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Entre la mujer obrera y la mujer moderna

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A principios de la década de 1920, la politización que experimentó Díaz —por sus propias condiciones de trabajo en La Experiencia, por el proceso de sindicalización que vivió en Amatlán y los choques entre las organizaciones católicas y “rojas” en Guadalajara— se aceleró por la alianza política que establecieron los gobernadores revolucionarios con obreros y por la influencia que recibió de los líderes obreros internacionales. La década de 1920 en Jalisco fue un periodo de intensa movilización social y política promovida por los gobernadores Basilio Badillo (1921-1922) y José Guadalupe Zuno Hernández (1922-1926), quienes implementaron medidas anticlericales, populistas y radicales para fortalecer el grupo político que favorecía la organización de trabajadores(as) y maestros(as). Estos gobernadores lucharon contra la propuesta de la acción social católica y crearon su base social por medio de unos intercambios políticos con las masas. Promovieron la creación de organizaciones campesinas, obreras y de maestros, en las que favorecieron que se incorporaran las mujeres, para que pugnaran por mejorar sus condiciones de vida, de trabajo, demandaran el reparto de tierras y se establecieran escuelas para los hijos de campesinos y obreros. La alianza entre los gobernadores revolucionarios y las masas generó proyectos y programas sociales como la Colonia Obrera y la Casa Amiga de la Obrera, una escuela y guardería para los hijos de las madres solteras. Se abrió un espacio político para que diversos trabajadores y organizaciones obreras manifestaran su necesidad urgente de que se reglamentaran sus derechos constitucionales, por medio de una ley estatal. Por ejemplo, María A. Díaz le solicitó verbalmente al gobernador Zuno que decretara una ley estatal del trabajo para contener la explotación extrema que sufrían.25 Ya desde la década de 1910, diferentes organizaciones, líderes empresariales, intelectuales y obreros y sindicatos habían solicitado y propuesto el establecimiento de un Departamento del Trabajo que regulara las relaciones obrero-patronales y que se reglamentara lo estipulado en el artículo 123 de la Constitución de 1917. Esta activa participación de diferentes integrantes de la sociedad civil, y en especial de grupos subalternos (como obreros y mujeres), en diálogo, alianza o choque con el incipiente Estado revolucionario influyó para que Zuno promulgara la Ley Estatal del Trabajo en 1923, la cual seguía los postulados generales estipulados en la Constitución de 1917, que reconocía el derecho de las trabajadoras al descanso de maternidad, guarderías, el salario mínimo y el pago equitativo por un trabajo que también realizaran los hombres. Estas especificaciones legislativas facilitaron que hombres y mujeres exigieran ante el Departamento del Trabajo y la Junta de Conciliación y Arbitraje que se aplicaran sus derechos laborales —el derecho a tener un trabajo, al salario mínimo, a organizar un sindicato, el cumplimiento de sus contratos laborales y el descanso dominical—.

La actividad sindical intensa de Díaz concuerda con el zunismo en Jalisco. Al inicio de 1922, María A. Díaz, en representación de varias compañeras, presentó una queja ante el Departamento del Trabajo en contra del subdirector de la fábrica La Experiencia por no poner fin a los insultos y arbitrariedades de una trabajadora. Díaz pedía su destitución.26 Aunque esta queja no especificó en detalle el tipo de arbitrariedades, muy probablemente esa trabajadora pertenecía y apoyaba al sindicato católico. Tal vez esta petición no fue escuchada y resuelta como lo requerían Díaz y sus compañeras. Este es un indicio de que adquirieron conciencia de la necesidad de formar un sindicato para luchar por sus propias demandas, necesidades y derechos. Por lo que el 22 de mayo de 1922, Díaz, Ignacio E. Rodríguez, Pedro M. Chávez, Timoteo Durón, Juventino Servín, y otros, crearon la Unión Obrera de La Experiencia (uole), con el lema “por el bien colectivo” afiliado a la faoj. Díaz fue electa secretaria general y el comité quedó integrado por J. Refugio González, J. Francisco González, Heraclio Navarro y María Juárez.27 Desde su surgimiento la uole fue muy activa, defendió a obreros despedidos injustamente,28 se quejó de los abusos de los porteros que permitían llegar tarde a los trabajadores católicos, pero no a los rojos,29 exigieron que se llevaran a cabo inspecciones en esa fábrica para que constataran las pésimas condiciones de trabajo, la falta de servicios médicos y sus bajos salarios.30 Como ya se indicó, esta actividad sindical provocó que a finales de 1922 se intentara asesinar a Díaz.

