Читать книгу Operación Ave - Antonella Gattini - Страница 9

Capítulo IV Llego con actitud resuelta a la estación. La mañana está soleada. Planeo contarle a Kay lo que decidí y decirle que es libre de acompañarme; en caso de que rehúse, no divulgaré que también vio al pájaro, así lo eximiré de cualquier preocupación.

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Me dispongo a entrar a la sala, pero una mano tira de mi brazo con firmeza.

—¡Ay! Pero ¡¿qué pasa?! —Me giro sorprendida para descubrir al culpable—. Kay, está claro que no eres muy consciente de la fuerza que tienes. —Froto mi brazo con fuerza.

—Lo sé, perdón… Ya lo pensé… hagámoslo. —Sus ojos dibujan una expresión audaz.

—¡Excelente decisión! Me alegra que te sumes a la aventura. ¿Qué te convenció? —Estoy entusiasmada y feliz por tener un acompañante y no enfrentar la situación sola.

—Ayer lo decidí… Se lo debo a mi madre y a mi hermano. Si es mi padre quien necesita ayuda, es lo mínimo que puedo hacer por mi familia. —Resulta inevitable sentirme identificada con la nostalgia que agrega a sus palabras—. ¿Estás segura de que la mejor forma de llamar a lo que sea que haremos es “aventura”?

—Concluí que es la mejor manera de llamarla para atenuar de momento la ansiedad por las OGO normas que vamos a romper.

Las clases transcurren con normalidad. Espero con ansiedad el timbre de salida, la paciencia nunca ha sido mi mejor aliada y no sé cuánto aguantaré sin contarle a Tasz. Acordé con Kay que será mejor conversar sobre la “aventura” al término de la jornada para evitar cualquier sospecha entre nuestros compañeros, sobre todo por parte de Tanya y sus dos seguidoras, quienes no dudarían un segundo en delatarnos.

Si bien estamos en mi asignatura favorita, biodiversidad de todos los tiempos, me resulta imposible poner atención, mi mente está perdida en los recuerdos de mi madre y el día en que se fue. Con la mente nublada, mis pensamientos viajan en el tiempo hasta detenerse en aquel 15 de marzo, siete años atrás. De pronto estoy ahí, una espectadora, mirando con sigilo desde el marco de la puerta de mi habitación hacia la entrada de nuestra casa. Mi madre sostiene una maleta y mi padre apoya su mano en la puerta, impidiendo su salida.

—Por favor, no te vayas… Sabes que te necesitamos aquí más que ellos. Puedes rechazar la invitación, te lo ruego, ¡por favor!

—No, Lascar, tengo que ir.

—¿Por qué estás tan obsesionada con ir a Tedqua? Puedes aportar desde aquí, junto a tu familia… No hay nada que salvar, Abany. Vamos a estar bien, la OGO se preocupará siempre por nosotros.

—Por favor, Lacar, tienes que entender. Debo ir, la señal fue muy clara.

—¡Abany! Eso del ave que viste es un cuento tuyo. Has estado muy estresada, cariño, es solo eso. Queda poco para el proceso de emigración hacia Veronia, podrás pedir una licencia y tomarte un tiempo de descanso. Quizá haga lo mismo y nos dedicaremos a leer juntos y conversar de filosofía como tanto te gusta, ¿qué te parece?

—Recuerda siempre lo mucho que amo a los niños y a ti, dales un beso de mi parte. Espero volver lo antes posible. —Mi madre tomó la manilla.

Lágrimas silenciosas cayeron por las mejillas de mi padre, mientras retiraba con lentitud su mano del marco, rendido. El ruido de la puerta al cerrarse marcó un antes y un después en nuestras vidas.

Escucho mi nombre a lo lejos… hasta que el llamado es cada vez más fuerte.

—¡La Tierra llamando a Zabina!

Ante el anuncio de la profesora Oresia, las risas de mis compañeros no se hacen esperar. Reacciono y mi mente regresa a la sala de clases.

—¡Sí, aquí estoy!

—¿Me puedes decir el nombre del género animal en que solía ser el macho quien daba a luz a sus crías? —pregunta con su peculiar tono de voz.

—Hippocampus, también conocido como caballito de mar, profesora. —Mi respuesta es automática.

—¡Muy bien, Zabina! —Se gira hacia la pizarra digital, donde aparece la imagen del animal.

