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El nuevo sujeto de la teología de la liberación

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La teología de la liberación se origina en los años 1960 y 1970 en Latinoamérica, continente marcado por una desigualdad que condenó a grandes masas a la pobreza, y por dictaduras despiadadas que defendieron los intereses de los ricos. Dentro de la Iglesia Católica surgió un movimiento de sacerdotes y religiosos/as que creían que la teología no puede ser neutra cuando hay represión y explotación de seres humanos. Ellos optaron por orientar su teología en beneficio de la liberación de estructuras opresoras, contrariamente a la teología occidental tradicional, que generalmente eligió el lado de los dominadores. El fino análisis político del trabajo de Ivone Gebara la caracteriza como alguien que está impregnada de los puntos de partida de la teología de la liberación. Esa teología la inspiró para entrar en una congregación religiosa y formó el cauce de su quehacer en los años 1970 y 1980, cuando dio clases en el Instituto Teológico de Recife bajo el liderazgo inspirador de Monseñor Helder Cámara3.

Lo más revolucionario de la teología de la liberación, en su primera época, era el desarrollo de un marco teórico nuevo para la teología, con una perspectiva diferente y un método distinto al de la teología occidental tradicional. La nueva perspectiva de la teología de la liberación fue su opción por los pobres. Esa opción significaba que los pobres fueron percibidos como el sujeto principal de la teología. Cuando los teólogos de la liberación hablaban de los pobres, no se referían a un grupo de personas pobres individuales que merecen nuestra compasión, sino a una clase del pueblo oprimido y hecho pobre, empobrecido. Manifestaban que la pobreza no es consecuencia de una carencia moral o un retraso en el desarrollo, sino de una estructura socioeconómica determinada, donde una clase explota la otra4. Cuestionan fuertemente el modelo desarrollista de los años 50’, usando la teoría de la dependencia, para explicar que el desarrollo de los países ricos es el resultado de un proceso histórico de explotación sistemática de los países “subdesarrollados”, generando tremendos desequilibrios sociales, tensiones políticas y empobrecimiento.

Según Gustavo Gutiérrez, uno de los teólogos de la liberación de la primera hora, la situación de desigualdad y violencia contra los pobres en Latinoamérica implica necesariamente una situación de conflicto, expresada en el concepto “lucha de clases”, que hace imposible que la teología tome una posición neutral5.

El concepto “los pobres” tiene en la primera teología de la liberación un significado socioeconómico, histórico y sociológico. Socioeconómicamente, los pobres componen dos tercios de la población mundial. Históricamente, la existencia de pobres puede atribuirse a causas históricas. Sociológicamente, los pobres forman un sujeto colectivo, conflictivo y ético6. Los teólogos de la liberación quieren devolver a los pobres su lugar en la historia. Aquellas y aquellos que no contaron como personas dignas y cuya voz no fue escuchada, ahora son reconocidas/os como sujetos de su lucha de liberación.

En general, estos teólogos no definen con precisión el concepto de “sujeto”. De cualquier modo, no manejan un concepto “idealista”, sino “materialista”, lo que significa que perciben el “ser sujeto” de las personas, sobre todo, como un producto de sus circunstancias históricas, y menos como un producto de su mente7. También hablan sobre “el nuevo sujeto histórico” de los pobres.

La opción por los pobres significaba, primeramente, que los teólogos de la liberación querían, desde su posición intelectual, ponerse al servicio de los movimientos sociales de resistencia, contra la injusticia de la pobreza y querían ayudar a dar forma a la Iglesia desde su medio8. Segundo, significaba que los teólogos de la liberación repensaron la teología desde la perspectiva de los pobres.

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