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¿Te fijas en mí?

#HilodesanMateo

El Señor llamó al apóstol san Mateo cuando estaba sentado en el mostrador de los impuestos. Seguro que conoces el cuadro que recoge ese momento. Es de Caravaggio y supone una catequesis plástica increíble. Si quieres, te doy algunas claves.


Vocación de San Mateo”, de Caravaggio

Para empezar, debes mirar el cuadro, no en el sentido materialista, como una representación de una escena ajena a tu vida; sino como si fuera una ventana viva a otra realidad en la que tú te sitúas. La vocación de Mateo es la tuya. Es trascendente.

La escena juega con los contrastes de luz. Cristo es la luz que ha venido al mundo a sacarlo de su oscuridad. Esa luz ilumina al mundo entero, nos llama a todos, pero no todos la reconocen 25, no todos nos sentimos llamados.

La luz corta en dos el ambiente. Recordándonos que “ninguno puede servir a dos señores (…) no podéis servir a Dios y al dinero” 26. Por un lado, el lúgubre y oscuro mundo del dinero. Tú y yo estamos sentados a esa mesa.

Vivimos preocupados por el dinero, haciendo cálculos, proyectando negocios, pensando en los riesgos de tal o cual compra u operación, ahorrando para el futuro, no gastando más de la cuenta… La mesa es como un altar, el libro sobre él, el sacerdote en el centro, los acólitos…

¡Es una liturgia al dios dinero! El templo de este mundo está consagrado a ese dios falso y oscuro que nos priva de la libertad, que nos somete y guía nuestra vida. A él rendimos culto y a él le pedimos favores.


Jesús y Pedro irrumpen en esta falsa “misa” para rescatar a quien quiera salir de ese culto macabro. No obstante, entre los fieles hay distintas respuestas. Los dos de la izquierda ni se dan cuenta. Uno sigue contando monedas y el otro aprovecha la luz para ponerse las lentes y verlas mejor. ¿Cuál de ellos eres tú? Dices que no ves a Dios, ¿no será que tienes tu atención en otro sitio?

O lo que es peor, te llega la luz (eres practicante, celebras los sacramentos, incluso tienes una responsabilidad eclesial) pero la utilizas porque te conviene para seguir en tu “negocio”.


Entre los otros dos personajes, uno, con una espada en el cinto, adopta una actitud defensiva. Quizá te escudas continuamente, pones defensas, murallas para impedir que esta palabra te cale. Eres cristiano, ayudas a los demás, pero ojo, mi cartilla de ahorro, ¡que no me la toquen!


El otro ni siquiera se defiende, sino que mira con desprecio a la luz. Acomodado en su riqueza como demuestra su brazo apoyado cómodamente sobre el hombro de Mateo. ¿Es el joven rico? No hace falta ser millonario para acomodarse en la seguridad del dinero.

Quizá solo tienes una pensión, una casita… Mucha gente está peor. Así estoy a gusto, no me puedo quejar. Seguir a Jesús significaría salir de mi seguridad, de mi comodidad… “¿Sabes qué te digo? Paso”, parece decir.

La mano de Jesús merece detalle. ¿A qué otra mano famosa de la historia del arte te recuerda?


La mano del Cristo de Caravaggio es una mezcla de las dos manos de la creación del fresco de Miguel Ángel. Su postura es la de Adán, pero es una mano derecha en la posición de la del Padre. Cristo es verdadero hombre y verdadero Dios, y puede hacer de ti una criatura nueva, ¡hoy!


La llamada de Dios la confirma, tímidamente la actitud de Pedro que representa a la Iglesia. Por eso, su rostro no está muy definido, porque hoy es Francisco, ayer fue Benedicto… La llamada de Cristo es a la Iglesia. No se puede seguir a Cristo por libre.

¿Eres cristiano, pero no vas mucho por la Iglesia? Mal vas. Cristo ha querido confiar a Pedro a los que él llama. Es verdad que la Iglesia tiene muchos fallos, Pedro aparece como un hombre simple, quizá el más bruto de todos los personajes, pero está del lado de Jesús.


El rayo de luz divide en dos el cuadro. La parte de arriba es un lienzo en blanco. Ahí está todo por pintar. Tras la llamada, una vida nueva se abre. Si te dejas llamar por Jesucristo, todo empieza de nuevo, se abre una ventana al exterior. Solo un detalle hay que tener presente.

Esta vida nueva pasa por… la cruz.

“El que quiera venir detrás de mí que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga” 27. Quizá rechazas esa cruz que tienes encima (la enfermedad, el marido, tu jefa…) cuando es ese el camino que Dios te está marcando para seguirle. Acéptala y pasa al otro lado.


Ojalá este cuadro cobre hoy vida y nos convirtamos en Mateo. ¿En qué circunstancias has leído este hilo? ¿Qué cosa te aferra a la oscuridad y te impide ir hacia la luz? Pon tu dedo sobre tu pecho, como Mateo, y di: “¿A mí, Señor? En medio de mi miseria, ¿te fijas en mí?”.

La caja de los hilos

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