En cuanto dejan de fijarse en mí, me concentro en el recuerdo de esa noche, que había estado bloqueado en mi mente hasta hoy. Me cuesta creer que mi madre también recibió la visita de un ave. Si ella lo consideró una señal, por supuesto que lo interpretaré como tal.

—Aprovecho para felicitarte por tus excelentes notas en esta asignatura, Zabina. —Esta vez, la profesora me mira con orgullo.

Me gustaría haber escuchado lo mismo durante la entrega de notas de la asignatura de fisiología esta mañana, donde obtuve solo quince OGO Créditos. Me tranquiliza pensar que mi proyecto es ser profesora y no trabajar en un hospital. Quisiera dedicarme a enseñar siempre y cuando tenga los OGO Créditos para hacerlo; de lo contrario, trabajar en la estación de la OGO no debe ser tan malo. Mi abuela y abuelo lo hicieron a la perfección y a mi padre le va bastante bien; al menos no se queja.

—Ahora entregaré las notas finales de esta asignatura.

La profesora Oresia se dirige a la pantalla principal y presiona “Enviar OGO Créditos Sección E8”. Nuestras pulseras comienzan a brillar con varios colores hasta detenerse. Observo la pequeña pantalla, donde aparece “30 OC”. Es el puntaje máximo, pienso en lo orgullosa que estaría mi madre. Sin embargo, la siguiente idea transforma mi alegría en ansiedad: si nuestro plan para llegar a Tedqua es descubierto, el esfuerzo de tantos años habrá sido en vano.

Aliviada, escucho el timbre de salida y me dirijo hacia Tasz de inmediato.

—Tenemos que hablar.

—Me alegro, pensé que no volvería a escuchar tu voz. Has estado extraña todo el día, ¿estás bien?

—¿Recuerdas el ave que vi el otro día cuando nadie me creyó?

—Sí… —Detecto cierta suspicacia en su voz.

Kay se acerca a nosotros y se queda de pie a mi lado. Tasz lo mira extrañado.

—Bueno, resulta que Kay también la vio. Luego, apareció durante la Fiesta del Sol, llevaba un mensaje con la indicación de una celda ubicada en la OGO.

—Tenemos razones suficientes para pensar que es un mensaje de ayuda enviado por alguien; podría ser uno de nuestros padres. Necesitamos tu colaboración para llegar a Tedqua. No está de más requerir la mayor discreción posible frente a esta solicitud. —Kay habla usando el tono más bajo de que es capaz.

Los ojos de Tasz se abren y frunce los labios con fuerza. Durante estos años de amistad, nunca había visto esta expresión en su rostro. Soy incapaz de distinguir si está asombrado de que Kay le dirija la palabra o por la solicitud que acabamos de hacer.

—Tasz, si no deseas ser partícipe de esto, lo entenderemos. Jamás te pediría que hicieras algo que no quieres. Solo solicito tu ayuda porque sé que eres la única persona que nos puede guiar hasta Tedqua.

Después de unos segundos, se lleva la mano a la cara y acomoda sus lentes, como suele hacer cuando se siente estresado. Esto no va bien.

—A ver si entiendo. ¿Me piden que los ayude a llegar a la casa matriz de la OGO, con los riesgos que eso implica, porque vieron un animal que se extinguió varios años atrás en conjunto con el resto de las especies? ¿Es eso lo que me piden? —Alza levemente la voz.

—Bueno, dicho de esa forma parece una locura, pero en teoría, sí. —Kay se encoje de hombros.

Temo que contar con su apoyo no va a ser tan sencillo como creí.

—Tasz, somos amigos desde pequeños, sabes que no te contaría esto si fuera una mentira. ¿Por qué no mejor lo piensas durante la tarde y nos cuentas mañana tu decisión?

—De acuerdo, Zabina, mejor. —Guarda con rapidez sus pertenencias en la mochila y se dirige hacia la puerta con una agilidad poco característica en él.

—Me parece que lo asustamos. ¿Crees que existe alguna posibilidad de que acepte? —Kay parece desalentado.

—En definitiva, aceptará. Sé que la idea de poner en práctica sus conocimientos informáticos en una situación real será una razón suficiente para decir que sí.

***

Durante las clases de hoy, Tasz ha hablado conmigo sobre todo, menos de su decisión. A pesar de que le pregunté de forma directa durante el almuerzo si pensó en lo que conversamos, solo me pidió que habláramos al final del día. Al menos me alivia creer que sopesa la solicitud con discreción.

