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Antecedentes familiares, laborales y sindicales

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María Arcelia Díaz nació en La Escoba, municipio de Zapopan, en 1896. Fue hija de J. Merced Díaz, campesino, y Francisca Rendón, dedicada al hogar.9 La mayoría de las biografías señalan que al quedar huérfana de padre salió a trabajar para sostener a su madre y hermanos. No indican si su madre y ella ingresaron a trabajar en la fábrica La Escoba, sólo enfatizan que cuando tenía ocho años de edad, en 1904, fue contratada en esa empresa.10 Al igual que muchos de los trabajadores de esa época, laboraba dieciséis horas, llegando a quedarse dormida entre los cajones de canillas vacías.11 Varias biografías sobre Díaz afirman que sus compañeras más grandes le enseñaron a escribir y a leer “sobre los telares con el gis de marcar las mantas”.12 En 1908, cuando ya tenía 12 años de edad, Díaz trabajó en Río Blanco, la fábrica textil que sustituyó a La Escoba y observó las primeras huelgas textiles.13 En 1910, a los 14 años, participó en la organización de un sindicato, pero la despidieron.14 Una de sus biografías señala que Díaz leyó los manifiestos de los hermanos Flores Magón que convocaban a un cambio político y los periódicos La Luz, La Antorcha y las publicaciones de la Casa del Obrero Mundial (com). No sabemos cómo Díaz recibió e interpretó estas lecturas, pero probablemente contribuyeron a su politización.15 Díaz y su familia migraron de Guadalajara a Amatlán, Puebla, donde había una fábrica textil. Ahí trabajó siete años. Tuvo un compañero en Amatlán con quien procreó dos hijos, que murieron cuando eran niños.16 En ese tiempo era común que los huelguistas y líderes textileros migraran a diferentes regiones para encontrar trabajo, ya que traían con ellos una cultura política de solidaridad que les ayudaba a confrontar las injustas e insalubres relaciones laborales.17 Díaz, al igual que muchos trabajadores de esa época, experimentó la transición del mutualismo al sindicalismo. En términos generales, el mutualismo representó a las organizaciones artesanales y de trabajadores que surgieron a partir de 1850 con una orientación de ayuda mutua para auxiliar a los trabajadores en enfermedades, accidentes, pérdida del trabajo y en caso de muerte. En este último caso las sociedades mutualistas contribuían a los gastos funerarios. Cada miembro de estas sociedades hacía aportaciones monetarias a las cajas de ahorro para cubrir los gastos de estos diferentes rubros. El mutualismo no buscó transformar las relaciones capitalistas de explotación, sino fue una forma de subsanar las necesidades de los artesanos y trabajadores. En cambio, el surgimiento del sindicalismo dio inicio a otra etapa de la organización de los trabajadores, para enfocarse en la defensa colectiva de sus intereses para mejorar sus condiciones de trabajo frente a los empleadores y los gobiernos.18

En 1917, la familia de Díaz regresó a Guadalajara con una cultura política basada en la combatividad y la lucha por los derechos de los trabajadores. En ese periodo, muchos de los obreros, como los textileros, se apropiaron del discurso revolucionario para obtener lo que llamaban “justicia social”. De hecho, la alianza del movimiento obrero con los constitucionalistas reconocía a los trabajadores como una fuerza política importante que ayudaría a la construcción del nuevo Estado revolucionario y al establecimiento de nuevas instituciones políticas.19 A su llegada a Guadalajara, Díaz observó que no se pagaba el salario mínimo ni se respetaba la jornada laboral de ocho horas. Muchos de los trabajadores tenían que ganarse la vida por medio de horas extras para poder obtener un pago que cubriera parte de sus necesidades básicas. Debido al gran desempleo, había gente desesperada en busca de cualquier trabajo para poder sobrevivir. Estas condiciones favorecían que en toda la entidad se violara lo estipulado en el artículo 123 constitucional.20


Miembros de la Unión Obrera La Experiencia (UOLE), con María Arcelia Díaz sentada al centro de la foto.

Además, en Jalisco se había desarrollado un fuerte movimiento de acción social católica, que seguía los postulados de la encíclica Rerum Novarum (1891), en el cual participaban todas las clases sociales organizadas por medio de diversas asociaciones —religiosas, laborales, educativas, de ahorro—.21 El proyecto de acción social católica fue una vía alternativa para mejorar las condiciones sociales y materiales de las masas, controlar los excesos de capitalismo y evitar que se difundieran las ideas socialistas. En Jalisco, esta propuesta se implementó cuando el Partido Católico Nacional dominó la gubernatura y la legislatura de 1912 a 1914, por lo que se decretaron leyes que fueran acorde con la acción social católica. Por tanto, el proyecto católico compitió con el programa constitucionalista, lo que provocó fuertes choques durante las décadas de 1910 y 1920.

Uno de estos escenarios fueron las fábricas textiles, en donde los sindicatos católicos, la Asociación Católica de Damas de Guadalajara por medio de los círculos para las trabajadoras22 y la Liga Protectora de la Obrera (lpo) —que buscaba “regenerar a las mujeres y a los jóvenes por medio de la asistencia moral y material— tuvieron fuertes pugnas con las organizaciones libertarias, llamadas en ese entonces como “rojas”. En 1918, hubo conflictos entre los trabajadores católicos y los rojos en La Experiencia y Río Grande. En La Experiencia, Díaz confrontó a la lpo. Esta organización católica trataba de reclutar jóvenes para que no perdieran sus valores morales, pero no se interesaba por mejorar y regular el trabajo femenino, por lo que no era atractiva para todas las obreras. Díaz, junto con el crf, organización anticlerical e iconoclasta afiliada a la com dirigida por la maestra Atala Apodaca y con vínculos con el Consejo Feminista Mexicano, protestaron enérgicamente por el uso de la religión para indoctrinar y controlar a las trabajadoras.23 Díaz, Apodaca y el crf estuvieron a favor de organizar a las trabajadoras con una visión opuesta a la católica y con el fin de contribuir a crear una “nueva mujer” con ideas radicales, con una mezcla de ideas anarcosindicalistas, socialistas y comunistas.

A principios de la década de 1920, Díaz colaboró en algunas escuelas primarias de Guadalajara, para enseñar a las niñas algunas manualidades e instruirlas en la importancia de que sus familias lucharan para mejorar sus condiciones de vida. De esta forma estableció contacto con Guadalupe Martínez y sus hermanas, niñas que estudiarían la Normal y que asistieron a la escuela dominical del crf en la com. Posteriormente, Guadalupe se convirtió en una líder política clave en el movimiento obrero organizado en Jalisco.24 Este fue el inicio en el que Díaz entabló lazos con maestras de clase media, quienes trataron de influenciar en la formación de una nueva generación de mujeres con una visión secular-no católica y moderna. Juntas participaron en la creación de sindicatos y organizaciones de mujeres para luchar en contra de las asociaciones católicas y ayudaron a ampliar el espacio público y social para las mujeres en la Guadalajara revolucionaria de la década de 1920.

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