Читать книгу Cuidando al Cuidador - Andrea Álvarez Sánchez - Страница 11
ОглавлениеEn este libro se expone el beneficio que genera la enseñanza de conceptos sobre psicología humanista y desarrollo humano en el área de enfermería. En el curso que se impartió a enfermeras se impartió un programa de enfoque centrado en la persona y psicoterapia Gestalt, que permitió a las enfermeras tener un espacio de reflexión y descubrimiento personal que las llevó a un mayor autoconocimiento. Al final del curso las enfermeras reportaron que al sentirse mejor consigo mismas, atendían mucho mejor a sus pacientes.
El diseño de esta investigación nace a partir de la oportunidad de trabajar con un grupo de enfermería de la Casa Hogar Olga Tamayo para personas de la tercera edad. Inicialmente el psicólogo de esta institución reportó que el personal de enfermería necesitaba un taller para tratar el síndrome de Burnout. Se tuvo un primer acercamiento al grupo y en un test inicial, así como en la primera sesión, se detectó que, además el burnout, los problemas que aquejaban a los enfermeros eran las relaciones interpersonales, las cadenas de mando y la comunicación.
Las integrantes del taller querían resolver problemas interpersonales con otros compañeros enfermeros en la institución, pero cerca de la mitad de los enfermeros no se presentaron al taller, no fue posible hacer un trabajo con ellos directamente. Además, la función de este curso-taller de desarrollo humano no era mediar conflictos entre grupos, sino ofrecer un programa re-educativo para darles herramientas de desarrollo personal. A partir de que comienza un proceso re-educativo en las personas, éstas mejoran en comunicación, autoconocimiento, darse cuenta, toma de conciencia, y por consecuencia, una resolución de sus conflictos interpersonales.
Para cuidar bien a otra persona, antes hay que ser capaz de cuidarse uno mismo. La salud física, emocional y mental es vital para el que cuida a otros.
En la “Carta de Ottawa para la Promoción de la Salud”, documento redactado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) durante la Primera Conferencia Internacional para la Promoción de la Salud, celebrada en Ottawa, Canadá, en 1986, se declara que “la promoción de la salud consiste en proporcionar a los pueblos los medios necesarios para mejorar la salud y ejercer un mayor control sobre la misma”. La elaboración de este documento es una respuesta a la creciente demanda de una nueva concepción de salud pública en el mundo (OMS, 1986:1).
Parte del problema de ejercer control sobre la propia salud es su falta de visión holística. En la actualidad es importante y necesaria una visión global. Este concepto sobre la salud conlleva expandir la visión y abarcar los múltiples aspectos que la conforman: “La salud se crea y se vive en el marco de la vida cotidiana; en los centros de enseñanza, de trabajo y de recreo. La salud es el resultado de los cuidados que uno se dispensa a sí mismo y a los demás, de la capacidad de tomar decisiones y controlar la vida propia”. Para mantener un equilibrio sanitario hay que cuidar cada una de sus partes, pues al estar interconectadas, si se daña una de ellas, las demás sufren repercusión: “[…] el planteamiento holístico y ecológico de la vida, son esenciales en el desarrollo de estrategias para la promoción de la salud” (OMS, 1986: 4). El código ético del enfermero dice que la actitud humanitaria en términos generales, se define como
[…] la actitud centrada en el interés por lo humano no sólo de un modo genérico (pueblo, sociedad, humanidad) sino por la persona concreta con nombre y apellidos, y en el pleno desarrollo y bienestar de lo que el hombre es en lo biológico, psicológico, social, cultural y espiritual (Comisión Interinstitucional de Enfermería, 2001:6).
