Читать книгу Actores sociales, acciones colectivas y transformación social - Brayan Álvarez Valeria - Страница 13
Resultados Perspectivas para comprender las realidades sociales
ОглавлениеCada grupo social tiene un modo particular de estructurarse, de comprender la realidad social, política y cultural en la que se desenvuelve, junto a sus tipos o las formas generales en las que se constituye. Estos son factores necesarios en marcos teóricos y sistemas de conceptos con los que se pueda articular, interpretar, problematizar y explicar las comunidades humanas desde su contextualización y comprensión.
La investigación, desde la corriente social, siempre ha estado asociada al enfoque cualitativo, ese que es capaz de predecir y medir las acciones y los factores que consolidan a la sociedad, bajo la premisa y bandera del método científico, con características coherentes tales como objetividad, verificación, confiabilidad y validez como condiciones imprescindibles. Posteriormente, se empiezan a conformar otros métodos de investigación enfocados en el aspecto cualitativo, que requieren de un sujeto cognoscente influido por una cultura y unas relaciones sociales particulares. Su comprensión implica el análisis de las formas de sentir, pensar, actuar y percibir de esos sujetos (Cifuentes, 2011).
Se puede evidenciar la conformación de dos maneras de análisis social en función de la investigación: por un lado, la predominancia del racionalismo en cuanto a su poder de aplicación y extensión en una ciencia marcada por la acción humana, que solo considera el universo como tema de progreso de conocimiento (Bachelard, 1971); por otro, la comprensión y aprehensión de las cosas desde el inter-cambio social, lo que implica entender y adentrarse en el contexto del sujeto y analizar cada factor para llegar así a la percepción de lo vivido, partiendo de su esencia.
Desde esta perspectiva, la coherencia del enfoque general depende de la lógica escogida para orientar el proceso de indagación. Principalmente hay tres paradigmas para el desarrollo de la investigación social: el empírico analítico, el histórico hermenéutico y el crítico social, entendiendo además los paradigmas como una “expresión del modo que en un determinado momento tiene una comunidad científica de enfocar los problemas” (López-Noguero, 2002, p. 168), lo que da como resultado la implicación de ciertas metodologías o enfoques investigativos. Cada paradigma amerita una metodología acorde y coherente; en el caso de nuestro interés, el paradigma crítico social se caracteriza por el diálogo y la transformación, que está representada por metodologías participativas que orientan los instrumentos y procedimientos por aplicar.
Por su parte, la proyección social se relaciona directamente con el paradigma crítico social, al referirse a la elaboración de proyectos orientados a la identificación de los problemas y necesidades concretas de la comunidad con el fin de buscar soluciones, puesto que busca constituir una ciencia comprometida para describir, analizar y aplicar el conocimiento para transformar la sociedad (Fals-Borda, 2014).
De acuerdo con lo anterior, al construir metodologías participativas es preciso formularse la pregunta sobre qué se entiende por participación comunitaria, la cual se comprende como una construcción colectiva que implica la comprensión del contexto, en donde se facilita una interacción que trasciende el mecanismo de enseñanza-aprendizaje.
En este orden de ideas, la metodología que más ha conseguido comprender los procesos participativos es la de la IAP, que se constituye bajo los preceptos del pensamiento crítico, la construcción de soberanía y el empoderamiento de las comunidades, al articular la gestión, la planificación, la ejecución y la evaluación de proyectos.
El principal representante de esta metodología fue el sociólogo colombiano Orlando Fals-Borda (1999), quien definió la investigación participativa como “una vivencia necesaria para progresar en democracia, como un complejo de actitudes y valores, y como un método de trabajo que dan sentido a la praxis en el terreno” (p. 82). La IAP conforma una relación entre teoría y práctica, lo que permite un diálogo de saberes mediante el reconocimiento de la práctica social cotidiana de las comunidades, puesto que se genera una convergencia entre el saber popular y el conocimiento académico, con el fin de consolidar un conocimiento propio.
