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Ser persona en interdependencia recíproca
ОглавлениеLa suposición fundamental de una epistemología holística, según Gebara, es que la experiencia más profunda que compartimos es una vivencia de interdependencia recíproca entre todos los elementos del cosmos. Como seres humanos no sólo formamos parte de un todo, sino que el todo también es parte de nosotros. Estas afirmaciones son inspiradas por descubrimientos nuevos en las ciencias naturales, que revelan la interdependencia compleja entre todas las formas de vida. Muestran que la evolución, iniciada con un “Big Bang” (gran explosión), se mueve irreversiblemente desde una singularidad de energía infinitamente densa hacia una diversificación cada vez mayor, en un proceso simultaneo de coincidencias y leyes físicas. En este proceso somos todos y todas finalmente parte de la misma fuente, y a pesar de la diferenciación se mantiene nuestra interdependencia y afinidad original22.
Gebara cuestiona en base a esta visión el concepto de “persona” de nuestra sociedad, que también estaba a la base de la teología de la liberación, en la que se ponía un acento unilateral en la autonomía y la libertad del individuo. Reconoce que ese énfasis tenía una función valiosa en el siglo 19 para liberar a las personas de estructuras históricas determinantes, pero cree que ahora el balance se ha perdido. La interpretación del concepto de la persona en base de “autonomía” y “libertad” ha causado que los seres humanos que no tienen autonomía o libertad en las estructuras sociopolíticas dominantes ya no son considerados “personas”. “La libertad del individuo” llevó al “individualismo”, donde el derecho a la autodeterminación se degeneró hacia un derecho para intervenir en la vida de otras personas. La pregunta, según Gebara, es, sobre todo: ¿quién define la autonomía de los seres humanos?23.
La perspectiva ecofeminista releva la dimensión colectiva de las personas, que no consiste en su autonomía, sino en su relacionalidad. Esta relacionalidad no es sólo antropológica, sino también cósmica, porque está basada en el hecho de que todos formamos parte del mismo misterio de la vida. Con la palabra “relacionalidad” Gebara se refiere a las fuerzas vitales que determinan nuestra mutua conexión y con la tierra. La describe como una condición fundamentalmente humana y cósmica, como una fuerza que nos vincula con la tierra, como una realidad que nos impulse hacia la acción ética, y como una experiencia religiosa.
Esta relacionalidad se encuentra en un nivel más profundo que nuestra conciencia. Dentro de este marco, critica el vínculo entre racionalidad y libertad de la filosofía. La concientización racional no lleva automáticamente a la libertad. De esta forma, hace una observación sobre el acento de la teología de la liberación, en la concientización como herramienta para el cambio social. Según Gebara, esa perspectiva se concentró demasiado en las capacidades individuales y racionales de la gente y por eso fue sólo accesible para seres humanos que se podían apropiar de esta forma de racionalidad. Con eso subestimó además la complejidad de los seres humanos y sus relaciones24: “Somos más complejos que nuestra conciencia, más imprevisibles que nuestros planes, menos fiables que nuestras decisiones y más fuertemente influenciados por nuestros miedos y pereza de lo que nos damos cuenta”25.
Partir desde la relacionalidad como elemento constitutivo de nuestro ser-persona significa acabar con el dualismo entre nuestra racionalidad mental y nuestras capacidades más afectivas; intuiciones, sentimientos, atracciones y presentimientos, todo forma parte de nuestra “racionalidad amplia”. Todos estos diferentes aspectos de la racionalidad se apoyan, según Gebara, en nuestra relacionalidad. Consecuentemente, también se opone a los marcos de pensamiento patriarcal que dividen nuestra racionalidad en partes, donde la dimensión mental, intelectual, logística sería sobre todo masculina, mientras la parte emocional sería más femenina26.
La relacionalidad y la interdependencia entre las personas y entre ellas y la tierra deben ser reconocidas como variables importantes en el surgimiento de acciones éticas. Gebara cree que por medio del aprendizaje experiencial de nuestra interdependencia podemos redescubrir la relacionalidad de toda la vida, fortaleciendo una actitud ética de respeto hacia otras personas y hacia el gran cuerpo del cosmos. Esta experiencia podría ser un impulso hacia el cambio social, empezando con la formación de nuevas comunidades, donde la felicidad y la justicia son el derecho de toda la gente.