Bienhaya el generoso pensamiento de celebrar improvisada fiesta en pro de institución, al salvamento de los posibles náufragos dispuesta. Que debemos nosotros, entregados al azar de las olas de los mares, prevenir los designios de los hados de futuras borrascas tutelares. Cada cual al festejo contribuya con los propios talentos y aptitudes, y, en tan propicia circunstancia, suya quiera hacer la mayor de las virtudes. ¡La santa caridad, de los rigores de las edades bárbaras sepelio! La flor más perfumada de las flores ¡que esmaltan el vergel del Evangelio! Emitan voces ágiles su cántico y exhale la guitarra su elegía, para rizar las aguas del Atlántico con acordes corrientes de armonía. De la nave apresuren la derrota y alegren el humor de la asistencia los valientes compases de la jota que del crótalo exigen la cadencia. Los sones apacibles de la lira y el grave ritmo del hispano verbo, del ponto aplaquen la versátil ira y de sus ondas el sabor acerbo. Y plegue a Dios, en premio de la ofrenda que le hacemos del mar en la bonanza, de nuestras vidas alumbrar la senda con el claro fanal de la esperanza. |