Tal planteamiento da paso a un debate interno en los métodos utilizados por las ciencias sociales; la ciencia de la sociología no escapa a este, en virtud de su naturaleza científica, que agrega sin duda una imparcialidad en sus resultados y permite que el investigador se desenvuelva con autonomía frente a ese entorno. Asimismo, admite la certificación de las acciones políticas y las herramientas empleadas ante las situaciones críticas que se puedan presentar, con la finalidad de generar nuevos pensamientos, transformaciones y aceptación del contexto o situaciones de una comunidad.
Esto enmarca el visible interés de estudiantes, académicos e intelectuales en el análisis de las condiciones de los contextos en los que se encuentran inmersas las comunidades, e involucra a la sociología como una disciplina que, mediante la capacidad creativa, espíritu crítico y reflexión activa, debe responder a las problemáticas y comprender los nuevos escenarios y categorías emergentes.
En este mismo sentido, Franco-Patiño (2012) enfatiza que la crítica de Fals-Borda se orientó en contraposición a las teorías y los métodos asumidos por las comunidades, quienes optaron por la aplicación de modelos europeos y norteamericanos como el racionalismo cartesiano y el positivismo, para la enseñanza, la investigación científica y sistematización del conocimiento científico. Incluso, su surgimiento puede ubicarse en una suerte de crisis a nivel científico respecto a las maneras de entender y desarrollar la investigación, lo que posibilitó dicha crítica por el sociólogo colombiano en la búsqueda por la resignificación de las prácticas y significaciones académicas.
Hay que tener presente que Fals Borda no niega la importancia de estos modelos, sino que analiza sus aportes insuficientes y restrictivos para entender las realidades locales, que imposibilitan la creación de un modelo reflexivo, independiente y propio, especialmente en los fenómenos que se gestan en América Latina. Es a partir de estas evidencias de las actuaciones científicas y la forma de implementarlas que se comienza a restablecer cada experiencia investigativa, y se dirige hacia una corriente más dedicada a las distintas comunidades, lo que implica mucho más que la investigación y se enfoca en las carencias, compromisos y en los saberes, no solo a nivel cognitivo, sino también pragmático, de modo que se concluya en la solución a esos determinados problemas.
De esta manera, es preciso resaltar la importancia de articular la IAP con la Universidad, puesto que se constituye tradicionalmente como institución responsable de la búsqueda de la verdad y de la difusión del conocimiento en el ámbito de la capacitación profesional, teniendo en cuenta que tal representación es aceptada y reproducida por la población en términos generales. Este principio fundacional se cumple mediante la práctica de las funciones propias de la proyección social, la docencia y la investigación.
La interacción de la proyección social con el ámbito académico por medio de la docencia se puede manifestar en el diseño de un currículo en el que esté presente la construcción de análisis y conocimientos multifocales. Con respecto a la investigación, se busca aproximar a la veracidad científica y confrontar las problemáticas con los análisis y propuestas.
Esta capacidad intelectual genera una fortaleza a nivel institucional, que permite vínculos de interrelación con el entorno y los distintos actores que puedan hacer parte del fenómeno en cuestión. De esta circunstancia surge la proyección social como consecuencia y finalidad del rol universitario, ya que el aprendizaje exige prácticas y la investigación de su contexto económico o sociocultural, pues permiten conocer, proponer y evaluar acciones.
La proyección social mediante la metodología de la IAP pretende superar la distancia entre sujeto y objeto, puesto que busca generar una relación horizontal entre el investigador y el investigado, con el propósito de fundar un aprendizaje mutuo y un reconocimiento del aporte de cada uno de los actores involucrados. Adicionalmente, procura desarrollar un compromiso con la transformación y no relegar la investigación a una mera descripción o abstracción, incluso entendiendo que dichos procesos pueden transformar tanto a las comunidades como al equipo de investigación, en cuanto se busca un involucramiento activo y real de todas las partes implicadas.