Читать книгу El Criterio - Balmes Jaime Luciano - Страница 16
CAPÍTULO V
§ I
ОглавлениеNecesidad del testimonio de los sentidos, y los diferentes modos con que nos proporcionan el conocimiento de las cosas
Asentados los principios y reglas que deben guiarnos en las cuestiones de posibilidad, pasemos ahora á las de existencia, que ofrecen un campo mas vasto, y mas útiles y frecuentes aplicaciones.
De la existencia ó no existencia de un ser, ó bien de que una cosa es ó no es, podemos cerciorarnos de dos maneras: por nosotros mismos, ó por medio de otros.
El conocimiento de la existencia de las cosas que es adquirido por nosotros mismos, sin intervencion ajena, proviene de los sentidos mediata ó inmediatamente: ó ellos nos presentan el objeto, ó de las impresiones que los mismos nos causan pasa el entendimiento á inferir la existencia de lo que no se hace sensible ó no lo es. La vista me informa inmediatamente de la existencia de un edificio que tengo presente; pero un trozo de coluna, algunos restos de un pavimento, una inscripcion ú otras señales, me hacen conocer que en tal ó cual lugar existió un templo romano. En ambos casos debo á los sentidos la noticia; pero en el primero inmediata, en el segundo mediatamente.
Quien careciese de los sentidos tampoco llegaria á conocer la existencia de los seres espirituales; pues adormecido el entendimiento no pudiera adquirir esta noticia, ni por la razon, ni por la fe, á no ser que Dios le favoreciera por medios extraordinarios, de que ahora no se trata.
A la distincion arriba explicada en nada obstan los sistemas que pueden adoptarse sobre el orígen de las ideas; ora se las suponga adquiridas, ora innatas, ora vengan de los sentidos, ora sean tan solo excitadas por ellos, lo cierto es que nada sabemos, nada pensamos, si los sentidos no han estado en accion. Ademas, hasta les dejaremos á los ideólogos la facultad de imaginar lo que bien les pareciere sobre las funciones intelectuales de un hombre que careciese de todos los sentidos; sin riesgo podemos otorgarles tamaña latitud; supuesto que nadie aclarará jamas lo que en ello habria de verdad; ya que el paciente no seria capaz de comunicar lo que le pasa, ni por palabras ni por señas. Finalmente aquí se trata de hombres dotados de sentidos, y la experiencia enseña que esos hombres conocen, ó lo que sienten, ó por lo que sienten.