritmo mental tengo que, en primer lugar, definir muy bien cuál es el conflicto que quiero resolver, aquello que acude recurrentemente a mi vida y no me deja avanzar. Este conflicto constituye un material energético residual que reciclaré con el algoritmo que plantee. Para ello, buscaré el opuesto positivo en el que quiero transformar dicho conflicto, señalando el estado en el que quiero vivir en adelante, y la emociones que acompañan a ese estado. El opuesto no siempre tiene que ser su opuesto literal, sino el que yo siento que se opone al conflicto que está en activo. También me interesa saber cómo este conflicto me afecta mental, corporal y anímicamente, así como detectar el órgano o lugar del cuerpo donde lo he somatizado. Una vez aglutinados los datos de estos dos pasos, puedo ya plantear el algoritmo mental y definirlo con precisión, tratando de materializar el nuevo estado que corresponde a ese opuesto positivo. De este modo, voy visualizando y sintiendo las funciones del órgano somatizado, y voy implicando al cuerpo en el proceso para que me provea de la energía física con la que puedo materializar finalmente, un concentrado de energía de amar irá renovando las funciones vitales del órgano y asentando en él las transformaciones deseadas.
Resumiendo, con un ejemplo, los pasos a dar serían los siguiente:
1. Definir el conflicto o material residual: El conflicto es la dificultad para pasar a la acción, lo cual me lleva a un inmovilismo y la idea recurrente de no querer hacer nada. Esta dificultad es consecuencia de vivir en la mente, alejada de mi cuerpo, lo que me produce un constante sueño o nerviosismo, pereza y depresión.
2. Opuesto positivo hacia el que quiero avanzar: El opuesto positivo en el que quiero vivir sería una acción de la que pudiera disfrutar, para lo que necesito activar la iniciativa. Las emociones que acompañarían a ese estado son el sentimiento de libertad, la alegría, el dinamismo y la fluidez.
3. Definición del algoritmo: TRANSFORMAR EL INMOVILISMO EN INICIATIVA
4. Sentir en el cuerpo la localización y somatización del material residual: Siento ansiedad en la zona del corazón. El corazón es el encargado de la distribución de la sangre por todo el cuerpo, es el motor de la vida.
5. La materialización del nuevo estado: Concentrar la energía de amar para reconfigurar el nuevo estado, asimilar el recorrido bioquímico del circuito, repetirlo con el foco puesto en el estado final tantas veces como haga falta a lo largo del día, centrándonos siempre en el opuesto positivo y contribuyendo con la visualización de la función vital implicada; así, el cuerpo termina reconociendo el nuevo estado y transformando el antiguo.
Me apliqué este algoritmo mental en un momento en el que comprendí que estaba inmovilizada. Los estados depresivos a los que me había visto sometida me llevaron a un pensamiento constante de no querer hacer nada, de tal modo que mi acción se veía bloqueada: cualquier iniciativa suponía un gran esfuerzo por mi parte, tanto, que nunca encontraba verdadera recompensa. En consecuencia, esto retroalimentaba mi parálisis, a la vez que fomentaba esa vieja pregunta de la que me sentía presa: ¿para qué? Mucho esfuerzo y pocas ganancias era la pesadumbre con la que me enfrentaba a la vida. Gracias al algoritmo ese pensamiento reiterativo desapareció, despejando así las trampas de mi mente. Desde entonces, continúo con mi trabajo personal, pero ahora, sin la insatisfacción que tapona la posibilidad de traer nuevas oportunidades a mi vida, empiezo a movilizar mis recursos y aprendo a disfrutar de la acción y a celebrar los logros.