Читать книгу El Criterio - Balmes Jaime Luciano - Страница 27
CAPÍTULO VI
§ V
ОглавлениеUn ejemplo
Es de noche y veo que en la cima de una montaña se enciende un fuego; á poco rato de arder, noto que en la montaña opuesta asoma una luz; brilla por breve tiempo y desaparece. Esta ha salido despues de encendido el fuego en la parte opuesta; pero de aquí no puedo inferir que haya entre los dos hechos relacion alguna. Al dia siguiente, veo otra vez que se enciende el fuego en el mismo lugar, y que del mismo modo se presenta la luz. La coincidencia en que ayer no me habia parado siquiera, ya me llama la atencion hoy: pero esto podrá ser una casualidad, y no pienso mas en ello. Al otro dia acontece lo mismo; crece la sospecha de que no sea una señal convenida. Durante un mes se verifica lo propio; la hora es siempre la misma, pero nunca falta la aparicion de la luz á poco de arder el fuego; entónces ya no me cabe duda de que ó el un hecho es dependiente del otro, ó por lo ménos hay entre ellos alguna relacion; y ya no me falta sino averiguar en qué consiste una novedad que no acierto á comprender.
En semejantes casos el secreto para descubrir la verdad, y prevenir los juicios infundados, consiste en atender á todas las circunstancias del hecho, sin descuidar ninguna por despreciable que parezca. Así en el ejemplo anterior, supuesto que á poco de encendido el fuego se presentaba la luz, diráse á primera vista, que no es necesario pararse en la hora de la noche, y ni tampoco en si esta hora variaba ó no. Mas en la realidad estas circunstancias eran muy importantes, porque segun fuese la hora, era mas ó menos probable que se encendiese fuego y apareciese luz; y siendo siempre la misma, era mucho ménos probable que los dos hechos tuviesen relacion, que si hubiera sido variada. Un imprudente que no reparase en nada de eso, alarmaria la comarca con las pretendidas señales; no cabria ya duda de que algunos malhechores se ponen de acuerdo, se explicaria sin dificultad el robo que sucedió tal ó cual dia, se comprenderia lo que significaba un tiro que se oyó por aquella parte, y cuando la autoridad tendria aviso del malvado complot, cuando recaerian ya negras sospechas sobre familias inocentes; hé aqui que los exploradores enviados á observar de cerca el misterio, podrian volver muy bien riéndose del espanto y del espantador, y descifrando el enigma en los términos siguientes: «Muy cerca de la cima donde arde el fuego, está situada la casa de la familia A, que á la hora de acostarse aposta un vigilante en las cercanías, porque tiene noticia de que unos leñadores quieren estropear parte de bosque plantado de nuevo. El centinela siente frio, y hace muy bien en encender lumbre sin ánimo de espantar á nadie, sino es á los malandrines de segur y cuerda. Como cabalmente aquella es la hora en que suelen acostarse los comarcanos, lo hace tambien la familia B que habita en la cumbre de la montaña opuesta. Al sonar el reloj, levanta el dueño los reales de la chimenea, dice á todo el mundo: «vámonos á dormir,» y entre tanto él sale á un terrado al cual dan varias puertas, y empuja por la parte de afuera para probar si los muchachos han cerrado bien. Como el buen hombre va á recogerse, lleva en la mano el candil, y héos aquí la luz misteriosa que salia á una misma hora, y desaparecia en breve, coincidiendo con el fuego, y haciendo casi pasar por ladrones á quienes solo trataban de guardarse de ladrones.
¿Qué debia hacer en tal caso un buen pensador? Hélo aquí. A poco rato de encendido el fuego aparece la luz, y siempre á una misma hora poco mas ó ménos, lo que inclina á creer que será una señal convenida. El país está en paz, con que esto debiera de ser inteligencia de malhechores. Pero cabalmente no es probable que lo sea, porque no es regular que escojan siempre un mismo lugar y tiempo, con riesgo de ser notados y descubiertos. Ademas que la operacion seria muy larga durando un mes, y estos negocios suelen redondearse con un golpe de mano. Por aquellas inmediaciones estan las casas A y B, familias de buena reputacion que no se habrán metido á encubridores. Parece pues que ó ha de haber coincidencia puramente casual, ó que si hay seña, debe de ser sobre negocio que no teme los ojos de la justicia. La hora del suceso es precisamente la en que se recogen los vecinos de esta tierra; veamos si esto no será que algunos quehaceres obligan á los unos á encender fuego, y á los otros á sacar la luz.