Después de ese intento, Díaz decidió cargar una pistola para protegerse e imponer más respeto en sus prácticas políticas, ya que era una mujer morena, de tamaño mediano y delgada. Las personas que la conocieron e hicieron un trabajo político con ella recuerdan que siempre se peinaba con un chongo, usaba faldas lisas, blusas con mangas largas, mancuernillas y zapatos sin tacones. Tenía una voz grave y gozaba de una gran facilidad de palabra. La describen como inteligente, una luchadora verdadera, una líder que sabía escuchar y ayudar a la gente. Dispuesta a pelear ante cualquier autoridad por justicia social.31 Su forma de vestirse la representa como una mujer austera que no buscaba resaltar su feminidad y sexualidad. El uso de mancuernillas, una pistola y su participación activa en la política la presentaron como una mujer que se masculinizaba. Esta masculinización pública era una manera de aminorar las diferencias entre su cuerpo de mujer, la concepción del estereotipo femenino —apolítica, madre y dependiente— y su trabajo político que se identificaba con los hombres.


María Arcelia Díaz.

A mediados de 1923, Díaz fue despedida y demandó a la fábrica.32 Recibió una indemnización de noventa pesos.33 Después de su despido, extendió su labor sindical a otras fábricas textiles —Atemajac, Río Blanco— y de papel —El Batán—. Ayudó en el establecimiento de la Unión Libertaria de Obreros de Río Blanco (1924), la Unión de Obreros Libertarios de Atemajac (1924) y el Sindicato Progresista Libertario Obreros del Batán (1925).34 Gestionó demandas en contra de la fábrica de Atemajac,35 la Compañía Industrial de Guadalajara,36 la Compañía Hidroeléctrica de Chapala37 y otros empleadores. Hizo pública su desaprobación de que algunos trabajadores se opusieran a sindicalizarse; consideraba que los no sindicalizados provocaban conflictos entre los demás obreros y los industriales.

En 1925, Díaz fue la primera representante obrera de la industria textil local en la Junta Municipal de Conciliación y Arbitraje. Como parte de esta Junta le pidió al gerente de Río Blanco que los salarios de los trabajadores cubrieran sus necesidades básicas, es decir, que se les pagara el salario mínimo de una jornada laboral de 8 horas y que el tiempo extra debía compensárseles.38 El 3 de marzo de 1925 el Congreso estatal le preguntó al Jefe del Departamento del Trabajo que le enviara información sobre los servicios de Díaz como una inspectora honoraria de las fábricas textiles de Atemajac, Río Grande y Río Blanco, porque pedía que fuera indemnizada por sus servicios.39 El Departamento del Trabajo informó que le había dado una identificación como inspectora, pero no la había nombrado con ese cargo y aclaraba que esos servicios los había hecho por su propia iniciativa. Díaz había informado tenazmente sobre las condiciones de trabajo ante el Departamento del Trabajo y presionó intensamente para que implementara la Ley del Trabajo.40 Finalmente, Zuno le otorgó una remuneración por su trabajo político y social, y la nombró como inspectora del Consejo Superior de Salubridad; puesto considerado como más propio para la labor pública de las mujeres.41

