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Clorofila, la «sangre verde»

¿POR QUÉ LA CLOROFILA?

¿Cómo se explica que no se agote la provisión de alimentos de la tierra? ¿A qué se debe que siempre vuelva a llenarse el depósito de oxígeno de la atmósfera? ¿Cómo se transforma la luz solar en energía utilizable? Los científicos nos dan la respuesta en una sola palabra: «fotosíntesis».

La investigación con trazadores ha permitido conocer, entre otros grandes avances, la compleja serie de fases que conducen al desarrollo de lo verde en las plantas, porque de las plantas verdes depende la vida de nuestro planeta. A partir de la energía de una fuente externa –la más abundante posible: la luz solar–, las plantas elaboran toda clase de nutrientes a partir de moléculas sencillas, como agua y anhídrido carbónico. Y en el proceso liberan oxígeno, con lo que completan un ciclo magnífico.

El bioquímico ruso Eugene Rabinowitch estableció que las plantas verdes de la tierra combinan un total de 150.000 millones de toneladas de carbono (a partir de anhídrido carbónico) con 25.000 millones de toneladas de hidrógeno (a partir de agua), y liberan 400.000 millones de toneladas de oxígeno. Además de Rabinowitch, decenas de grandes investigadores han establecido, en los últimos dos siglos, los detalles del proceso. En 1817, los investigadores franceses P. J. Pelletier y J. B. Caventou lograron aislar por vez primera la sustancia que proporciona el color verde a las plantas, y la nombraron «clorofila», una palabra con resonancias griegas (de phylon y khlorós, «hoja verde»), pero el conocimiento con detalle de todo el proceso (como la actividad de los cloroplastos y las enzimas) no se obtendría hasta épocas más recientes, en la década de los cuarenta del siglo pasado.

Hoy en día se sabe mucho más sobre cómo las plantas convierten la energía de la luz solar en este milagro verde. Gracias a la acción catalizadora de la clorofila se separa una molécula de agua en hidrógeno y oxígeno, en un proceso conocido como «fotólisis» (también con raíces del griego y que significa «lisis por la luz»).

La fotosíntesis y la clorofila son la base de la vida

De esta forma, la energía radiante de la luz solar se convierte en energía química, porque las moléculas de hidrógeno y oxígeno contienen más energía química que la molécula de agua de la que proceden. De no ser así, se necesitaría una gran cantidad de energía (calentando el agua a temperaturas muy elevadas, por ejemplo) para separar moléculas de agua en hidrógeno. Pero la clorofila de la fotosíntesis permite llevar a cabo el proceso a temperaturas ordinarias: todo lo que se necesita es un poco de luz.

Cualquier otro método para obtener energía esencial que sea diferente de los que utilizan la luz solar a través de la clorofila no es, por ahora, satisfactorio, y ningún ser vivo mayor que una bacteria (e incluso la mayor parte de bacterias) puede hacerlo posible. Por eso la fotosíntesis y la clorofila son la base de la vida.

FOTOSÍNTESIS Y ALIMENTACIÓN

El reino animal no podría existir si los animales solo pudieran comerse unos a otros. El león que se come la gacela, o los que comen un pedazo de carne, están consumiendo una sustancia preciosa, obtenida a costa de grandes esfuerzos y mucha energía… aportada en gran parte por el reino vegetal.

Gracias a la termodinámica se sabe que en cada fase del ciclo vital se pierde algo. Ningún animal es capaz de almacenar la totalidad de carbohidratos, grasas o proteínas disponibles en los alimentos que come e, inevitablemente, una gran parte de la energía total se disipa en forma de calor no utilizable.

En cada nivel de la digestión de los alimentos se «pierde» energía química, lo cual nos muestra que si todos los animales fueran exclusivamente carnívoros, habrían desaparecido en muy pocas generaciones. Por fortuna, la mayor parte de los animales son herbívoros y pueden disfrutar del verde regalo solar de las plantas, de la hierba de los prados, de las hojas de las matas y árboles, de semillas, de toda clase de frutos. También de las algas y de microscópicas células vegetales verdes que podemos encontrar en lagos y océanos.

Dicho de otro modo, solo una reducida minoría de animales puede permitirse el lujo de ser carnívoros, o de incluir algo de carne de vez en cuando en su dieta. Además, basta con conocer las propiedades más elementales de la clorofila para tener pocas dudas de la importancia de una alimentación con mayor presencia de hortalizas y verduras, y en especial las de hoja verde, como las crucíferas en general. Humildes alimentos como el brócoli, las coles o las acelgas pueden hacer mucho más por nosotros de lo que creemos.

NUESTRA «SANGRE VERDE»

La estructura de la clorofila es muy similar a la de la hemoglobina de la sangre humana, con la diferencia de que aquella tiene un ión de magnesio, mientras que el de la sangre es de hierro. Se ha puesto de moda llamarla la «sangre verde» por este y por otros motivos, entre ellos el de llamar la atención, ya que deberíamos ser mucho más conscientes de su beneficiosa aportación nutricional.

La clorofila transporta oxígeno a las células y es un buen desintoxicante y regenerador. Así, activa el metabolismo celular, desintoxica el organismo, mejora el sistema inmunitario y la respiración, la resistencia y la capacidad regeneradora de las células. También potencia la salud y los procesos naturales de curación: estimula la formación de glóbulos rojos (es antianémica), ayuda a cicatrizar las heridas, depura la sangre, frena las infecciones, equilibra la relación ácido-base (nos ayuda a reducir la acidez) y previene la aparición de enfermedades graves, como el cáncer.

