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PRÓLOGO

Verba volant, scripta manent, proclamó un atardecer de agosto Cayo Tito ante el Senado romano, advirtiendo que: “A las palabras se las lleva el viento, mas lo escrito permanece”.

Permanecer es el destino de Tras la Noticia…, obra escrita por el P. Arturo Guerra Arias, L.C., quien quedará para siempre como un adalid que desde sus páginas pregona una enseñanza suprema: la manifestación del espíritu amoroso de Dios. Es la misión del padre Arturo: difundir en su desempeño sacerdotal el Reino de Cristo. Es su vocación. Su carisma. Su deleite.

Antes de continuar hablando acerca de esta obra, tengo algo que decir. Hace cinco años no conocía al padre Arturo. Soy muy afecto a los Legionarios de Cristo, pues con ellos estudió Jorge, mi hijo, y en las aulas del Instituto Cumbres de Saltillo fue preparado para recibir por primera vez a Cristo en su corazón, de manos del inolvidable padre Herminio Morelos, L.C. Años después fui invitado varias veces como conferencista en los Congresos Anuales de la Familia organizados por FAME (Familia Mexicana, A.C.). En esas andanzas conocí a destacadas personalidades con quienes alterné: Valentina Alasraki, Pedro Ferriz de Con, el padre Chinchachoma, Maruca Serrano, Armando Valladares.

Pasado más tiempo, en mayo de 2012, recibí una llamada telefónica que no olvidaré: era el sacerdote Arturo Guerra, L.C., del Instituto Cumbres de Saltillo, invitándome a participar, ahí en el colegio, en un “Foro de Debate Salud y Fe”. La Encíclica Fides et ratio, emitida por S.S. Juan Pablo II, continuaba causando polémica en los medios intelectuales, y algunas personas no creyentes intentaban “desmitificar” (en palabras de uno de ellos) tal documento pontificio. El padre Arturo buscaba tender puentes de diálogo y mostrar la profundidad y solidez de nuestra fe. Fue entonces que conocí de qué madera estaba hecho este sacerdote. Y me agradó que no solamente había sido forjado por Dios de madera fina y firme, sino que esa madera suya formaba parte de un árbol: el árbol de su propia persona. ¡Qué bien se cumplían en él aquellas palabras de nuestro Señor Jesucristo de que el Reino de los cielos es semejante a una pequeña semilla de mostaza que crece hasta formar un árbol frondoso en el que anidan los pájaros!

Y mira amiga, amigo, que lees este prólogo, qué cantidad de aves recibieron albergue vital en esas frondas generosas: me refiero a las obras inusitadas que surgían de la iniciativa del padre Arturo. Digo inusitadas porque al menos yo no había visto nada parecido. He aquí que se le vino a ocurrir dentro de su misión apostólica en Saltillo adecuar la predicación del Reino de Cristo a los tiempos y costumbres del mundo actual. Era lograr la difícil combinación de un aggiornamento con una inculturación. Diré en seguida qué hizo el padre Arturo para conseguir esta hazaña apostólica.

La juventud y los padres de familia con quienes el padre tenía contacto en su mundo académico y sacerdotal vivían en medio de un mundo que, encarémoslo, ha echado a Dios por la ventana. Mundo dado al placer, al tener, al poder, con Dios al margen. Pues allí estaba el flanco por donde Dios iluminó al Padre Arturo para llegar al abordaje y diseminar la Palabra del Reino.

Y vino a suceder que fundó una serie de pláticas con los padres de familia del colegio, a las que llamó: Beer and faith. Así, tomando una cerveza, el padre les explicaba en un formato de debate muy participativo las entrañables cosas de Jesucristo, y lo hizo con tanto éxito, que sus públicos nunca salieron embriagados por el alcohol, pero sí por la Palabra de Cristo que, a través del padre Arturo, llegaba a sus corazones.

Ahora el padre Arturo nos presenta esta obra. Veo que en ella despliega, sin pretenderlo, una verdadera hagiografía, revelando los rasgos espirituales que dieron fundamento al alma de las mujeres y los hombres elevados a la santidad por la Iglesia. Mas para ir recorriendo la esencia de cada una de esas almas que figuran en el Catálogo de los Santos, el padre Arturo se vale de un recurso muy peculiar con patente de su inventiva: el de hacer una “pregunta descarada”, valiente, de esas que van dirigidas a la yugular y que, de no ser contestadas, arrancan el pedazo y matan. Porque en esas dudas de trascendencia vital nos jugamos nuestro destino eterno. Pero en este libro sucede que la pregunta no mata, sino que, al contrario, ¡da vida!

¿Realmente existe Dios?, ¿es la fe un acto irracional y fanático?, ¿para qué la Iglesia?, ¿por qué los católicos dedican tanto tiempo a la oración?, Jesús de Nazaret: ¿quién eres?...

El autor hace que estos y otros muchos cuestionamientos, así de arduos, encuentren respuesta a través de santos que supieron contestarlos con su vida misma, vida fecunda de espiritualidad que aquí relata el padre en amena y precisa síntesis.

Así, Tras la Noticia… se convierte en un verdadero compendio de vidas ejemplares de santas y santos, y marca un hito en la bibliografía religiosa, cultural e histórica de nuestro tiempo.

Estamos ante un libro distinto, ameno, admirable, porque el autor es un sacerdote que, además de su ministerio, de tener sus manos consagradas para consumar el inmenso, intenso portento de la Eucaristía, tiene sus manos también habilitadas para utilizar una Olivetti (si es que en esto sigue los pasos del protagonista del libro…).

Yo sé, a través de mi experiencia de médico escritor, de los riesgos que entraña el hecho de enfrentar la opinión de la gente publicando un libro. Pero tras leer ésta, su obra Tras la Noticia…, sé también que el padre saldrá no sólo airoso de su lance literario, sino bendecido por Dios por haber difundido a través de estas páginas, y de manera tan magistral, el Reino de Cristo.

Dr. Jorge Fuentes Aguirre

En la festividad de Nuestra Señora del Carmen

Saltillo, Coahuila, México, julio de 2018.

Tras la Noticia...

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