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Presentación

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No cabe duda. Estamos viviendo un cambio de época. No es que estemos inmersos en una época de cambios, no. Es una época, un tiempo, diferente. Lo podemos ver y experimentar en cualquier ámbito de la existencia, pero no erramos al decir que el cambio se ve claramente en el modo de comunicarnos. El mundo de los medios de comunicación es un nuevo areópago donde se enfrentan la nueva cultura, la imagen del hombre, y la misma idea de Dios.

¿Son las comunicaciones sociales el nuevo centro de poder? Quizás no exactamente, pero sí que son instrumentos al servicio del poder, de cualquier poder. En un mundo marcado por los descubrimientos científicos y el avance tecnológico, la comunicación premiará lo técnico. En un mundo basado en una economía autista –ganar solo para sí mismos–, la comunicación se basará en ganar más y más, en influir desde el poder, tantas veces oculto.

Y aquí está el reto: servirse de los nuevos medios de comunicación para el bien, para hacer el bien, para transmitirlo, para performar la sociedad y el corazón del hombre. Romper la dinámica del egoísmo y del enfrentamiento para volver al fundamento de la verdadera comunicación humana. Una comunicación humana al servicio de lo humano, donde el hombre, su dignidad y sus derechos, sea el objetivo principal. Una comunicación que construya puentes y derribe muros, una comunicación para el encuentro, como le gusta decir al papa Francisco.

Para la Iglesia, los nuevos medios de comunicación no son un peligro ni una dificultad; por el contrario, son una posibilidad nueva y renovada de anunciar a Jesucristo, de transmitir la fe. El “no temáis” vale también para nuestra relación con las nuevas comunicaciones. Esto no significa cerrar los ojos y reconocer el mal que puede suponer la mala utilización de las nuevas tecnologías, pero ¿qué no tiene peligros?

El autor de este libro que ahora presentamos, y al que agradezco de corazón la invitación a hacerme presente en él, se ha tomado en serio los nuevos modos de comunicar, pero con un objetivo: ponerlos al servicio de la evangelización. Antonio Moreno es un cristiano, hijo, esposo y padre que quiere transmitir lo que ha recibido, y lo hace utilizando un nuevo lenguaje. Nueva época, nuevo lenguaje. Su fe vivida en la Iglesia le invita a no callar, a hacerse entender por los hombres de hoy.

Todo comenzó con unos hilos puestos en las redes sociales en su momento y en su contexto. Los hilos, casi sin darse cuenta, fueron siendo cada vez más y se fueron entrelazando. Tirar de los hilos, pasar de un hilo a otro, abrirte a nuevos hilos hasta formar un tapiz precioso que es este libro que tienes en tus manos, querido lector.

He leído con verdadero y creciente gusto esta obra. Me ha hecho pensar, he recordado historias y datos que conocía, otros los he descubierto. Confieso que en algunos momentos me he emocionado, y hasta ha sido una invitación a rezar. Es un libro para leer sorbo a sorbo, para volver sobre la historia. En estas páginas hay teología, historia, tradición, narración, y mucha imaginación de la buena, mezclada con profundidad y dulzura.

En los hilos de Antonio Moreno vas a encontrar la fe de la Iglesia, lo que ha creído y cree la Iglesia, y vas a encontrar un diálogo de la fe, que no cambia porque no puede cambiar, con la cultura y el lenguaje del hombre de hoy. ¿De qué serviría transmitir la fe si los hombres de hoy no la pueden entender? Este es el gran reto de la evangelización: llevar la fe de siempre a la cultura de cada época, y hacerlo en fidelidad.

Los hilos que tienes delante tienen sabor bíblico –la Escritura es hilo conductor que da unidad y sentido a todo–, y sabor sapiencial al tiempo que popular. A Antonio, lo confiesa él mismo, le inspiran los Santos Padres de la Iglesia y las homilías de los últimos papas, a lo que une la experiencia cristiana de los siglos hecha creación: literatura, arte, piedad popular.

Al ponerme a escribir estas letras tengo la tentación de traer muchos de los hilos, pero no caeré en ella. Sin embargo, no me resisto a nombrar los sugerentes hilos de las imágenes de la fe con figuras bíblicas vistas desde el arte cristiano, o las recreaciones libres e imaginativas de la Navidad, sin olvidar las meditaciones, porque también eso son los hilos, de la Cuaresma o la Semana Santa. Y los hilos dedicados a María, de especial belleza.

Decía que Antonio es padre, padre cristiano que transmite la fe a sus hijos, junto con su esposa, por eso nos trae preciosas imágenes hechas de hilos sobre los evangelios de los domingos, que son el fruto de la oración y la catequesis familiar. Hilos que no solo han servido a su familia, sino a otras familias y a otras comunidades.

Querido lector, en estas páginas encontrarás realidad y ficción, actualidad e historia en un lenguaje periodístico que muestra el buen hacer y el corazón de un comunicador de y en la Iglesia. No es extraño que nuestro autor sea este año Premio Bravo a las Nuevas Tecnologías, premio que concede la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Española.

Enhorabuena, Antonio. Felicidades también a la editorial PPC por la publicación de esta obra.

Dejadme terminar esta presentación recomendando uno de los últimos hilos, de esos que se quedan en el cajón, lo titula: “¿Qué significa ser padre?”. Y una reflexión sobre la Asunción de la Virgen María, que bien parece una lección de microbiología sobre las células, pero que es algo más: “¿Cómo influirían las células de Jesús en el corazón roto de María en la Pasión? ¿Cómo la ayudarían a sobrellevar tal dolor? ¿No fue la pasión algo “de dos”?”, se pregunta el autor. María está en Jesús, y Jesús en María.


+ Ginés García Beltrán

Obispo de Getafe

y Presidente de la Comisión Episcopal

de Medios de Comunicación Social

La caja de los hilos

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