Читать книгу Magia Para Los Corazones - Antonia Fernández Barba - Страница 6

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1. Agnes y su mundo interior

Había una vez una niña a la que le gustaba pasear por la playa, mojándose los pies con las olas de la orilla y sintiendo la brisa acariciar su cara. Ella tenía un amigo delfín en su mente y lo dibujaba saltando por el horizonte haciendo piruetas por el aire para provocar su risa.

Agnes, que así se llamaba la niña, hablaba con su amigo delfín y éste le contaba historias del fondo del mar: cómo los ruidos de los motores desorientaban a sus habitantes, cómo la acumulación de basuras y desperdicios perjudicaban su salud,…pero, también, le hablaba de la maravillosa sensación de sentirse libre, de navegar entre los campos de corales y los arrecifes, del sol filtrándose entre las aguas, de sus visitas a ese barco abandonado cerca de la costa donde jugaban al escondite y ponían trampas a los tiburones para que no remontaran el río; y le hablaba de los habitantes de las profundidades, seres divertidos y apasionantes con los que se comunicaba en su imaginación.

Agnes era feliz con esas historias y esa amistad tan especial a pesar de que sus padres la llevaban a la consulta de una psicóloga porque pensaban que era una niña algo rara. No le gustaba ver la televisión ni jugar con maquinitas electrónicas, ni hacer fiestas de cumpleaños,…

Al principio, Agnes le contaba a sus padres todo lo que su amigo delfín le decía y hasta esos sueños fantásticos donde viajaba en una nave espacial a otros planetas de la galaxia…Pero, pronto dejó de hacerlo porque sus padres manifestaban preocupación y le regañaban por alimentar lo que ellos llamaban fantasías inútiles y peligrosas. Suerte que Agnes era muy lista y guardaba su mundo interior sólo para sentirse libre, feliz y conectada con la Madre Tierra a la que adoraba y con la que, también, hablaba.

Por eso, cada mañana, Agnes abría la ventana de su habitación y escuchaba el trino de los pájaros, el susurro del viento entre las ramas del manzano del jardín, contemplaba extasiada el color del cielo y el brillo del sol naciente. Ella era feliz en su mundo y no le importaba ser considerada una niña distinta a las demás.

Un día, en un sueño, se le apareció un ser de apariencia no definida, como gelatinoso con unos brillos iridiscentes en tonos rosas y verdes. Su aspecto externo era parecido a una mariposa y tenía una luz propia que envolvía a Agnes.

Su rostro tenía unos enormes ojos azules que parecían hablarles…¡no parecían…le hablaban! Se comunicaban con ella sin emitir palabras, sin sonido alguno.

Le dijo que estaba preparada para partir de viaje a un lugar maravilloso. Ese ser dijo llamarse Spet y le contó que no tenía que llevar ningún equipaje físico, ni siquiera su cuerpo. Le dijo que ella era un ser eterno, hija de la Luz y que tenía un camino extraordinario que recorrer en otra dimensión más allá de las estrellas.

Agnes escuchó muy atenta y le transmitió, a la mañana siguiente, el mensaje a sus padres. Y ellos, como otras veces, la oyeron sin darle mayor importancia.

A partir de entonces, Agnes empezó a debilitarse y a perder el apetito. Sus padres, preocupados, la llevaron al médico y, tras una serie de pruebas y análisis, salió aquel diagnóstico: le quedaba muy poco tiempo de vida.

Agnes se apagaba físicamente. Sin embargo, su mirada y su actitud eran de felicidad y entusiasmo, lo cual desconcertaba a todos.

Los últimos días en la Tierra fueron muy duros, para ella y para sus familiares y amigos, hasta que una mañana fría de principios de invierno, Agnes no despertó.

Un gorrión, aturdido, acertó a posarse en el alféizar de la ventana y se coló en la habitación. Revoloteó y volvió a salir volando hacia las nubes.

Todos, en especial, sus padres y abuelos lloraron su marcha y se sintieron profundamente abatidos.

Una noche, mientras su madre contemplaba el cielo cuajado de estrellas y meditaba sobre todo lo vivido, vio un brillo intenso en la inmensidad del espacio. Un brillo que tomó forma de un delfín. Su corazón se encendió con un calor extraño, cálido, amoroso y escuchó la voz de su pequeña nítida y clara entre sus propios pensamientos.

Al principio, creyó que eran imaginaciones suyas, pero, luego, no tuvo duda alguna, era el timbre alegre como cascabel de su Agnes que le decía que liberara su corazón de la tristeza que lo albergaba, que soltara el dolor y abriera su mente, que la muerte no existe, sólo es un paso de una vida a otra más plena, como desprenderse de una carcasa densa y pesada para nacer a otra forma de existencia, más liviana y feliz.

Le dijo que podía comunicarse con ella cada vez que quisiese.

Su madre, se sintió invadida por una ternura, una serenidad y un amor indescriptibles, imposible de ser expresado con palabras… que disiparon sus lágrimas y su pesar.

Y, desde esa noche, mantiene esa llama de certeza encendida en su interior y siente a Agnes prendida en su corazón como una mariposa a una flor.

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Magia Para Los Corazones

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