Читать книгу Violencias en la educación superior en México - Angélica Aremy Evangelista García - Страница 12

Investigación en el sureste mexicano

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El primer proyecto, “Violencia escolar en ámbitos de educación superior en cuatro estados del sureste mexicano: Chiapas, Oaxaca, Tabasco y Yucatán”, se centró en la comprensión de las relaciones de género y los mecanismos organizacionales que generan, toleran y reproducen la violencia hacia estudiantes de cuatro universidades del sureste mexicano con énfasis en el hostigamiento y acoso sexual (HAS). En términos generales documentamos que cuatro de cada diez (40%), de las más de cinco mil participantes en una encuesta en línea, habían sufrido uno de los 11 eventos de HAS explorados. Los actos investigados fueron posteriormente organizados en una suerte de gradiente de severidad, de tal manera que el 59.1% fueron blanco de actos leves, el 28.4% de actos moderados y el 12.5% de actos severos (ver Cuadro 1). Se organizó esta gradiente siguiendo la propuesta de escala de sexismo de Mingo y Moreno, según la cual la amplia gama de actos sexistas se conectan en un continuo in crescendo de severidad. Se considera que el punto de inflexión entre los actos leves o moderados y los graves es la sustitución de la fuerza ilocucionaria por la fuerza física1 propuesta por Mingo y Moreno (2015).

Cuadro 1. Prevalencia relativa de HAS por severidad


Fuente: Elaboración propia a partir de resultados del proyecto “Violencia escolar en ámbitos de educación superior en cuatro estados del sureste mexicano: Chiapas, Oaxaca, Tabasco y Yucatán”.

Los actos de HAS registrados sucedieron en las aulas, pero también en laboratorios, salidas a campo, caminos y trayectos hacia la universidad, y en servicios de mensajería instantánea y redes sociales. Los resultados de la encuesta mostraron a los pares como principales agresores, seguidos por los docentes; sin embargo, en las 26 entrevistas cualitativas realizadas fueron más frecuentes los actos perpetrados por docentes que por pares. Finalmente, destacó el hallazgo de que el 99% no denunciaron argumentando que se trató de algo sin importancia, por miedo a represalias y por vergüenza. A decir de Mingo y Moreno (2015), evitar la confrontación, restando importancia a la agresión, representa una manera de sobrevivir de las mujeres en el orden de género. En el caso de los varones, resultó conveniente “reaccionar con reserva o con franca complicidad”, como había sido ya documentado por Castro y Vázquez (2008: 608).

Entrevistadora: […] crees que es un tipo atípico o hay una suerte de ambiente […] que permite este tipo de cosas… O sea, ¿se vale decir que está loco?

Entrevistado: [el profe] Pues no se valdría, porque pues es un investigador, está en su sano juicio; porque si está loco, que no escriba, ¿no? No se puede catalogar en este nivel de locura, porque creo que la mayoría de las cosas lo hace en un estado consciente, lo dice de una forma tan segura, y sabe en el momento preciso de hacerlo, sabe en el momento en el que necesita, ahora sí, que joder a la otra persona, y lo hace, ¿no? pero pues no sé qué podría ser, pero estar loco no. O sea, no, no veo o no concibo que se justifique. A lo mejor pues las chicas, por naturalización, porque no quieran tener problemas, pues sí, ya dicen: “Ah, no, pues está loco; no le hagas caso”. Pero pues es algo que no se puede reducir a puro… Son actos violentos, actos de discriminación, actos en los que te están violentando tu persona, o sea, debería de haber acciones frente a estas cosas (Estudiante de posgrado, Chiapas).

El segundo proyecto, “Violencia de género entre estudiantes de universidades interculturales de Chiapas, Tabasco y Quintana Roo”, inició en 2018 y partió del supuesto previamente documentado de que la violencia de género hacia las mujeres en las IES no solo se perpetra en las aulas. Por lo tanto, nos propusimos comprender, desde un enfoque interseccional, la violencia de género en el ámbito comunitario. Definimos esta como “los actos individuales o colectivos que transgreden derechos fundamentales de las mujeres y propician su denigración, discriminación, marginación o exclusión en el ámbito público”,2 lugar privilegiado para la interacción social pero donde las mujeres no han tenido cabida en tanto que se les ha confinado al privado.

