Читать книгу Donde viven las palabras - Annabella Rinaldi - Страница 12
Corazón
Оглавление“Adonde quiera que vayas,
ve con todo tu corazón”
Confucio
Es tan miserable el amor que podemos no sentir como para ni siquiera ser capaces de mantener una amistad con quien lo brinda, una llamada telefónica o apenas un mensaje de texto.
No. Lo rechazamos. No reparamos en el sentimiento del otro. No tenemos compasión.
Todo mal es mal de amor, todo dolor es no amar.
Nuestro ego se alimenta de tal manera, porque nos están diciendo que nos aman, que sólo nos entran las palabras en nuestra mente, y creemos que a la vuelta de la esquina habrá otra alma humana que nos esté esperando. Y probablemente reaccionaremos de la misma manera.
Reconocemos que somos así pero no hacemos nada para cambiar esas acciones. Nos auto flagelamos, poniéndonos en situación de víctima, como si el otro tuviese la culpa de hacernos sentir tan especiales.
Decimos: –Yo te amo, pero…; –Yo te quiero, pero…
Si amamos, pero…; si queremos, pero… Es porque no amamos ni queremos. No tenemos nada en nuestro corazón. Sólo el que lo tiene puede darlo. Y no lo tenemos.
Y así es como avanzamos por la vida, confiados en que ese momento llegará. ¡Ignorantes!
Nos ubicamos en el futuro, ilusorio, como todo lo que vemos, oímos, olemos, degustamos, hablamos.
Sin reparar que ese futuro es este momento que ya pasó. No el de mañana, la semana que viene, el año que viene. Esto que ahora estoy escribiendo ya es un futuro que caducó.
Estamos envueltos en tantas capas como las de una cebolla, o de velos según dicen los maestros espirituales. Esas capas están tan sujetas a nuestro cuerpo físico que no podemos desprendernos ni siquiera de la más externa.
Entonces la pregunta es: ¿Cómo llegamos al corazón?
Aprendiendo a ver lo más puro y verdadero no sólo con los ojos físicos sino con el sentimiento.
Tal vez así podamos reparar el sufrimiento que produjimos.