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SANGRE

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El imaginario popular de Miami se nutre de vísceras. La primera víscera, la más popular, es la del corazón, esa bomba de la sangre. En Miami viven Julio Iglesias, Paulina Rubio, Alejandro Sanz, David Bisbal y un montón de famosos más. Es por eso que casi no hay programa de Corazón en el que Anne Igartiburu no diga «Miami». Le queda bien esa palabra, con esa «i» final que le estira la sonriiiiisa y le permite mostrar sus magníííficos y blanquííísimos molares.

Pero además en Miami, en el Miami que nos cuentan, corre la sangre a borbotones. Sucede así en CSI Miami, esa serie franquiciada (Las Vegas, Miami, Nueva York) en la que la policía científica se enfrenta a truculentos casos. En el capítulo donde no se ve la sangre, una luz azulada acaba haciéndola aparecer. Apenas he visto CSI Miami, pero si algo recuerdo de la franquicia de Florida es ese trajín del inspector de turno, el pelirrojo Horatio, con las gafas de sol. Todo el día poniéndoselas y quitándoselas, y así cómo vas a disparar, Horatio, si tienes una mano sujetando las gafas de sol.

Y luego está el Grand Theft Auto: Vice City, ese videojuego donde se puede matar ahora haitianos, ahora cubanos, que también tiene lugar en Miami, la ciudad del vicio.

Y Dexter, esa serie también ambientada en Miami que se anuncia con un sanguinolento logotipo. Su protagonista es un experto en sangre que trabaja como policía pero que tiene una vida secreta como asesino.

Sangre, sangre y más sangre.

Además hay varias novelas negras —de Patricia Cornwell, de Elmore Leonard...— que toman las calles de Miami como escenario para ese mortal discurrir de sangre. Y hay un par de escritores que fueron columnistas del Miami Herald y que se hicieron famosos por sus novelas negras ambientadas en Miami. Los columnistas sacaban las ideas para sus novelas de las noticias. Se ve que no les hacía falta imaginar mucho más.

Uno se llama Carl Hiaasen y es el autor de Striptease, la novela en la que se basó la película Striptease, aquella que llenó de dólares la cuenta corriente de Demi Moore y de silicona sus pechos.

La otra columnista novelista es Edna Buchanan, autora, entre otras novelas, de la exitosa Miami, It’s Murder. Si se observan las cuatro distintas cubiertas de Miami, It’s Murder que aún circulan por ahí, cuesta creer que el libro se publicara en 1994. Las cubiertas lucen unos diseños ochenteros a juego con los trajes de chaqueta de Ricardo Tubbs. En la cubierta que más me gusta (es un decir), aparece sobre fondo naranja una palmera partida en dos por una daga que gotea sangre. Entre las dos secciones de la palmera se forma un arco que simula ser el sol.

La semana anterior a mi viaje, aparece la traducción al castellano de la nueva novela de Tom Wolfe. Él, que diseccionó Nueva York en La hoguera de las vanidades, acaba de volver a abrir en canal una ciudad estadounidense con todos sus habitantes dentro. Y esa ciudad es Miami. El título del libro de Wolfe es... Bloody Miami —Miami sangriento—, así es como va a traducirse al castellano (también es un decir). El título original es Back to Blood, literalmente, «vuelta a la sangre».

Me voy a contratar un seguro médico.

!Buenas noches, Miami!

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