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Primera parte
DEFINICIÓN
Capítulo 3
La intuición según los que la han estudiado
Henri Bergson, o la intuición recuperada

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Para Bergson, una de las primeras características de la intuición es que se opone a la inteligencia, ya que esta no puede tener acceso a los secretos de las cosas y de la vida.

Pero la mejor manera de delimitar el fondo de su pensamiento consiste en concederle un breve instante la palabra, para leer una de sus sintéticas definiciones: «La intuición es la intimidad, el sentimiento de total fusión con el objeto del conocimiento, la simpatía por la que nos colocamos en el interior del objeto para coincidir con lo que, en él, es único. Sólo esta unión íntima con el objeto nos permite conocerlo a la perfección. Contrariamente a la inteligencia, cuyo destino primero es la práctica (…) y cuyos principios no se aplican a la materia, la intuición nos permite coincidir con el dato puro, con el movimiento libre y creador de la vida y la mente.

«Todo conocimiento intelectual es discriminatorio, separa un elemento de otro, un estado de otro, y la lengua – tan precisa como es– sólo aumenta esa división, que en sus límites se convierte en atomismo mental. Con todo, los estados de conciencia son fluidos, se interpenetran más de lo que se suceden, tienen una calidad inexpresable: la duración, calidad pura, progreso captado en su progresión; si, por lo tanto, se desea alcanzar la intimidad del yo – que es el objeto de la filosofía– es preciso renunciar a conocerla por el pensamiento racional, que recorta y mutila, para captarla en sus datos inmediatos por una facultad especial: la intuición».

En esta aproximación, considerada como una filosofía espiritualista, Bergson reivindica recuperar el sentido de las intuiciones, olvidar por un instante la reflexión para considerar las intuiciones básicamente como datos esenciales que pueden alimentar nuestra mente y nuestro trayecto vital. Lo que quiere decir es que la intuición, a su manera, realiza la síntesis entre la inteligencia y el instinto. En este sentido, es la expresión de la realidad viva y móvil de nuestro mundo, pero también del impulso vital que se inscribe en la duración.

Según Bergson, «(…) en el origen de toda filosofía existe una intuición por la que el filósofo “entiende” en un instante un acto simple, lo que reúne lo real y el significado de lo existente». Es lo que se denomina la intuición metafísica, que está en el origen de esa gran hipótesis, de esa concepción general del mundo que es la filosofía.

Para Bergson la intuición es, por tanto, una fuente de conocimiento inmediato, fuera de todas las presuposiciones intelectuales. A sus ojos, representa nada menos que la realidad en sí, lo absoluto. Por ello su pensamiento se considera como una filosofía espiritualista, ya que, al reivindicar la supremacía de la intuición – que Bergson define como una ciencia de la mente–, reivindica también la restauración de los valores espirituales amenazados por la intelectualización y la ciencia.

Cómo desarrollar su intuición

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