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Prólogo

Haber recibido el honor de escribir la presentación de la edición castellana de la biografía crítica de san Juan Bautista de La Salle, de Bernard Hours, es ciertamente inmerecido, aunque absolutamente emocionante. La monumental obra «Juan Bautista de La Salle. Un místico en acción», es anhelada con expectativa en América Latina y España; y es tan monumental, como lo fue la responsabilidad que asumió la Universidad de La Salle de Colombia al adquirir los derechos de traducción y distribución de la obra para su publicación en Iberoamérica. ¡Enhorabuena!

Desde los tiempos del Capítulo General de 1956 que la solicitó, pasaron no solamente muchos años, sino una pléyade de investigadores que fueron descubriendo un personaje maravilloso, de un itinerario infinitamente inspirador, hijo de su siglo, pero gestor de un proyecto universal que hoy, tres siglos y medio después, sigue generando vida, posibilidades y oportunidades en el mundo de la educación. La lista es larga y B. Hours la estudió, contrastó, catalizó y se convirtió en el insumo esencial para poder llegar a esta publicación.

Se puede afirmar que antes de 1960 la mayoría de los Hermanos y lasallistas no conocieron realmente al Fundador ni sus contextos. Leían Espíritu y virtudes, la Colección de trataditos, algo de las Meditaciones y la Guía de las Escuelas en su última edición y traducción de principios del siglo XX. Bebieron de las biografías apologéticas y hagiográficas que se publicaron con ocasión de los procesos de beatificación y canonización que, sin querer hacer mal, desdibujaron la importancia y grandeza de un hombre en su tiempo que después los investigadores nos han permitido descubrir. Se acentuó el santo, pero se desdibujó al hombre que llegó a serlo por su compromiso generoso, su pasión sin límites y su humanidad concreta, con defectos, en un tiempo lleno de avatares y circunstancias particulares.


En el año 2014 escuché por primera vez hablar sobre el proyecto asumido por el Distrito de Francia de hacer la biografía crítica. Ya entonces los Hermanos habían llegado a la conclusión de que era el momento de hacerlo. Todos tenemos deuda enorme con los numerosos investigadores sobre La Salle, muchos de ellos franceses, quienes dedicaron su vida a desentrañar la figura de Juan Bautista de La Salle y contrastarla con los archivos, los trabajos históricos que se venían haciendo sobre los tiempos de Luis XIV (el mismo de La Salle) y de la educación en esos tiempos, con las investigaciones en torno a la Escuela Francesa de Espiritualidad del siglo XVII, y otros insumos que permitieron que las distintas piezas del rompecabezas convergieran en esta obra.

Quizás merezca la pena una palabra sobre el sentido de una biografía crítica. Muy seguramente muchos de nosotros nos hemos hecho la pregunta de qué se puede agregar o qué puede decirse distinto de lo ya expresado en el inmenso acervo investigativo realizado desde finales de los años 50 y particularmente fértil de los años 60 a 80 del siglo pasado. De hecho, B. Hours reconoce todas estas fuentes, las cita, las discute, pero fundamentalmente las respeta porque son, precisamente, las que ponen los cimientos para el trabajo por él acometido. Justo es también decir que el autor es un especialista en los siglos XVII y XVIII y, de manera particular, en el papel de la Iglesia en estos años teñidos de jansenismo y el tema galicano.

Menciono algunos que tuve la posibilidad de leer, pero sé que son muchos más los autores a quienes les debemos gratitud eterna. Sin embargo —y más en los años mozos— me embelesé con numerosos Cahiers Lasalliens y otras publicaciones que daban cuenta de las investigaciones de Yves Poutet, Maurice Auguste, Jean Pungier, León M. Aroz, Léon Lauraire, Alain Houry, Jean-Louis Schneider, entre otros. Cada uno hizo contribuciones

maravillosas, tanto quienes estudiaron las fuentes directas, como los que las encontraron en los archivos de conventos y poblaciones, aquellos que examinaron las biografías de Blain, Maillefer y Bernard (bellamente publicadas recientemente por el Distrito Arlep en una edición de lujo), y quienes intentaron —con éxito innegable— biografías prolijas y muy documentadas como Saturnino Gallego en la inolvidable publicación de la BAC.