Esta solicitud de Díaz coincidió con la visita que hizo Jane Adams a Guadalajara, una reformadora social norteamericana y fundadora del Hull House en Chicago, un centro donde se formularon y practicaron reformas sociales entre intelectuales y trabajadores.42 En esa visita, Adams se entrevistó con Zuno. Aunque no se sabe de qué hablaron, muy probablemente ambos intercambiaron sus opiniones y experiencias de la participación de las mujeres en la esfera pública. Zuno, al igual que muchos caudillos revolucionarios, no estaba a favor de la emancipación de las mujeres, pero apoyaba que recibieran un mejor adiestramiento para que fueran más útiles en la sociedad y que se introdujeran reformas más igualitarias en las políticas de género y sociales. Esta postura ha sido llamada la modernización del patriarcado.43 En contrapartida, la postura de Adams concuerda con lo que se ha llamado maternalismo, es decir, el discurso que exaltaba las virtudes de la domesticidad mientras que al mismo tiempo legitimaba las relaciones públicas de las mujeres en la política y en el estado, la comunidad, el trabajo y el mercado de trabajo.44 Las ideologías maternalistas, mientras hacían referencias a imágenes tradicionales de la mujer, implícitamente retaban las fronteras entre lo público y lo privado, entre mujeres y hombres, entre el estado y la sociedad civil. Por tanto, el nombramiento que le otorgó Zuno a Díaz y las prácticas y demandas que realizó, se enmarcaron dentro de estos debates.

Aunque Díaz no escribió una propuesta de programa de política social para la clase trabajadora en la región de Guadalajara, en diferentes peticiones hechas ante el Departamento del Trabajo se pueden distinguir que sugería reformas laborales, de salud y de vivienda que beneficiarían principalmente a los obreros textiles. En relación a las condiciones de trabajo, continuó recomendando que se pagara el salario mínimo, que se compensaran las horas extras y ordenaba a las fábricas que tuvieran un buen servicio de luz eléctrica para evitar que pararan la maquinaria bruscamente, ya que estas interrupciones arruinaban las telas y los trabajadores eran obligados a pagar esos daños con sus salarios. Demandaba que las fábricas tuvieran buenos servicios de salud. Para compensar los bajos salarios, sugirió que las fábricas textiles cobraran una renta más baja a las casas que alquilaba a los trabajadores, que el costo de la electricidad fuera menor y que a los trabajadores se les permitiera cultivar huertos para que sus familias consumieran lo que plantaban.45 Con estas propuestas, Díaz esperaba influenciar la política social y laboral, pero sólo el pago del salario mínimo se llegó a cumplir en un corto plazo, el resto de sus propuestas requirieron más tiempo o no se llevaron a cabo.


Zuno protesta durante la toma de poder.

Para 1926, Díaz dirigió el Centro Evolucionista de Mujeres (cem) en Guadalajara, una organización que formaba parte del Bloque Independiente de Agrupaciones Obreras.46 En esta organización, continuó con su política de sindicalización y de lealtad a las asociaciones obreras. A mediados de 1926, Díaz destituyó a Zenaida Torres como taquimecanógrafa porque se había negado sistemáticamente a asistir a las sesiones del cem y a cumplir con sus acuerdos. La señorita Torres afirmó que ya no necesitaba del cem porque tenía un trabajo. Las integrantes del cem acordaron cesarla para mostrar que eran “celos[as] de su prestigio, de su seriedad y disciplina”.47 Nombraron a otra que debía ser leal y disciplinada. No se sabe exactamente qué hacía el cem, pero trabajaba en coordinación con los líderes comunistas laborales que apoyaban al zunismo.48 Sin embargo, el trabajo político de los comunistas se concentró en los centros mineros, textiles y en la industria eléctrica, porque los concebían como núcleos revolucionarios importantes para luchar en contra del imperialismo y el capitalismo. Esta era una visión masculina que dominaba el movimiento obrero organizado y percibía a las mujeres como un elemento conservador. No era su prioridad resolver las necesidades y demandas de las trabajadoras. Por tanto, la falta de interés de la política masculina en los problemas que aquejaban a las mujeres, el desplazamiento de obreras en las industrias textil y en la de nixtamal, y el debilitamiento de la Iglesia católica y del proyecto de acción social católica por la Cristiada (1926-1929), que coincidió con el crecimiento de asociaciones femeninas,49 provocaron que Díaz diera un giro: de luchar por la clase trabajadora a enfocarse sólo por las mujeres trabajadoras.

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