Читать книгу Tess - Andrew Manzini - Страница 9
Оглавление2 PLANIFICACIÃN DE TRAVESURAS
En Pyongyang, Corea del Norte, Laurent Belcour se relajó en un gran jacuzzi. Dos mujeres asiáticas desnudas lo flanqueaban, arrullando y acariciando seductoramente su pecho peludo. Frente a él, Kim Jong-un, el Gran LÃder de Corea del Norte, también estaba disfrutando de las ministraciones de dos mujeres altas y rubias. Kim estaba siendo tratado por gota. Un glotón, que habÃa hinchado hasta casi 300 libras y sufrÃa de muchas dolencias directamente relacionadas con su estilo de vida indulgente. Alrededor de ellos, atractivas señoritas, miembros de la "compañÃa de placer" de Kim, deambulaban casualmente, listas para cumplir todos los deseos del dictador.
Al tomar el poder, el Gran LÃder disolvió un grupo de mujeres escogidas por su padre y predecesor, Kim Jong-il. Tras la conclusión de un perÃodo oficial de duelo de tres años tras la muerte de su padre, el nuevo dictador norcoreano fue libre de elegir una nueva generación de compañeras. Envió agentes para encontrar a las mujeres más hermosas del paÃs y las llevó a las muchas mansiones del dictador, donde se esperaba que estuvieran disponibles a pedido.
Aunque la mayorÃa de las mujeres eran cantantes, bailarinas o sirvientas, la élite norcoreana convirtió en concubinas a las que se consideraba especialmente bellas. Según los periódicos extranjeros, muchas de las mujeres que se "retiraron" de los escuadrones a los 20 años terminaron siendo emparejadas con oficiales militares que buscaban esposas.
Hasta el año pasado, Laurent Belcour era el director de la Organización Internacional para el Desarrollo (OID). Tuvo que dimitir de su cargo debido a un desagradable episodio en los tribunales franceses, donde se vio obligado a defenderse de las acusaciones de utilizar prostitutas para sus fiestas sexuales organizadas, la menor de sus transgresiones, que en la vida real incluÃan el tráfico sexual de menores. Ãl y sus asociados lograron escapar de la condena, pero el daño ya estaba hecho. No sólo perdió su prestigiosa posición, sino que su reputación fue mancillada. El desafortunado suceso no le impidió seguir viviendo aventuras sexuales y dedicándose a la trata de personas.
El pasado ajetreado de Belcour no afectó su posición como astuto estratega financiero. HabÃa establecido rápidamente una práctica de consultorÃa centrada en los desafÃos económicos de los paÃses en desarrollo. Era bueno creando estrategias que en la mayorÃa de los casos producÃan resultados. Se propagó la voz y ahora estaba ocupado asesorando a muchos jefes de estado.
Su proyecto actual consiste en trabajar con Corea del Norte para ayudar a encontrar soluciones a las terribles condiciones económicas que afectan al paÃs. Acababa de terminar de estudiar aspectos importantes de las finanzas del paÃs y lo que habÃa encontrado no era prometedor.
El Gran LÃder seguÃa disfrutando de las ministraciones de las dos espléndidas bellezas ucranianas.
- "¿Está disfrutando de las damas que le traje, Gran LÃder?" preguntó Belcour.
- "Mucho," respondió el tirano gordito. "Es agradable estar en comunión con mujeres altas y hermosas de vez en cuando. ¿Estás contento con nuestras damas locales?"
- "Son agradables y obedientes, Gran LÃder. No podrÃa desear más."
Los dos hombres hablaban en francés, Kim aprendió el idioma mientras estudiaba en Suiza cuando era joven.
- "Monsieur Belcour, entiendo que revisaste nuestros datos financieros y estadÃsticas económicas. ¿Llegaste a alguna conclusión?"
- "Tengo a Gran LÃder, pero me temo que la situación no es prometedora. Estoy algo indeciso de estropear esta agradable tarde con tediosa información financiera."
- "Por eso te pedà que me visitaras, Belcour. Mis oficiales son demasiado cobardes para discutir asuntos desagradables". Una declaración verdadera, principalmente porque Kim era propenso a ejecutar a cualquiera que no le dijera lo que querÃa oÃr.
- "Bueno, dijiste que esperabas que te diera opiniones sin filtrar sobre la situación actual y que sugiriera posibles soluciones. PermÃtanme resumir dónde estamos. Las sanciones impuestas por Estados Unidos y otras potencias occidentales a causa de sus misiles y su programa nuclear han impedido que su paÃs se una a la comunidad financiera internacional. Para compensar, China ha apoyado a Corea del Norte permitiendo que su gente trabaje en fábricas situadas fuera de sus fronteras. Los chinos pagan sus salarios a su gobierno, y ustedes pagan a los trabajadores lo que quieran. Usted tenÃa un acuerdo similar con Corea del Sur para instalaciones ubicadas en su paÃs, pero los surcoreanos se retiraron debido a que usted envió misiles balÃsticos a la estratosfera. Eso no ayuda. Realmente necesitas los dólares generados por la cooperación con el Sur".
