Читать книгу Cómo casarse bien, vivir felices y comer perdices - Ana Otte de Soler - Страница 9

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La luna de miel

«El matrimonio debería ser como la antesala del cielo».

(Kierkegaard)

En el pasado, la luna de miel tenía un significado diferente al actual. Era en la noche de bodas cuando tenía lugar el primer encuentro sexual de la mujer con su amado. Suponía el fin de la virginidad, para casarse con el amor de su vida y tener hijos con él. Aún está vigente en muchos países la mentalidad que relaciona la virginidad de la mujer con su honestidad. A esto se asociaba una idea de la luna de miel como gozo y felicidad garantizada.

Hoy, en general, no se da tanta importancia a la virginidad física, porque el amor exige que el pasado no cuente. Aunque, si existe esa virginidad, se considera como un tesoro. Cuando se habla de luna de miel, hoy se piensa más bien en el viaje de novios que suele seguir a la fiesta de la boda, cuando por fin la pareja puede retirarse y comenzar su vida sin espectadores.

Es recomendable no esperar demasiado de la noche de bodas. Después de la celebración, los nervios y el cansancio, este encuentro no siempre se vive como lo que se había soñado durante tanto tiempo. No hay que desanimarse. En las primeras relaciones íntimas puede haber dificultades, pequeñas molestias, miedo de no hacerlo bien. No es un acto donde él tenga que demostrar su virilidad. Se necesita un poco de paciencia, delicadeza, comprensión. Y, sobre todo, buen humor.

Una chica llevaba viviendo ya cuatro años con su pareja cuando finalmente decidieron casarse y experimentar lo que experimentan los jóvenes cuando se casan bien, incluyendo la luna de miel. Luego me contó, decepcionada, que su luna de miel no había sido romántica. ¿Qué esperaba? No se trata solo de ver castillos y paisajes bonitos. Ya lo habían experimentado todo, y la vida sexual ya era rutina.

Para los no experimentados, la luna de miel es un tiempo maravilloso. Por fin poder viajar solos, tener tiempo para disfrutar juntos día y noche, y soñar con un futuro compartido.

A veces hay pequeñas discordias ya en la noche de bodas. Ella está rendida y se cae de cansancio después del trajín de la fiesta, que para la novia es más agotador, por su vestimenta pomposa y el protagonismo que ha tenido todo el tiempo. Él, sin embargo, todavía está con ganas de salir a bailar. Gana ella, que se echa en la cama sin esperar más de la fiesta. Él tiene preparada una sorpresa, una joya preciosa que ella casi ni mira, pues no puede con su alma.

¿Empezamos mal, en la mismísima noche de bodas?

No hay que desanimarse. Todo tiene arreglo, con comprensión y una pizca de humor.

Cómo casarse bien, vivir felices y comer perdices

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