La clorofila es óptima para prevenir la enfermedad y mejorar la salud, y también puede usarse como complemento en el tratamiento de numerosos trastornos y enfermedades.

SALUD E HIGIENE NATURAL. LAS ENZIMAS

Entre sus numerosas propiedades, la clorofila ayuda a reducir el colesterol «malo» o LDL y los triglicéridos, equilibra la concentración de glucosa (es de gran importancia para los diabéticos), desintoxica, purifica la sangre, favorece la circulación y la actividad del corazón, reduce la hipertensión y ayuda a reducir los riesgos cardiovasculares. Además, es muy rica en antioxidantes.

La clorofila activa las enzimas imprescindibles (lipasa, amilasa, proteasa…) para una adecuada asimilación de nutrientes mediante su combustión, lo que permite convertirlas en energía. Recordemos que cada enzima posee una función específica en el organismo, y que entre sus funciones destacan la digestión de los alimentos que comemos y la eliminación de toxinas. Los brotes de semillas germinadas son muy ricos en clorofila y en enzimas vivas.

Los carotenos, un antioxidante presente en la clorofila, ayudan a digerir los alimentos y a evitar, entre otros trastornos, las flatulencias, el mal aliento y la pesadez estomacal. La clorofila también permite eliminar casi por completo el mal olor de heces y orina (aunque puede alterar un poco su color) y ayuda a la proliferación de bacterias benéficas en el colon. Además, estimula el buen funcionamiento de los intestinos, el hígado y los riñones, y la cicatrización y reparación de tejidos dañados. Y elimina hongos, bacterias y virus nocivos.

La clorofila tiene un gran poder antioxidante y regenerador, y estimula el buen funcionamiento intestinal

Hay que tener en cuenta que entre sus propiedades destaca su capacidad para desintoxicar el organismo, de forma sencilla, de restos de metales pesados (mercurio, cadmio, plomo, uranio…). Puede resultar tan desintoxicante que para algunas personas solamente con olerla les puede producir arcadas. Es algo que denota un grado de intoxicación personal proporcional al rechazo que provoca. En estos casos, como veremos, será conveniente comenzar a tomarla diluida en agua o junto con zumos de fruta o zanahoria, y aumentar gradualmente la concentración.

La clorofila estimula también la producción de estrógenos, por eso se dice que solo posee una única contraindicación: hay que evitar su exceso durante el embarazo o en épocas de lactancia.

ALIMENTOS CRUDOS… Y VERDES

En los últimos años se han llevado a cabo estudios exhaustivos en Estados Unidos sobre la relación entre enfermedades como el cáncer y los alimentos. Junto a otros importantes hallazgos, hoy se conoce, además de otras importantes virtudes, la fuerza antimutágena de la clorofila y sus propiedades para la prevención del cáncer. También se sabe que ayuda al buen funcionamiento de los riñones en su tarea de eliminación del exceso de líquidos y toxinas.

Hay que evitar el exceso de clorofila durante el embarazo o en épocas de lactancia

Como hemos dicho, en las mujeres estimula la producción de estrógenos, y también ayuda a prevenir y aliviar la presencia de coágulos, quistes ováricos y menstruaciones dolorosas, irregulares o demasiado abundantes.

En general, la clorofila ayuda a mantener una buena oxigenación celular y es un interesante aliado en el tratamiento de enfermedades e infecciones respiratorias. Contribuye asimismo a mejorar la absorción de calcio en el organismo y ayuda a su fijación en huesos y dientes.

Finalmente, es una ayuda adicional para curar infecciones e inflamaciones del oído interno, reducir las varices, eliminar infecciones vaginales, fortalecer las articulaciones, aumentar el rendimiento muscular y nervioso, y equilibrar el pH, entre otras virtudes rehabilitadoras.

ALIMENTOS RICOS EN CLOROFILA

Aunque todas las plantas tienen clorofila, cuanto más oscuro sea su tono de verde, mayores cantidades contiene. Entre las hortalizas y verduras más ricas en clorofila destacan:

• Acelgas.

• Alfalfa.

• Algas de mar y de lago, sobre todo las algas clorella (o chlorella, el alimento conocido más rico en clorofila) y espirulina.

• Apio.

• Berros.

• Brócoli: contiene mucha más clorofila y vitamina C que la coliflor.

• Canónigos.

• Cereales verdes, sobre todo el trigo y la cebada.

• Col.

• Coles de Bruselas.

• Coliflor.

• Espárragos verdes.

• Espinacas.

• Germinados (todas las semillas germinadas).

• Guisantes.

• Judías verdes.

• Lechuga.

• Nabos.

• Pepino.

• Perejil.

• Pimiento.

• Rábanos.

La clorofila es realmente muy eficaz en un sinfín de enfermedades, pero también como remedio preventivo, tanto para tratar desde un simple eccema hasta la curación de la piorrea de forma natural, pasando por casos de colon irritable, caries, artritis, gota, hemorroides, úlceras, mal olor corporal, hongos, resfriados, sinusitis, etcétera.

Ayuda a reforzar la memoria y, por sus propiedades antioxidantes, resulta muy útil para retrasar el proceso de envejecimiento y mejorar la calidad y apariencia de la piel.

Por eso conviene basar nuestra dieta habitual en los alimentos más ricos en clorofila, como las hortalizas y los vegetales, preferiblemente los de hoja verde, y de la agricultura ecológica. Los comeremos crudos en la medida de lo posible: con ello lograremos que nuestra mejor medicina sea lo que comemos.

Cómo curan los zumos verdes

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