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El establecimiento del Círculo Feminista de Occidente (CFO)

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En 1927, María A. Díaz y siete mujeres establecieron el Círculo Feminista de Occidente (cfo), afiliándolo a la Confederación de Obreros de Jalisco, para luchar por las trabajadoras.50 El cfo reunió a textileras, torteadoras, molineras, maestras, estudiantes de la Normal, empleadas de teatro, taquilleras, trabajadoras domésticas y amas de casa. Entre las activistas había maestras que venían de familias obreras con una cultura anti-clerical y liberal. Laura Rosales, en ese tiempo una estudiante de la Normal, venía de esas familias. Su padre fue un tejedor en la fábrica de Río Grande y había combatido a las organizaciones católicas en la década de 1910. Guadalupe Martínez, una maestra cuya familia también tenía antecedentes de la clase trabajadora con una visión liberal y anti-clerical. Su padre fue un electricista y había participado en la fundación de la com en Guadalajara en 1914. Su madre también trabajó en las fábricas textiles y era una pariente lejana de María A. Díaz.

El acta constitutiva del cfo estipuló que esa organización había estado trabajando por un tiempo y que su principal meta era luchar por el progreso moral y material de las trabajadoras por medio de las comisiones de trabajo, justicia y mejoramiento. Como también lo hicieron las organizaciones católicas de la época, el cfo hizo una campaña por la moralización de la sociedad, pero ofrecía una moralidad basada en los derechos que las mujeres debían tener. El cfo promovió la imagen de una nueva mujer, políticamente informada sobre sus derechos civiles, políticos y sociales. Para promover la imagen de una nueva mujer usaron las representaciones de mujeres fuertes. Escogieron a figuras combativas, radicales y extraordinarias tales como a Louise Michel, revolucionaria que participó en la Comuna de París en 1871, a la alemana Rosa Luxemburgo, a la rusa Alexandra Kollontai, a las 600 mujeres de Haymarket Square, donde anarquistas norteamericanos fueron martirizados en su lucha por la jornada laboral de ocho horas y a Carmen Morales, una líder obrera que se vestía de rojo y negro en los desfiles del Día del Trabajo en la ciudad de México. Por medio de estas representaciones femeninas, el cfo buscaba crear una nueva moralidad que destruiría la imagen pasiva y apolítica de las mujeres y los viejos prejuicios que catalogaban a las mujeres como no capaces para recibir una educación más allá de las actividades domésticas.

Díaz y las integrantes del cfo pensaban que la destrucción de estos prejuicios se lograría por medio de la educación. Por eso, el cfo se convirtió en un centro de alfabetización y de orientación política. Para 1933, en un artículo periodístico titulado “Reflexiones sobre la mujer”, Díaz hizo explícita su visión sobre la mujer obrera y la mujer moderna.51 Consideraba que las mujeres debían trabajar honradamente y que eran sujetos de cambio social, porque podían cambiar su rol de esclavas encadenadas. Sostenía que podían ser buenas, útiles y honradas al ayudar a los demás, pero que tenían que modernizarse y dejar sus valores y prácticas católicas. Argumentó que “la mujer preparada debidamente para los múltiples campos de acción que la vida de hoy le representa será y debe ser siempre mujer, como madre, como esposa, como hermana” y que tendría “una grandeza en el hogar, en la oficina y en el taller”. Mostró una perspectiva maternalista que se ligaba a la del nuevo Estado revolucionario y a la de la Iglesia católica, en el sentido de que las mujeres debían servir a los otros. Pero se diferenciaba de estas posiciones al presentar una concepción que ampliaba las funciones de las mujeres porque las invitaba a que trabajaran, se educaran y se modernizaran. Para Díaz, estos nuevos roles formarían una nueva generación de mujeres fuertes que defenderían sus derechos políticos, sociales y civiles. Afirmaba que sólo con educación las mujeres podían luchar por sus ideales y al mismo tiempo ocupar puestos y profesiones que se consideraban exclusivos para los hombres.52

Para 1934, Díaz y el cfo publicaron su propio periódico llamado Fémina Roja;53 demandaron se cumpliera el pago de un salario igual por un trabajo semejante, que se aceptaran a las mujeres en cualquier tipo de trabajo y que hubiera más inspectoras del trabajo y de salud. Invitaban a las trabajadoras a que se unieran a los sindicatos, para evitar su explotación y asegurar sus derechos sociales. Igualmente hacían explícito que las trabajadoras debían motivar a sus esposos para que también se afiliaran a los sindicatos porque era una vía para mejorar el bienestar familiar.

Díaz y el cfo trabajaron cercanamente con los líderes de la coj porque ambos compartían la noción de que las mujeres podían cambiar su imagen de beatas, para convertirse en revolucionarias. Las integrantes del cfo, trabajadoras y maestras como Irene Robledo, Concha Robledo y Guadalupe Martínez, ayudaron a trabajadoras como costureras, sirvientas, despuntadoras, torteadoras, aceiteras y galleteras a organizar sus sindicatos.54 Las enseñaron a leer y escribir, herramientas fundamentales para su lucha sindical. Les enseñaron una cultura cívica laboral por medio de festivales, desfiles patrios, su biblioteca, actividades deportivas y conferencias. Estas últimas eran sobre “la mujer y su participación en la lucha de clases”, “nuestras leyes y las mujeres”, “las mujeres y las leyes laborales” y “la influencia de los libros en el mejoramiento social y económico de las mujeres”.