La OMS declara que la promoción de la salud no concierne exclusivamente al sector sanitario, por lo que el desarrollo de las aptitudes personales es indispensable para la vida y la psicología humanista es una forma de amplificar dichas aptitudes. Fritz Perls sostenía que la Gestalt es demasiado valiosa para utilizarla sólo con los enfermos y la denominaba terapia para normales (Ginger y Ginger, 2012:16). La Gestalt es una terapia perteneciente a la psicología humanista o tercera fuerza, la cual se caracteriza por no estar hecha exclusivamente para tratar enfermos, sino también para desarrollar el potencial humano. La intención de que la gente acuda a sesiones de desarrollo personal de corte gestáltico o a cursos de desarrollo humano es una forma ideal de promoción de la salud.
Los cuidadores, ya sean enfermeras, psicólogos, médicos, trabajadoras sociales, padres de familia, cuidadores de algún familiar con una enfermedad física o psiquiátrica, u otros, deben cuidar su propia salud de forma integral, pues esto los vuelve más eficientes.
Los cuidadores como enfermeros, psicólogos y médicos realizan un papel crucial en el funcionamiento de los centros de salud:
El cuidador, al igual que los residentes, es un ser humano, con una carga inherente a la labor que realiza y que, además, transita por todas las emociones o conflictos que implica desempeñar su puesto, al igual que los que cuida, necesita ser cuidado y atendido para el logro del bienestar de ambos (Hernández Zamora, 2006:1).
Así mismo, pueden desempeñar roles de acompañantes o confidentes, pues con frecuencia hay situaciones que se prestan para ello. Son muchas las horas junto al paciente y son quienes lo acompañan en su dolor o espera. El cuidador formal es aquel que brinda una atención personal y recibe un pago por al respecto:
Cuidador formal: Toda aquella persona que cuida en forma directa a ancianos en diversos ámbitos, esté o no capacitado, recibiendo un pago o beneficio pecuniario (dinero) por su trabajo. Sólo 3% de los pacientes adultos mayores discapacitados, tienen cuidadores remunerados (Izal y Montorio, 1998, en Hernández Zamora, 2006:1).
Hay cuidadores empíricos y preparados profesionalmente. Es recomendable que el cuidador tenga preparación profesional para acompañar, así como conocimiento de las particularidades del trato al paciente y ciertas bases de medicina y salud. Sin embargo, en la práctica muchos de ellos carecen de estas bases. Aun así, pueden tener habilidades naturales de empatía y asistencia, razón por la cual han terminado desempeñando esta particular labor. Hernández Zamora aporta sobre el cuidado de ancianos:
Idealmente, los cuidadores formales de ancianos son personas capacitadas a través de cursos teórico-empíricos de formación para otorgar atención preventiva, asistencial y educativa al senecto y, en caso de que exista, a su grupo familiar. Saber cuidar a los viejos es un verdadero arte denominado gerontocomía (Valderrama, 1997, en Hernández Zamora, 2006:1).
Los enfermeros son básicos en cualquier centro de salud. En las instituciones médicas son el personal más numeroso. La OMS sugiere formar equipos de tres enfermeras por cada médico, pero en México sólo se asigna una por médico (Leal, 2014:1).
De acuerdo con datos proporcionados por el INEGI y su Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), [...] el promedio de enfermeras y enfermeros por cada 1,000 habitantes es de 3.9, [...]México continúa por debajo del mínimo que establece la Organización Panamericana para la Salud, que recomienda que haya entre cinco y seis enfermeras por cada 1 000 habitantes (Toche, 2016:1).
El trabajo de enfermería es difícil, estresante y delicado. Es enfrentarse cotidianamente con el dolor humano, con la vida y la muerte. Sus responsabilidades son altas y se ven sometidos a niveles considerables de estrés.