Culminada la última asignatura, espero que nuestros compañeros se vayan, antes de girarme hacia él con una mirada de súplica. Aunque estoy segura de su respuesta, su secretismo me intriga.

—¿Y bien? ¿Qué decidiste?

Sin demora, Kay se incorpora a nosotros, mientras Tasz permanece en silencio. De pronto, extrae una hoja grande doblada en cuatro, la despliega y estira sobre la mesa.

—Este es el plan, lleva por nombre Operación Ave.

Muerdo mi labio para no reír, noto el mismo esfuerzo en Kay.

—Esta es la única forma en que me sumaré. Los ayudaré a llegar a Tedqua con la menor cantidad de daños colaterales, pero deben obedecer cada orden que dé. ¿Están de acuerdo?

—¡Sí, señor! —respondemos al unísono.

La Operación Ave es una estrategia detallada y completa que nos llevará directo a Tedqua, pero un paso en falso hará que seamos descubiertos. Comenzará el primero de mayo, día en que inicia el proceso de emigración de la comunidad sayosiana a Veronia; esta ciudad queda al norte del continente y pasaremos ahí el invierno.

Debido al cambio climático, emigrar es una necesidad inminente, pues las temperaturas son tan extremas que resulta imposible vivir en el mismo lugar todo el año. Esta es la razón de que existan solo nueve comunidades en zonas específicas alrededor del mundo; el resto de los territorios no son habitables. En algunos sectores, la calidad del aire es tan mala que permanecer durante un período prolongado significaría una muerte inmediata, como le ocurrió a muchas personas antes de que sus parientes decidieran abandonar esos lugares. En otras áreas del planeta, el sol es tan fuerte que es imposible quedarse sin utilizar un traje especial; de lo contrario, las quemaduras aparecen en la piel en cuestión de minutos. El período estival en Veronia es así, la sensación térmica supera los ochenta grados Celsius. Solo vivimos allí en invierno, ya que las temperaturas en Lonolab para esa estación llegan a menos noventa grados y es posible congelarse en segundos. La única opción para mantenernos con vida es emigrar durante cada estación. En ambos lugares tenemos un hogar, pero mi favorita es nuestra casa en Lonolab, porque es más iluminada; además, las pertenencias de mi madre están aquí.

El proceso de emigración es controlado por la OGO, ya que se replica en las nueve comunidades del mundo entre mayo y junio, a medida que cambia la estación según corresponda en cada localidad. Este proceso es el momento perfecto para iniciar el plan, casi toda la OGO policía encargada de nuestra comunidad estará en movimiento para acompañar a los sayosianos, dándonos oportunidad de escapar sin ser descubiertos. Mientras la comunidad se moviliza hacia el norte, nos dirigiremos al este del continente, donde están las estaciones de tren bala correspondientes a Lonolab, que viajan bajo el mar para transportar productos hacia la casa matriz y traer suplementos desde ella. A través de un tren bala llegaremos a Tedqua y luego regresaremos a la estación en Veronia, incorporándonos al grupo antes de que llegue a destino. El proceso de emigración es de dos semanas, tiempo suficiente para ir y volver. Tasz llevará nuestras pulseras con él para que no nos delate la geolocalización que poseen.

Queda menos de un mes para comenzar la travesía, así que hemos dividido las tareas pendientes y los puntos que debemos investigar entre los tres. Nos reuniremos algunos minutos después de clases cada dos días para comprobar los avances.

Como cada noche, hoy ceno junto a mi familia sentados a la mesa del living. Conversamos sobre el próximo proceso de emigración, así que considero que es el mejor momento para empezar a poner en marcha el plan. Mi estómago se contrae ante el hecho de mentir de esta manera, pero no tengo otra opción.

—Este año me gustaría realizar el proceso hacia Veronia con algunos amigos de la estación. Creo que sería muy bueno para mí, quiero conocerlos mejor y establecer nuevas amistades. —Hago un esfuerzo por sonar convincente.

—Si tus amigos quieren andar junto a nuestra familia, ¡bienvenidos! —El tono de mi padre es irónico.

“¡Maldición, pensé que esto sería más fácil!”.

—¡Qué entretenido será ir con otras personas! Ojalá les gusten los chistes, por favor… —Es claro que Neit no entendió el sarcasmo de mi padre.

Mi familia ríe, pero permanezco muy seria.