Se eligió ejecutar el proyecto con estudiantes de Universidades In­ter­cul­tu­ra­les (UI) de tres estados del sureste mexicano porque tienen un modelo educativo en el que la vinculación comunitaria es un eje transversal de formación; entonces, representaba el escenario ideal para indagar sobre las experiencias de violencia en el ámbito comunitario. La vinculación comunitaria se entiende como un conjunto de actividades a través de las cuales la investigación y la docencia se relacionan con las comunidades para la atención de problemáticas y necesidades específicas (Casillas y Santini, 2009: 157).

En términos generales la investigación reporta que las estudiantes son víctimas de violencia de género en las actividades de vinculación comunitaria, pero también durante las prácticas profesionales y escolares o el servicio social, mientras realizan tareas en equipo en casas de compañeras y, por supuesto, en la calle. Los lugares donde acontece la violencia de género suelen ser solitarios y poco transitados, “enmontados”3 y ubicados en las inmediaciones de expendios de bebidas alcohólicas. Además, son comunes los actos de violencia de género en localidades rurales que se justifican por las relaciones desiguales de género que en ellas prevalecen. En todos estos espacios las estudiantes fueron agredidas por desconocidos, pares, docentes, hombres de las localidades e incluso familiares.

Ellos [compañeros y docentes] como que les vale […] les convenía llegar más rápido acá [a la UI] Y ya pues me bajé. Una compañera me dijo: “Pues con cuidado y me avisas cuando llegues a tu casa porque sí está como muy feíto aquí”. Porque hay solamente como dos casas que parece que están abandonadas y una tienda, y así en frente una cancha y luego una escuela primaria, pero pues ya habían salido los maestros de ahí […] allá no hay señal [de celular], allá está como de que si te pasa algo pues ya valiste, ¿no? Ahí estuve parada un buen rato esperando combi (Estudiante, UI, Tabasco).

Las agresiones perpetradas fueron de tipo físico, psicológico y sexual, pero para los propósitos de este proyecto destacó la discriminación por ser mujeres expresada en actos como rechazar sus proyectos de vinculación, ni siquiera permitirles presentarlos, negarles información, no tomarlas en serio y negarse a participar en las actividades que ellas organizaban, excepto cuando las acompañaba un varón. Es decir, cuando un compañero integra el equipo de trabajo entonces sí las atienden y les prestan atención. Además, son víctimas de acoso sexual callejero, pero también de acoso sexual perpetrado por las propias autoridades comunitarias e incluso por familiares con cargos de autoridad en la localidad o sin ellos.

En la vida personal y colectiva de las mujeres se identificaron las consecuencias de la violencia comunitaria que, aunque se perpetra de manera directa sobre los cuerpos de las mujeres, afecta también los cuerpos social y político entrelazados con sus cuerpos (De la Cruz, 2008). En el cuerpo individual las consecuencias se manifiestan en la pérdida de la libertad, la seguridad y la autoestima; en la restricción de la movilidad y en la consecuente dependencia (real o virtual) de figuras masculinas o de aparatos por medio de alarmas, aplicaciones, etcétera. Las jóvenes universitarias agredidas viven con temor, miedo, humillación, coraje, impotencia, ansiedad y culpa. La violencia en su contra tiene efectos sobre su salud física y psicológica; además, en muchos casos es un factor de deserción e interrupción de trayectorias escolares (Gamboa, 2019).

[…] por ahí debe de haber una nota periodística que hablaba de la “universidad sexosa”, así le habían puesto. Entonces muy fuerte la situación, y todo eso de alguna manera la problemática que se venía era la cuestión de los indicadores de ingresos, porque cómo siendo una zona maya donde los valores… cómo iban a permitir… si de por sí era muy difícil que las mujeres accesaran [sic] a la educación, o sea, se les permitiera la educación por parte de estas cuestiones de costumbres y todo de que al final se casan y las mantiene su marido, y entonces para qué les sirve el estudio. Imagínate con estas noticias, así pues, sí era como la “manchota”. Y pensar que los padres con eso ni para qué dejarlas venir, ¿no? O sea, entonces en vez de decir que vayan a estudiar, nada, vas a enamorar o que el maestro las enamore (Trabajadora, UI, Quintana Roo).

Violencias en la educación superior en México

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