Con el Hno. León Aroz tuve alguna vez una conversación hace 20 años. Me emocioné al conocerlo y le expresé mi admiración por sus minuciosas investigaciones en los archivos de pueblos y ciudades francesas que le permitieron construir una cronología de La Salle detallada, insumo fundamental para el trabajo de B. Hours. Él, Aroz, me miró con una sonrisa socarrona y me dijo: «siéntese Hermanito. Para ser buen investigador, hay que tener cola de plomo» (me perdonan que cambie la sonora palabra, en consideración a que en el español de América no suena tan decente). Oírlo fue para mí un banquete inolvidable, un buen rato que siempre consideré como un regalo muy especial y espontáneo; era una enciclopedia. Alguna vez pude visitar sus archivos que reposan en Manhattan College, en New York: ¡impresionante! Todos estos documentos enriquecen la Biblioteca de Manhattan al lado de los archivos no menos voluminosos de otro grande en el mundo lasallista: Luke Salm.

Imposible no dejar de mencionar a otros autores que han tenido una influencia muy grande para aproximarse al pensamiento y herencia espiritual de La Salle. Hombres como los HH. Michel Sauvage y Miguel Campos, desde una perspectiva teológica, desentrañaron el sentido de sus textos, especialmente las obras de carácter espiritual como las Meditaciones y las Reglas escritas por La Salle; y Hermanos como Edgard Hengemülle, quien hizo aproximaciones desde la perspectiva didáctica y la historia de la pedagogía y como José María Valladolid, que se le midió a la rigurosa e ilustrada publicación de las Obras completas de La Salle en castellano, pero con sus aportes —que no fueron pocos— en la recuperación de la historia, la espiritualidad y su difusión en el mundo hispanoparlante.

No obstante, para los efectos de una biografía crítica, resultan esenciales los trabajos que tienen una aproximación más histórica. Sin estos precedentes investigativos no hubiera

podido ser posible la obra de B. Hours. Para dar el paso a una biografía crítica, la intención debe contemplar no solo la recuperación de la figura histórica elegida con un trasfondo particularizado, sino la identificación y exploración de un fenómeno histórico que confluye, en nuestro caso, en Juan Bautista de La Salle, para que pueda comprenderse, ampliarse y explicarse con alcances contundentes. Entonces, la biografía provocada en la recolección, comparación y análisis de elementos y datos históricos de diversas fuentes avanza como crítica, en tanto entiende e interpreta la construcción del personaje como un prisma que le permite aclarar, caracterizar y definir la naturaleza de una época y las condiciones de los fenómenos sociales que el personaje mismo experimentó.

B. Hours hace, entonces, una revisión minuciosa de los datos y la geografía, de las posibilidades históricas de que una situación particular fuera o no posible en los contextos, cronologías e interpretaciones que de ella se hicieron en las primeras biografías. Una biografía histórica, por tanto, ni es hagiografía ni mucho menos apología, que sí lo son, por razones obvias, las biografías primeras, por la necesidad de crear el relato fundacional y perfilar la identidad, y de asumir la memoria que marcaría una manera particular de ser y de educar. Su trabajo es impecable tanto cuando contradice algunos hechos e interpretaciones, especialmente de Blain, tales como la develación del «enemigo misterioso», o como en la reconstrucción del contexto del asunto del jansenismo, el galicanismo, la bula Unigenitus o los apelantes; situaciones que hacen perder «objetividad» a los primeros biógrafos, por sus pertenencias o animadversiones a estas realidades de la época, o por los objetivos implícitos o explícitos que tuvieron.

Interesante, por decir lo menos, su aproximación a los hechos de Parmenia. De alguna manera le «quita» romanticismo a las versiones expresadas por Maillefer y Blain, pero lo sitúa en los hechos más probables, de acuerdo con la cronología ya establecida, así como su contundente afirmación de que La Salle no había, de hecho, abandonado el gobierno del Instituto.

Pero, por situarlo en la historia no le quita el profundo significado que Parmenia ha tenido en la vida de los Hermanos de nuestras generaciones.

Sin embargo, más allá de la rigurosidad de su trabajo, la exactitud del uso de las fuentes y los datos objetivos, su capacidad de contrastar las investigaciones en las que se basó (de las que da fe la prolija bibliografía), nunca es posible afirmar que una biografía, aunque crítica, sea la última palabra sobre un hombre y un momento histórico. Tal como dijera Étienne Le Goff en el prefacio a una reedición de la inmortal obra de Marc Bloch: «La “facultad para aprehender lo vivo […] es la principal calidad del historiador” y no se adquiere ni se ejerce sino “por un contacto permanente con el presente”. La historia del historiador comienza por hacerse “hacia atrás”».

En otras palabras, si La Salle ha tenido la capacidad de inspirar y apasionar a tantos lasallistas, Hermanos y seglares, hombres y mujeres, durante tres siglos y medio, seguramente otras generaciones harán otras biografías críticas que les podrán ayudar a entender su tiempo y un hombre de su tiempo que generó vida y dejó huella con capacidad de germinar de nuevo.