—¡Pero si todo el grupo irá junto! No nos separaremos en ningún momento y podrán ver dónde estoy a través de mi geolocalización.

—No, Zabina, se han dado altercados muy violentos por culpa de los inadaptados en procesos de emigración en otras comunidades. En caso de que ocurriera en la nuestra, quiero que estemos juntos y punto.

—¡Papá, la profesora Oresia irá con nosotros!

Mi intento es desesperado. Me observan, pero bajo los ojos hacia mi plato, me avergüenza mirarlos mientras miento de forma deliberada. “Es por un bien mayor… es por un bien mayor…”.

—Bueno… si los acompaña una profesora, no veo cuál sería el problema.

“¡Grande, abuelo!”.

—Además, le haría bien compartir más con personas de su estación. No hemos conocido a los amiguitos de Zabina, aparte de Tasz. Tal vez no ha tenido tiempo suficiente para conocerlos —agrega la abuela Iade.

“¡Ay! ¡Los amo!”. No obstante, mi padre mira hacia mí con recelo, así que me esfuerzo en dibujar la mejor cara de víctima.

—Está bien, pero tienes que enviar tu ubicación cada kilómetro que avancen, ni uno más ni uno menos.

—¡Gracias! —Corro a abrazarlo. Siento lástima por Tasz, espero que no se estrese con la exigencia de cada kilómetro.

Al menos el plan de escape está listo. Más que satisfecha con la resolución de mi padre, me siento culpable. Muy dentro de mí hubiese preferido que mis abuelos no me apoyaran, pues ahora son cómplices de la peor idea de mi vida.

La siguiente conversación recae en cómo lucirá Veronia durante el invierno. No obstante, el himno de la OGO retumba en el living sin previo aviso, y saltamos en nuestros puestos por el susto. Nos giramos para prestar atención a lo que dirá Volk en esta oportunidad, mientras el abuelo Laus asegura que los avisos repentinos le darán un infarto.

La imagen de Volk aparece en el centro de la mesa. Finalizado el himno, comienza a hablar:

—¡Buenas noches, mis queridas comunidades! —La voz aguda de sus entusiasmados gritos retumba en mis oídos como un taladro—. Espero que estén muy bien. Me contacto con ustedes brevemente para recordarles que mañana será el anuncio de los elegidos de este año. —Articula una especie de sonrisa—. Quedan menos de veinticuatro horas para el día más esperado por ustedes. Para que estén atentos, les comunico a continuación los horarios en que sabremos quiénes serán los afortunados y afortunadas por comunidad que vendrán a acompañarnos en la casa matriz de la OGO, aquí en Tedqua, premio logrado con su esfuerzo y dedicación.

Una imagen aparece y ocupa todo el holograma:

1. Freterisa: 15:00 horas.

2. Dendenus: 15:15 horas.

3. Barnazar: 15:30 horas.

4. Obertunis: 15:45 horas.

5. Dregeren: 16:00 horas.

6. Sayosia: 16:15 horas.

7. Martox: 16:30 horas.

8. Aldener: 16:45 horas.

9. Petroha: 17:00 horas.

—Como siempre, los horarios corresponden a la hora local de Tedqua, para que los ajusten a sus tiempos locales. Aprovecho de informarles que este año solo tendremos dos elegidos por comunidad. —Le resta importancia a esta noticia, como si no requiriera mayor explicación. Nos miramos consternados—. Deberán esforzarse más para el próximo, pero los invitamos también a mantener el ánimo en caso de que esta no sea la oportunidad para ustedes. Recuerden que mañana, luego del gran anuncio de los ganadores, recibirán el conteo de los OGO Créditos acumulados hasta la fecha. Esto les permitirá tener una idea de qué aspectos deben mejorar durante el siguiente período. ¿Quién sabe? ¡Tal vez sean uno de los elegidos en la próxima elección! ¡No dejen de esforzarse! Bueno, no les quito más tiempo… ¡Ah, sí! Casi lo olvidaba. —Expande con gran esfuerzo una sonrisa a lo largo de su cara—. ¡Este año la comunidad sayosiana nos ha sorprendido! Tendremos al ganador o ganadora más joven de la historia, ¡y es ni más ni menos que de la estación E8! ¿Quién será? ¡Mañana lo sabremos!

La imagen desaparece.

—¡Esa es tu estación, Zabina! —grita Neit.

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