Читать книгу Cómo casarse bien, vivir felices y comer perdices - Ana Otte de Soler - Страница 7

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El noviazgo

Mirar juntos en la misma dirección

Lo que hace feliz tu día a día no es una vida sexual satisfactoria, sino un amor maduro. Probar, antes de casarse, si nuestra vida sexual va a ser realmente satisfactoria no proporcionará la información que buscamos, ese famoso “conocerse mejor”. Ni está ahí la felicidad del día a día, ni el comienzo de un amor maduro. Hoy aumenta la cifra de quienes conviven antes de casarse, y aumenta también la cifra del fracaso matrimonial. Nada garantiza que ese sea el camino del buen amor. ¿Y si resulta que es un obstáculo?

A la pregunta: ¿Por qué esperar a estar casados, si ya nos queremos? (M. Sánchez Marchori), un novio contesta:

«El sexo no me hace falta para emocionarme cada vez que la veo, para saber que quiero pasar el resto de mi vida con ella, ni para sentirme entendido, ni para saber que cuando ella está, todo sobra».

Y la novia añade:

«El sexo te puede enganchar y puede impedir que veas las cosas más importantes del noviazgo: ¿Me considera él como una prioridad en su vida? ¿Me cuida? ¿Se sacrifica por mí? ¿Somos compatibles? ¿Es un chico maduro?».

Lo importante antes de casarse es conocerse mutuamente. Conocer los hábitos e inclinaciones de la otra persona. Cómo es su familia, de qué nivel cultural, social y económico. Qué problemas tiene el otro, qué enfermedades padece, cómo es el trato entre nosotros. «Después de la comida, en mi casa hacemos una sobremesa distendida, charlando un rato, riéndonos; en la suya tienen prisa, incluso los domingos, y están deseando levantarse para reanudar cada uno sus tareas». Contrastes así pueden originar los primeros pequeños disgustos en un matrimonio recién estrenado, o en un noviazgo que va consolidándose. No es tarde para establecer pautas a gusto de los dos, y aprender a ceder: una de las palabras mágicas del buen matrimonio.

Para conocerse más, hay que sentarse y hablar de proyectos en común, hacer planes juntos, cocinar juntos, reírse juntos. Conocer a la familia política, observar cómo se tratan, qué ambiente hay en su casa, qué costumbres tienen. Se dice que el novio tratará a su mujer como ha tratado a su madre. Hay que ver cómo reacciona la otra persona cuando tengo un problema: ¿me ayuda, me consuela, me comprende, me perdona? Cuando hay riñas, discusiones y peleas por cualquier cosa, la experiencia demuestra que, si esto ocurre antes de casarse, luego sigue ocurriendo, o empeora. Pensar que más adelante, una vez casados, se arreglarán las cosas, es un error. Cuando se pregunta a una pareja que pide ayuda para resolver un conflicto, si lo que cuentan lo habían detectado ya con anterioridad, casi siempre confiesan que sí: pero confiaban en que todo se solucionaría con el tiempo.

Unos recién casados tenían el siguiente problema: durante el noviazgo salían habitualmente con sus grupos de amigos, y apenas habían estado solos para conversar y hablar de sus cosas. La entonces novia —ya mujer— descubre ahora que el otro no comparte ninguna de sus aficiones, ni la música, ni la lectura, ni el montañismo, nada. Además, está demasiado apegado a su madre.

Su matrimonio fracasó al poco de casarse.

A veces dos jóvenes sienten atracción mutua pero no están seguros de sentir un amor suficiente como para casarse. Desde luego, tienen que haber pasado la fase inicial del enamoramiento, cuando todo es color de rosa, cuando solo se ven cosas positivas en la otra persona, e incluso se le añaden adornos que no existen. No se ven aún los defectos...

El amor auténtico es más realista. Es querer y aceptar a alguien tal como es, con sus defectos y limitaciones. Para comprometerse con alguien para toda la vida hay que poner la cabeza para valorar con inteligencia si será posible la convivencia, y hay que poner voluntad. No bastan los sentimientos, para aguantar y superar conjuntamente las dificultades. Lo más importante y fácil de contestar: aparte de quererse mucho, si ambos se sienten a gusto juntos y cada uno puede ser como es, sin fingir nada, entonces seguramente podrán atreverse a iniciar una vida en común.

Cómo casarse bien, vivir felices y comer perdices

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