- "Yo no me preocuparÃa demasiado por las riñas con mis camaradas sureños; son débiles y temerosos. Saben que podrÃa aniquilar Seúl en un par de dÃas porque la ciudad está tan cerca de nuestra frontera. ConfÃo en China, y me gusta molestarlos. Saben muy bien que no tienen más remedio que apoyar a mi régimen porque lo último que quieren es una Corea unida, respaldada y armada por los estadounidenses en su frontera. En cualquier caso, sabes que gran parte de nuestro comercio es con China, que proporciona los bienes de lujo que necesito para mantener a mi gente feliz".
- "Con el debido respeto, Gran LÃder, la situación no es sostenible a largo plazo. Cuanto más amenaces la guerra con tus armas nucleares, más apretarán la soga los aliados. En algún momento, te verás obligado a capitular, a menos que encontremos soluciones creativas".
- "Me gusta cómo piensas, Belcour. Soluciones creativas, que suelen faltar en mis cÃrculos. Por favor, comparte tus pensamientos conmigo."
- "Estaré encantado de darte algunas ideas, pero primero necesito salir de esta bañera antes de que me hierva vivo."
El Gran LÃder hizo un gesto con la mano, y varias señoras les trajeron grandes toallas. Kim y Belcour se trasladaron a una mesa de esquina adornada con un hermoso arreglo floral. Los asistentes trajeron dos vasos acanalados y les sirvieron de una botella de Dom Perignon.
Belcour tomó un sorbo y se preparó para compartir su plan.
- "Gran LÃder, necesitamos pensar fuera de la caja si queremos progresar y superar los obstáculos que tenemos frente a nosotros. Estados Unidos y sus aliados van a seguir imponiendo sanciones y es poco probable que cejen hasta que usted renuncie a su programa de armas nucleares. Ellos obligaron a Irán a dejar el suyo, y ahora creen que pueden usar el mismo enfoque contra ti."
- "Los iranÃes aún no tenÃan las bombas, pero yo sÃ. Mi ejército está trabajando para miniaturizar las armas nucleares mientras hablamos. Pronto podré desplegar misiles que puedan llegar al oeste de los EE.UU. y llamar su atención".
- "Gran LÃder, ya está recibiendo más atención de la que deberÃa. La Flota Americana del PacÃfico está navegando en el Mar de China del Sur. Su objetivo principal es enviar un mensaje a los chinos después de que ocuparon ilegalmente unas pocas islas desiertas, pero también buscan acorralarte. Ellos pilotaron aviones de combate F-22 en su espacio aeroespacial con impunidad y están trayendo bombarderos B-52 con capacidad nuclear. Si envÃas un misil a cualquier lugar cerca de su zona de interés, los americanos se abalanzan sobre ti con una venganza. Si envÃan sus armas nucleares a donde se supone que no deben ir, los americanos convertirán a su paÃs en un estacionamiento".
- "No antes de que borre Seúl de la faz de la tierra."
Belcour empezaba a perder la paciencia con la obstinada versión asiática de CalÃgula. SabÃa que tenÃa que encontrar algún tipo de solución para sacarlo de su ilógico estado mental.
- "Gran lÃder, no puedes esperar que China continúe apoyándote si envÃas bombas nucleares contra tus vecinos, por no hablar de Estados Unidos. China ahora disfruta de importantes lazos económicos con los EE.UU. y Europa. No es ventajoso para ellos involucrarse en una guerra contra sus mayores clientes".
- "Los chinos seguirán apoyándome porque no tienen elección."
"De nuevo, no contarÃa más con eso. En cualquier caso, si se inicia una guerra, se carece de los recursos para durar más de unas pocas semanas. Pueden jactarse de sus armas nucleares, pero si las usan significará el fin de su régimen y de su pueblo. Me disculpo si parezco demasiado directo."
- "Supongamos que tienes razón, Belcour. Entonces, ¿cuál es tu plan?"
Belcour tomó otro sorbo de champán y adoptó una postura de profesor.
- "Gran LÃder, necesitamos desviar la atención de las potencias occidentales lejos de usted, permitiendo asà la ejecución de ciertas acciones diseñadas para mejorar la situación estratégica de su paÃs. Esto es lo que sugiero: usar uno de sus valiosos activos para crear suficientes estragos para forzar a los aliados a desplegar sus activos militares en otro lugar y prestar menos atención a lo que planea hacer".
- "¿De qué activos estás hablando, Belcour?"
- "Sus armas nucleares, por supuesto. Todo lo que tenemos que hacer es "perder" a uno de ellos, ganar unos dólares vendiéndolos a los terroristas de Oriente Medio y dejar que las cosas se desarrollen a partir de ahÃ.
Kim pensó por un momento. "Sin duda los terroristas usarán las armas, y no me importa si lo hacen. El problema es que los americanos pueden rastrear el material nuclear hasta la fuente. Entonces vendrán a por mi paÃs".
- "Cierto, Gran LÃder, a menos que seamos inteligentes en esto."
- "Soy todo oÃdos", dijo Kim.