Читать книгу Una Vez Abandonado - Блейк Пирс - Страница 14
CAPÍTULO OCHO
ОглавлениеCuando Riley entró en la oficina de Brent Meredith, lo encontró parado al lado de su escritorio esperándola.
“Cierra la puerta”, dijo. “Siéntate”.
Riley hizo lo que le ordenó.
Aún de pie, Meredith se quedó callado por unos momentos. Solo miró a Riley. Era un hombre grande con rasgos negros y angulares. Y él era intimidante incluso cuando estaba de buen humor.
No estaba de buen humor ahora mismo.
“Hay algo que quieres decirme, ¿agente Paige?”, preguntó.
Riley tragó grueso. Supuso que ya se había enterado de ciertas cosas que había hecho.
“Tal vez debes empezar primero”, dijo sumisamente.
Él se acercó a ella.
“Acabo de recibir dos quejas de ti de mis superiores”, dijo.
Riley se sintió muy mal. Sabía de quién Meredith estaba hablando. Las quejas vinieron del agente especial encargado Carl Walder, un hombre despreciable que ya había suspendido a Riley más de una vez por insubordinación.
Meredith gruñó: “Walder me dijo que recibió una llamada del decano de una universidad pequeña”.
“Sí, la Universidad de Byars. Pero si me das un momento para explicar...”.
Meredith le interrumpió otra vez.
“El decano dijo que entraste en su oficina e hiciste unas acusaciones ridículas”.
“Eso no fue exactamente lo que sucedió, señor”, dijo Riley.
Pero Meredith siguió.
“Walder también recibió una llamada de la representante Hazel Webber. Ella dijo que entraste a su casa y la amenazaste. Incluso le mentiste respecto a un caso inexistente. Y luego agrediste a dos miembros de su personal. Los amenazaste a punta de pistola”.
La acusación enfureció a Riley.
“Eso no fue realmente lo que sucedió, señor”.
“Entonces ¿qué sucedió?”.
“Fue la pistola del guardia”, dijo.
Tan pronto como las palabras salieron de su boca, Riley entró en cuenta...
“Eso no salió nada bien”.
“¡Estaba devolviéndosela!”, dijo.
Pero supo al instante...
“Eso no ayudó en nada”.
Cayó un largo silencio.
Meredith respiró profundamente. Finalmente dijo: “Más te vale que tengas una buena explicación para tus actos, agente Paige”.
Riley respiró profundamente.
“Señor, ha habido tres muertes sospechosas en la Universidad de Byars durante este año escolar. Supuestamente fueron suicidios, pero yo no lo creo”.
“Esta es la primera vez que he escuchado de esto”, dijo Meredith.
“Entiendo, señor. Y vine aquí para hablarte de todo esto”.
Meredith se quedó parado, esperando otra explicación.
“Una amiga de mi hija tenía una hermana en la Universidad de Byars. Lois Pennington, una estudiante de primer año. Su familia la encontró ahorcada en su garaje el domingo pasado. Su hermana no cree que fue un suicidio. Entrevisté a sus padres, y...”.
Meredith gritó tan duro que fue oído en el pasillo.
“¿Entrevistaste a sus padres?”.
“Sí, señor”, dijo Riley en voz baja.
Meredith se tomó un momento para tratar de calmarse.
“¿Tengo que decirte que este no es un caso de la UAC?”.
“No, señor”, dijo Riley.
“De hecho, según lo que sé hasta ahora, este no es un caso en absoluto”.
Riley no sabía qué decir a continuación.
“¿Qué te dijeron sus padres?”, preguntó Meredith. “¿Creen que fue suicidio?”.
“Sí”, dijo Riley en voz baja.
Ahora Meredith parecía no saber qué decir. Movió la cabeza con desaliento.
“Señor, sé cómo suena esto”, dijo Riley. “Pero el decano de Byars escondía algo. Y Hazel Webber me mintió sobre la muerte de su hija”.
“¿Cómo lo sabes?”.
“¡Solo lo sé!”.
Riley miró a Meredith con una expresión suplicante.
“Señor, después de todos estos años, seguramente sabes que mis instintos son buenos. Cuando siento algo, casi siempre tengo razón. Tienes que confiar en mí. Algo no cuadra en las muertes de estas chicas”.
“Riley, sabes que así no funcionan las cosas”.
Riley estaba sorprendida. Meredith rara vez la llamaba por su nombre, solo cuando estaba realmente preocupada por ella. Sabía que él la valoraba, apreciaba y respetaba, y ella sentía lo mismo por él.
Se recostó contra su escritorio y se encogió de hombros.
“Tal vez tienes razón, y tal vez estés equivocada”, dijo con un suspiro. “De cualquier forma, no puedo convertirlo en un caso de la UAC solo por tus instintos. Tendrían que haber más pruebas”.
Meredith la miró con una expresión de preocupación.
“Agente Paige, has pasado por muchas cosas difíciles últimamente. Estuviste en algunos casos peligrosos, y tu compañero casi fue envenenado en el último. Y ahora tienes un nuevo miembro de la familia a quien cuidar y...”.
“¿Y qué?”, preguntó Riley.
Meredith hizo una pausa y luego dijo: “Te puse de licencia hace un mes. Me pareció que creías que era una buena idea. La última vez que hablamos, incluso me pediste más tiempo. Creo que es lo mejor. Toma todo el tiempo que necesites. Necesitas más descanso”.
Riley se sentía desalentada y derrotada. Pero sabía que no tenía sentido discutir. La verdad era que Meredith estaba en lo cierto. No había forma de que él pudiera tomar este caso basándose en lo que le había dicho. Sobre todo no con un asqueroso como Walder acorralándolo.
“Lo siento, señor”, dijo. “Me iré a casa ahora”.
Se sintió terriblemente sola a lo que salió de la oficina de Meredith. Pero no estaba dispuesta a dejar de lado sus sospechas. Su corazonada era demasiado fuerte para eso. Ella sabía que tenía que hacer algo.
“Lo primero es lo primero”, pensó.
Tenía que conseguir más información. Tenía que demostrar que algo andaba mal.
Pero ¿cómo sería capaz de hacerlo sola?
*
Riley llegó a su casa media hora antes de la cena. Entró en la cocina y encontró a Gabriela preparando otra de sus deliciosas especialidades guatemaltecas, gallo en perro, un guiso picante.