Díaz promovió que las cuotas que se pagaban en el cfo se utilizaran para pagar las medicinas, para cubrir las necesidades básicas de trabajadoras que no tenían ingresos y para ayudar a algunas estudiantes de la Normal que terminaran sus estudios. El caso de Consuelo Ruiz ilustra estas prácticas. En su examen oral para obtener el grado de maestra expuso el tema sobre “los instintos de lucha de las mujeres”, para explicar la búsqueda de justicia social y de emancipación de las mujeres. Ruiz afirmaba que Díaz le enseñó “no ver hacia atrás, siempre mirar hacia delante, de este modo las mujeres ganarían”.55

Díaz, el cfo y sus seguidoras se radicalizaron aún más con la implementación del proyecto de la educación socialista. Estuvieron a favor de éste, participaron en el establecimiento de escuelas nocturnas, demandaron que las plazas vacantes para maestras en escuelas públicas se otorgaran sólo a maestras revolucionarias, realizaron una campaña a favor del sufragio femenino, estuvieron a cargo del Tercer Congreso Feminista Nacional de Mujeres Trabajadoras y Campesinas que se llevó a cabo en Guadalajara en 193456 y presionaron para que la sección femenil del Partido Nacional Revolucionario (pnr) en Jalisco fuera dirigido por mujeres con experiencia en la organización de mujeres trabajadoras. Díaz, Guadalupe Martínez y las integrantes del cfo, como militantes en el movimiento obrero organizado, formaron parte de la opinión pública en El Jalisciense sobre el rol que debían realizar las mujeres en la esfera pública como madres, trabajadoras y mujeres con derechos políticos, sociales y civiles. Participaron en el debate local y nacional sobre la expansión de las actividades de las mujeres en el espacio público. Tanto el partido oficial como las organizaciones obreras —regionales y nacional— crearon las secciones femeniles, para incorporar y dirigir la participación política de las mujeres. Para 1938, de la delegación de Jalisco que acudió a la convención nacional que transformó el pnr y creó el Partido de la Revolución Mexicana (prm), María Díaz fue la única mujer de la entidad que asistió. Su trabajo sindical, político y a favor de las mujeres era ya reconocido públicamente entre los círculos políticos y por eso fue incluida en la delegación. Además, Díaz y el cfo formaban parte de un grupo político de la ftj, que colaboraba en las Juntas de Conciliación y Arbitraje, y participaba activamente en la sección femenil del partido oficial.

En 1939, el gobernador Silvano Barba González la nombró inspectora de asistencia social.57 A finales de ese mismo año, María A. Díaz muere y el cfo perdió a su líder más radical. Su féretro fue llevado a la ftj para que recibiera su último homenaje de parte de las organizaciones obreras y de mujeres. Por la labor que realizó, envolvieron su ataúd con dos banderas: una nacional (de México) y otra proletaria (una roja que representa la lucha de los obreros).58 En ese mismo año, la presidencia del cfo pasó a Guadalupe Martínez y cambiaron su nombre a Círculo Feminista de Occidente María A. Díaz (cFOMAd). El cfomad duró de 1939 hasta 2002, cuando falleció Martínez. Cabe aclarar que sus integrantes siempre se refirieron a esta organización como el cfo y consideraron su fundación de 1927 como la fecha clave en que comenzaron a formar parte del movimiento obrero organizado como una organización reconocida y legítima oficialmente. Díaz formó un grupo de mujeres que trabajó por más de cinco décadas en la sección femenil de la ftj y del pri. Algunas fueron líderes de sindicatos de mujeres, otras regidoras, diputadas y sólo Guadalupe Martínez llegó a ocupar varias veces puestos de elección popular desde diputaciones federales, estatales y senadurías.

En 1941, las amigas de Díaz, Ana María Hernández, inspectora federal del trabajo y presidenta del inams, el cfo y la Liga de Mujeres 10 de Mayo de la colonia Francisco Villa, en la ciudad de México, establecieron el Centro de Capacitación Femenina María A. Díaz para honrar la memoria de Díaz.59 Igualmente, cada año las integrantes del cfomad conmemoraron su muerte. En 1979, escribieron la obra de teatro “Algunos pasajes de la vida de María Arcelia Díaz: mujer ejemplar del movimiento obrero”. No sabemos quién la escribió, pero este texto de doce páginas fue escrito en un contexto en donde había crecido considerablemente la disidencia sindical, porque los líderes de la ftj habían reprimido las prácticas democráticas y combativas. Habían sido parte de la llamada “alianza política” entre el Estado, el partido oficial y el movimiento obrero organizado para colaborar en la política de estabilidad política. Esta estrategia la mantuvieron aun con la llegada de las primeras empresas maquiladoras en la zona metropolitana a finales de la década de 1960, que no cumplían con las prestaciones laborales de acuerdo con la Ley del Trabajo. En la obra de teatro hubo fuertes silencios de las diferencias de género entre los integrantes de los sindicatos, el movimiento obrero organizado y el partido oficial. Selectivamente se resaltaron las confrontaciones con los patrones y los capataces. Se dio una imagen positiva y de valientes a aquellos hombres que la apoyaron en su lucha sindical, como otros textileros y el gobernador. No se mencionó la política autoritaria que Díaz implementó para inculcar disciplina y lealtad, ni las diferencias políticas que pudo tener con otras mujeres aliadas al movimiento obrero. La ftj y el cfomad buscaron arduamente la disciplina y la lealtad. Estas prácticas fueron muy valoradas y premiadas. Por eso les era fundamental reproducir selectivamente la participación sindical de Díaz. Ella era el modelo a seguir para las nuevas generaciones de la ftj y del pri, porque la presentaban con un fuerte vínculo con los necesitados, pero que no promovía la disidencia y no cuestionaba el autoritarismo de estas instituciones corporativas.

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