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LA GÉNESIS DE LOS Episodios Nacionales

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En sus Memorias de un desmemoriado (1916), Pérez Galdós –ya anciano y aquejado por la ceguera desde hacía algunos años– recordaba con cierta nostalgia y humor aquellos inicios como novelista en torno a 1870 y cómo surgió la idea de llevar a cabo las primeras novelas que compondrían los que a la postre serían de las primeras series de sus Episodios Nacionales:

A mediados del 72 […] me encuentro que, sin saber por qué sí ni por qué no, preparaba una serie de novelas históricas, breves y amenas. Hablaba yo de esto con mi amigo Albareda y, como le indicase que no sabía qué título poner a esta serie de obritas, José Luis me dijo: «Bautice usted esas obritas con el nombre de Episodios nacionales». Y cuando me preguntó en qué época pensaba iniciar la serie, brotó de mis labios, como una obsesión del pensamiento, la palabra Trafalgar (Galdós, 1968: VI, 1660).

Con estas palabras, cargadas de ambigüedad y un pretendido aire desenfadado, describía el autor de Fortunata y Jacinta la «repentina» inspiración que, como si de una epifanía se tratase, situó el inicio de estos Episodios en la famosa batalla de Trafalgar, enfrentamiento naval –acaecido en la costa gaditana el 21 de octubre de 1805– en el que se batieron las Armadas inglesas y franco-españolas y que concluyó con una dolorosa derrota para los intereses patrios. De igual modo, el escritor canario afirmaría años después –en el Epílogo al tomo X de la edición ilustrada de los Episodios Nacionales (1885)– que, tras la publicación de Trafalgar, aún no tenía concretado el camino por el que discurriría su nuevo proyecto literario:

A principios de 1873 […] fue escrita y publicada la primera de estas novelas, hallándome tan indeciso respecto al plan, desarrollo y extensión de mi trabajo, que ni aun había fijado los títulos de las novelas que debían componer la serie anunciada y prometida con más entusiasmo que reflexión. Pero el agrado con que el público recibió La Corte de Carlos IV sirvióme como luz o inspiración, surgiéndome, con el plan completo de los Episodios nacionales, el enlace de las diez obritas de que se compone (cfr. Hinterhäuser, 1963: 24).

Sin embargo, existen ciertos indicios y argumentos que vienen a poner en cuestión, por un lado, el «indeterminado» rumbo que tomarían sus Episodios y, al mismo tiempo, la pretendida «casualidad» a la que se refiere Galdós para justificar el marco histórico con el que comenzó esta opera magna.6 De este modo, tal y como señala Hinterhäuser (1963: 25), el propio protagonista de la primera serie, Gabriel Araceli, ya deja entrever al final del primer capítulo de Trafalgar cuáles serán los principales hitos sobre los que versarán los siguientes episodios relacionados con la Guerra de la Independencia: «Muchas cosas voy a contar. ¡Trafalgar, Bailén, Madrid, Zaragoza, Gerona, Arapiles!... De todo esto diré alguna cosa, si no os falta la paciencia. Mi relato no será tan bello como debiera, pero haré todo lo posible para que sea verdadero».

Así mismo, las pesquisas realizadas por Rodolfo Cardona en la Casa-Museo Pérez Galdós ofrecen algunos testimonios escritos que confirman que Galdós ya había estructurado esta primera serie antes de que se publicase su segunda novela, La Corte de Carlos IV: «entre mayo y julio de 1873, Galdós ya había concretado bien el plan de su 1.ª serie y, fuera del título del tercer episodio –el que está precisamente a punto de escribir– todos los títulos corresponden a los que conocemos» (1968: 120). El hispanista austriaco va incluso un paso más allá y sugiere, a partir de otro fragmento de este mismo capítulo inicial de Trafalgar, que el propósito inicial de Galdós era convertir también a Gabriel Araceli en el protagonista de una segunda serie, dedicada esta vez a los años del reinado de Fernando VII tras la Guerra de la Independencia:

Soy joven; el tiempo no ha pasado; tengo frente a mí los principales hechos de mi mocedad; estrecho la mano de antiguos amigos; en mi ánimo se reproducen las emociones dulces o terribles de la juventud, el ardor del triunfo, el pesar de la derrota, las grandes alegrías, así como las grandes penas, asociadas en los recuerdos como lo están en la vida. Sobre todos mis sentimientos domina uno, el que dirigió siempre mis acciones durante aquel azaroso periodo comprendido entre 1805 y 1834.

Muchos han sido los estudios e investigaciones que han intentado dilucidar este origen de los Episodios Nacionales de Galdós y la razones –tanto de índole personal como de carácter históricopolítico– que llevaron al escritor canario a tomar Trafalgar como escenario para esta primera novela. En este sentido, algunos investigadores como Yolanda Arencibia han incidido, entre otros aspectos, en la ascendencia militar de don Benito7 o el inconcluso proyecto literario Un viaje impresionante –iniciado junto a su antiguo profesor don Teófilo Martínez de Escobar mientras navegaban por primera vez hacia la Península y que contaba con un capítulo dedicado a Cádiz– como elementos que pudieron influir en Galdós y su Trafalgar (2006: 4-8). Este componente biográfico también fue esgrimido por Hinterhäuser (1963), quien incide en la honda impresión que le produjo la ciudad gaditana al joven Galdós y analiza la batalla de Trafalgar como símbolo de la decadencia de una España propia del Antiguo Régimen que vislumbraba –aún sin saberlo– su inevitable final. Sin embargo, sus planteamientos fueron rebatidos por Antonio Regalado, quien considera que el verdadero germen de Trafalgar y los Episodios Nacionales se encuentra en la mitificación de «una “gloriosa” derrota» en la que «la masa combatiente –el pueblo– se irguió de su marasmo y a prueba de valor y sacrificio restableció la continuidad con las heroicidades del pasado» (1966: 20, 22).

Estos distintos razonamientos y apreciaciones acerca de algunos de los elementos que pudieron determinar la elección de la batalla de Trafalgar como punto de partida para los Episodios nacionales no son, como vemos, excluyentes, sino más bien complementarios, y permiten conformar una imagen rica y heterogénea sobre el proceso creativo de Benito Pérez Galdós y el fin último que perseguía el escritor canario con esta novela. En este sentido, según la profesora Cantos Casenave, esta batalla naval «supuso el ocaso real y simbólico de la España tradicional […] Pero del mismo modo, Trafalgar fue también el origen de España como nación moderna. […] allí el pueblo se convertía en nación, protagonista e interesada, como dice también Galiano, en los asuntos públicos» (2004: 354).

Trafalgar

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