Permítanme aquí una nota y una invitación importante. La película El señor de La Salle, sin duda una bella obra artística de difusión de la vida del Fundador, está más inspirada en una novela que en la historia. Su objetivo no es la rigurosidad de los hechos, sino una versión visual para comunicar el valor de una vida como la de Juan Bautista de La Salle. Sin embargo, ha quedado tan grabada en la mente y el corazón de los lasallistas, especialmente del mundo hispanohablante, que podemos tener la tentación de no ir a las fuentes y a la historia que dan una visión de la realidad basada en la evidencia.

La biografía de B. Hours es una construcción de la vida de un hombre en el contexto de su época, que nos acerca a la verdad histórica y a la contrastación de los hechos con los datos comprobables. La invitación es, por tanto, a abordar tanto los trabajos investigativos previos, así como esta biografía crítica que desnuda al personaje, y permite verlo en su realidad desde donde la ciencia histórica da licencia para situarlo.

Entre las tantas bendiciones que el buen Dios me ha dado, está la de haber compartido muy de cerca con el Hno. Gerard Rummery durante los últimos tres años, mientras hacíamos la tarea encomendada de la redacción de la Declaración. Gerard es también un investigador sobre La Salle, un religioso íntegro, un hombre fascinante, un scholar. En estos años, él estaba haciendo la traducción al inglés de la biografía de B. Hours. Así que, de su mano y con su pasión, fui emocionándome por el valor del trabajo de esta biografía crítica y aprender de Gerard otros datos y hechos que él mismo ha investigado. Espero que algún día él los publique o aproveche la versión inglesa para glosarlos, especialmente un trabajo (inédito) que hizo sobre el «Voto heroico». B. Hours refiere el hecho histórico tal como lo supieron los Hermanos al regreso de Gabriel Drolin de Roma, pero no ahonda en los antecedentes que tiene en la tradición sulpiciana.

En este punto, es de justicia reconocer y agradecer el trabajo extraordinario de José María Siciliani, quien se dio a la tarea de traducir el libro de Bernard Hours; me alegró mucho que le hubieran encomendado la tarea porque aquí no se trataba solamente de transvasar del francés al castellano un texto. Para hacerlo bien, hay que tener no solamente un manejo excelente de ambas lenguas, sino también un contexto y el manejo de un vocabulario que puede resultar ajeno o, incluso, impreciso para alguien que conozca bien los idiomas, pero no mucho los lenguajes eclesiales y teológicos. José María lo logró y con creces. El libro tiene una cadencia cautivadora que pareciera haber sido escrito en castellano. Un agradecimiento enorme para José María por su pasión, dedicación y profesionalismo. Sus ya excelentes aportes previos sobre la espiritualidad lasallista lo capacitaban para hacer esta tarea gigantesca.

Quiero rendir aquí un homenaje a un hombre que nos ha permitido conocer en castellano muchos textos clásicos para entender a La Salle. Y lo hago, porque sé que siempre anheló realizar la traducción de esta biografía: el Hno. Bernardo Montes. Cuando serví de mensajero para entregarle el libro en francés, le sentí el dolor de que no podría hacerla. Desgastó su vista con los años, entregándonos con generosidad mil textos que por él pudimos conocer en castellano. También a otros que nos legaron traducciones maravillosas como Edwin Arteaga y Fernando Granada, quien se le midió a la obra del Hno. Alfred Calcutt (también citado por Hours), y que tuvo que ser publicada en dos tomos para poder cubrir las mil páginas del texto.

Finalmente, va mi agradecimiento a la Universidad de La Salle, al Hno. Niky Murcia —Rector—, y al extraordinario trabajo de Ediciones Unisalle por hacer posible esta biografía, así como otros muchos libros relacionados con la vida y obra de san Juan Bautista de La Salle. No obstante, el objetivo de esta y de las demás publicaciones va mucho más allá de saciar nuestra curiosidad intelectual sobre La Salle.

Si hoy es importante publicar la biografía crítica de La Salle, es porque su conocimiento nos debe permitir acrecentar la admiración de un santo en una época, «un místico en acción» y continuar su riquísimo legado para seguir haciendo de la educación un medio para construir un mundo mejor y generar las oportunidades para el servicio educativo de los pobres y la promoción de la justicia en un presente que clama transformaciones, un nuevo humanismo, una nueva primavera, una educación para la paz, la equidad y la fraternidad universal. En pocas palabras: ser fieles al legado de La Salle.

Carlos G. Gómez Restrepo, FSC

Juan Bautista de La Salle

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