El personal de enfermería ejerce una profesión que favorece las condiciones para el desarrollo del estrés ocupacional y la formación del desgaste profesional o síndrome de Burnout (Arita y Arauz, 1999; Boyle, Grap y Younger, 1991, Carmona, Sanz y Marín, 2001, 2002; Chacón, 1995; Chacón y Grau, 1997, 2003; García, 1991; Gil-Monte, Peiró y Valcárcel, 1996; Grau y Chacón, 1998, 1999; Melchior, Van den Berg, Halfens et al., 1997; Organización Mundial de la Salud, 1995; Pérez, 2001). Entre los estresores más importantes se ubican los siguientes: sobrecarga cuantitativa de trabajo, dificultades con otros miembros del personal, problemas sindicales, tratamiento en condiciones críticas de enfermedad, casos sin esperanza o difíciles, subutilización de habilidades, ambigüedad acerca del futuro, falta de autonomía y tiempo, escasez de recursos y bajos salarios. Otros factores estresantes son el sistema de turnos, las relaciones con los médicos, la imposibilidad de elegir a las compañeras de trabajo, la falta de reconocimiento, las fluctuaciones en la cantidad de trabajo, la desorganización de la institución y conflictos con la autoridad. Hay estudios (Lara, Acevedo y López, 1996) que reportan una tendencia considerable de las enfermeras a evadir las demandas emocionales de los pacientes al comparárseles con las maestras y las trabajadoras sociales. Quienes reportan mayor satisfacción en el trabajo tienen las siguientes características: consideran su labor como menos rutinaria, perciben posibilidades de promoción, son de mayor edad, opinan que hay una distribución equitativa de recompensas y no creen estar sobrecargadas de trabajo (Lara, Acevedo y López, 1996).
Es importante que los enfermeros cuenten con una formación ética. Tener un código ético es necesario para resaltar los valores heredados de la tradición humanista, un código que inspire respeto a la vida, a la salud, a la muerte, a la dignidad, ideas, valores y creencias de la persona y su ambiente (Comisión Interinstitucional de Enfermería, 2001:2).
El curso-taller para las enfermeras que se impartió en la Casa Hogar Olga Tamayo tuvo la finalidad de ofrecerles adquirir una visión humanista de las relaciones interpersonales y de los pacientes. En el Código de ética para las enfermeras y enfermeros de México, editado por la Secretaría de Salud en 2001, se dice al respecto:
Al considerar al hombre como fin, el humanismo se constituye en la reflexión de que la preocupación máxima del hombre debe ser el propio hombre y todo lo que significan sus intereses, sus problemas y su posición en la vida, constituyéndose esto, en el ideal por desarrollar en sí y en cada individuo lo que hay específicamente de humano. Así, el deber, la solidaridad y la fraternidad, como formas de conducta, responden a la capacidad de interacción entre los seres humanos que comparten la misma visión humanista (Comisión Interinstitucional de Enfermería, 2001:6).
El curso-taller “Cuidando al cuidador” que se impartió a enfermeras durante seis meses arrojó un óptimo resultado en los temas de autoconocimiento, relaciones interpersonales y aumento del nivel de conciencia. De esta forma, se demuestra que el desarrollo humano mejora las cualidades humanas, la inteligencia emocional y el desarrollo de una ética humanista, indispensable para los enfermeros de México y de cualquier otra parte del mundo. El código de ética de los enfermeros en nuestro país sustenta que:
En este mismo sentido que se da en el humanismo, el hombre para realizarse como persona requiere de un comportamiento ético para practicar el respeto a la integridad que significa la vida y la dignidad de sus semejantes. Practicar el humanismo es partir de conocerse a sí mismo. Es la idea de sí mismo reflejada en otra persona. Cada hombre será más hombre si se reconoce en la dignidad de los demás. Ser humanista es ser capaz de reconocer y respetar la dignidad del hombre, de comprender la vida y entender al ser ajeno... es la mejor forma de ser humano y de aspirar a la forma más elevada de vida humana (Comisión Interinstitucional de Enfermería, 2001:7).
Se considera que el desarrollo humano tiene mucho que aportar a la enfermería. Al tener enfermeros con estas habilidades aumenta la calidad de vida de los enfermeros y, por lo tanto, como profesionales.