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De “los pobres” a “mujeres pobres en el noreste de Brasil”

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Aunque Gebara se adhiere a “la opción por los pobres” en base a su experiencia como religiosa, su acercamiento al pensamiento emergente de la teología feminista y su compañerismo con mujeres en su barrio abogan por especificar el concepto “los pobres”. En medio del grupo de los económicamente pobres opta en primer lugar por las mujeres pobres. Indica que a las mujeres dentro de la clase de “pobres” les toca una doble opresión. Son discriminadas por razones de clase, pero también en base a su género. Una opción por los pobres, en base a la diferencia de clase, no visibiliza esta distinción y según Ivone, por eso, tiene sus límites13.

A este respecto Gebara comparte la crítica que muchas teólogas feministas iban expresando frente al sujeto de los primeros teólogos de la liberación: la categoría “los pobres”, es demasiado homogénea y generaliza. Con el concepto “los pobres” sólo se define la opresión de personas en términos socioeconómicos, mientras otros factores que causan exclusión y opresión, como sexo, color de piel, etnicidad, opción sexual y edad no se hacen explícitos. Aunque algunos teólogos de la liberación rápidamente incluyeron estas formas de opresión en su análisis, al inicio la mayoría de ellos sigue describiendo la distinción de clase como la infraestructura principal de dónde se originan otras formas de opresión14.

Gebara se concentra sobre todo en la feminización de la pobreza: a menudo mujeres son las más pobres entre los pobres y sufren más las consecuencias de la explotación económica. Además, señala el hecho que mujeres pobres también sufren más el deterioro de su ambiente natural, porque son ellas las que generalmente se hacen cargo de la continuación de la vida material. En el trabajo en casa y en el cuidado de los niños son ellas las que se dan cuenta de que el agua, el aire, los alimentos y la tierra están contaminados15.

En su ensayo Dame de beber, por ejemplo, nos describe como las mujeres y los niños de su barrio sufren la falta de agua, mientras esperan en vano un camión aljibe de la municipalidad después de un período largo de sequía; en sus conversaciones se debaten entre la esperanza y la desesperanza16. Gebara se fija en situaciones tan cotidianas como esas y destaca su significado teológico, no sólo por las convicciones religiosas que las mujeres expresan entrelíneas, muchas veces basadas en una teología tradicional, sino porque en estas mujeres la vida misma está siendo crucificada y lucha por sentido, reconocimiento y dignidad.

A través de esta realidad vivida, Gebara se fascina cada vez más por mujeres que vinculan el feminismo con un nuevo pensamiento ecológico. No es su amor por la belleza de la naturaleza que la lleva a una posición ecofeminista, sino la falta de aquella para tantas personas marginadas en el mundo. En su libro Intuiciones ecofeministas, se describe a sí misma como una ecofeminista independiente, con una postura política crítica en la lucha antirracista, antisexista y antielitista17.

La diferenciación, dentro del concepto de los pobres, significa un cambio importante en la comprensión del sujeto en la teología de la liberación de las nuevas generaciones. Primero, la atención por el sexo, el color de piel y la etnicidad reconoce que dentro de grupos empobrecidos existen diferentes posiciones subjetivas. Segundo, esta diferenciación muestra que la pobreza no sólo es una consecuencia de desarrollos históricos o económicos, como demostró muy acertadamente la teología de la liberación, sino que también es un resultado de una discriminación con base en características corporales de las personas. Personas de otro sexo, color de piel o grupo étnico son empobrecidas con base en estas características. Además, estas cualidades, determinadas biológicamente, son usadas por medio de construcciones ideológicas para justificar situaciones de pobreza y opresión. Eso revela que la pobreza se atribuye a un conjunto de causas más complejas que la estructura injusta de un sistema económico dominante. La marginalización de personas con base en las características “naturales” también está enraizada en nuestro pensar cultural y psico-simbólico.

La lucha contra ideologías que fundamentan la marginalización en hechos biológicos es diferente que la lucha contra sistemas económicos. Quizás por eso, los teólogos de la liberación no siempre reaccionaron positivamente ante la atención dada, en la teología, a la opresión de las mujeres, ya que la ideología patriarcal formaba parte de su propio pensamiento. Habían internalizado los rasgos sexistas de la sociedad de tal manera que no consideraban el rol impuesto a las mujeres en la sociedad como un problema fundamental. Eso quedó al descubierto, sobre todo, cuando describían a las mujeres como oprimidas, pero no las reconocieron como sujetos de la teología18.

Creo que la capacidad que las personas tienen de solidarizarse con un grupo marginado se determina no sólo por su contexto histórico, sino también por la empatía que puedan sentir con ese grupo. Los primeros teólogos de la liberación se podían identificar bien con la lucha de los pobres, porque se podían imaginar la situación económica de la pobreza. Cuando la marginación está basada en características “naturales”, la identificación es más difícil. En la consideración de los factores de género, color de piel y etnicidad, las teólogas feministas revelan la complejidad de “la opción por el otro o la otra”. Siempre existe el riesgo de apropiación de las luchas de las personas con las que nos solidarizamos. Sin embargo, eso no implica que tengamos que dejar de solidarizarnos, sino que es imprescindible problematizar explícitamente nuestra propia posición.

La opción de Gebara por “mujeres pobres” puede verse como una opción de afinidad y solidaridad. Ella da contenido a esta solidaridad destacando el problema de la opresión de las mujeres como centro en su reflexión teológica, intentando a la vez de fortalecer la autonomía de las mujeres a través del diálogo con ellas. A la vez, reconoce que en el fondo los sujetos más importantes de su teología son las mujeres que iniciaron la búsqueda de otra perspectiva (eco) feminista en la teología: “Las primeras destinatarias de la teología feminista somos nosotras mismas, las que buscamos hacerla y compartirla, todas las compañeras que buscan entrar en esta perspectiva”19.

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