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Capítulo 7

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Derek se pasó una mano por el pelo, nervioso. Parecía tener el pelo más largo que cuando se fue. Y más suave. Se recordaba a sí misma apartándoselo de la frente, y anhelaba hacerlo de nuevo. Deseaba pulsar el botón de rebobinar para que las cosas volvieran a ser como antes, cuando todo entre ellos iba tan bien. Pero la vida no tenía un botón de rebobinar.

—Hola. —Él hundió las manos en los bolsillos de sus vaqueros.

—Hola. —El corazón le empezó a latir más rápido y le dolía más en ese momento que lo tenía delante. Intentó no fijarse en algunas cosas como los músculos de sus brazos, en lo ajustada que le quedaba la camiseta en la zona del pecho. Respiró hondo.

Aunque había parado de llover, todavía notaba el olor a lluvia en su ropa y su pelo. Pero no ocultaba el olor que reconocía como el de Derek.

Notó el teléfono en la mano y lo miró.

—Siento no haberte devuelto la llamada antes —dijo Derek, como si creyera que esa era la razón que la había llevado allí—. Tuve que apagar el teléfono cuando estuve en el hospital con Brit.

Ella asintió, sin estar completamente segura de si lo creía, notando como la emoción le subía por la garganta. Le ardían las fosas nasales, pero estaría perdida si lloraba. No, no iba a llorar en ese momento. No iba a llorar ahí.

—¿Adónde fuiste cuando te marchaste de Shadow Falls?

—Burnett me encargó un trabajo. —Dudó—. La verdad es que se supone que no puedo hablar de ello.

Eso le dolió. Sabía que lo más seguro era que estuviera diciendo la verdad, pero había habido un tiempo en que no hubiera creído posible que existieran secretos entre ellos.

Sus miradas se encontraron, y observó las motas doradas que se mezclaban con el verde de sus ojos. Vio emoción en ellos. Dolor, celos, traición, ira. Descubrió que los dos sentían lo mismo.

Durante una fracción de segundo, se dijo a sí misma que él no tenía ningún derecho a sentir esas cosas, pero nunca había sabido mentir bien, ni siquiera a sí misma. Lucas la había besado. Sentía algo por Lucas, algo confuso, pero algo. ¿Cómo podía estar tan enfadada con Derek y no aceptar que él también tenía motivos para estar enfadado?

Parpadeó. La situación se volvió más incómoda a medida que el silencio se prolongaba.

—He venido aquí a preguntarte algo… —Levantó la mano con el teléfono, pero luego la dejó caer otra vez contra su costado—. Pero de repente me he dado cuenta de que no me debes una respuesta. Lo siento, yo… —Incapaz de terminar, se dio la vuelta con la intención de irse.

El la agarró. Nada más sentir el tacto de su piel, Derek se apartó. Eso también le dolió. ¿Tocarla era tan desagradable que lo hacía retroceder?

—Preguntarme ¿qué? —Frunció el ceño—. ¿Qué te tiene tan enfadada?

—No es nada. Estoy bien. —Empezó a alejarse otra vez.

—¡Maldita sea, Kylie! —Se colocó delante de ella de un salto—. No me mientas. Soy capaz de sentirlo, ¿recuerdas? Siento todo lo que sientes multiplicado por diez. Estás muy enfadada por algo y has venido aquí para decírmelo, así que dilo.

Ella vaciló y encendió el teléfono de Della.

Él la observó.

—¿Qué estás…?

—Espera y verás. —Encontró la foto y se la mostró.

Su expresión facial pasó del enfado a… algo diferente.

—Mierda. —Se pasó una mano por la cara.

—No pasa nada —dijo Kylie—. Soy consciente de que no me debes ninguna explicación, de verdad. He reaccionado de manera exagerada. —Intentó esquivarlo, pero él la volvió a sujetar. Esta vez esperó unos segundos antes de apartarse.

—Por favor no te vayas —dijo—. Mira, esa es Ellie. Te hablé de ella cuando nos conocimos. Salí con ella durante un tiempo. Nos encontramos cuando estaba haciendo ese trabajo para Burnett. Estaba… Ellie solo estaba contenta de ver a alguien que conocía.

—Sí, se la ve feliz —dijo Kylie con cierto sarcasmo, antes de poder detenerse.

—Parece más de lo que realmente fue —contestó Derek, sin poder ocultar la culpa que destellaba en sus ojos.

—De verdad, no tienes que explicarme nada —respondió Kylie, consciente de repente de lo injusto que era pedirle explicaciones. Lo último que quería era que él le pidiera explicaciones por lo ocurrido con Lucas. Cerró el teléfono y lo metió en el bolsillo—. No tienes que…

—Sí. Sí tengo que explicártelo —la interrumpió bruscamente Derek. Inhaló una gran cantidad de aire y vaciló antes de comenzar a hablar de nuevo—. Mira, pensaba decírtelo de todas formas.

—No. No ibas a hacerlo —respondió. Aquello le parecía imposible de creer—. No es que te culpe, en realidad no estábamos saliendo. No tienes que explicarme nada.

Iba a decírtelo. No tengo otra opción.

Lo estudió, sin saber muy bien a qué se refería, y vio más culpa en sus ojos.

—Mira —dijo él—. Ellie está aquí. La he traído conmigo al campamento.

El rayo que había caído a unos metros de ella la había sorprendido menos que aquella confesión, pero se sintió muy orgullosa de sí misma por disimularlo. Aunque no tenía que disimularlo. Él lo sentía, pero eso no le impidió fingir, y si fingía lo suficiente, incluso ella misma podía llegar a creérselo.

—Vaya, eso está bien. —Se obligó a sonreír.

—Tuve que hacerlo, Kylie. Se escapó de casa y estaba viviendo en un infierno en aquella comuna. Necesitaba ayuda.

—Me alegra que la ayudaras.

—¡Dios, Kylie! Maldita sea, deja de fingir que no puedo leer tus emociones. Soy yo, joder.

—Pues deja de hacerlo. —De repente, se le hizo un nudo en la garganta. Las lágrimas amenazaban con aparecer, pero se contuvo.

—Ojalá pudiera, resolvería todos nuestros problemas. ¡Ojalá pudiera detenerlo! —Sacudió una mano en el aire, enfadado.

—¿A qué te refieres? —preguntó Kylie.

Él sacudió la cabeza y preguntó:

—Sigues sin entenderlo, ¿verdad? Estar cerca de ti es como meter el dedo en un enchufe emocional. No sé por qué. No era así al principio. Vale, te sentía más que a otras personas, pero durante el último mes eso se ha multiplicado por diez. Cuando estoy contigo, siento como si me bombardearan… como si tus emociones me atacaran. No puedo pensar con claridad, no puedo razonar. Y cuando alguien menciona el nombre de Lucas, siento tus emociones conectadas a él y… —Inhaló de nuevo—. Igual lo que sentía era incluso más de lo que tú misma sentías, pero… es que era incapaz de controlarlo. Y no solo era por Lucas. Si estabas enfadada con tu padre, notaba tu dolor y me entraban ganas de matar al idiota. No podía soportarlo más.

Ella dio un paso atrás, esperando que unos centímetros más de distancia lo ayudaran.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—Lo hice, o lo intenté. Pero no me escuchaste. Oh, joder, seguramente no lo dejé claro porque no lo entendía. Todavía no… lo entiendo. Solo sé que estar cerca de ti me vuelve loco. —Volvió a pasarse una mano por el pelo—. Esperaba que al volver todo eso hubiera cambiado.

—Y ¿no lo ha hecho?

—No —contestó Derek, negando con la cabeza.

—¿Has hablado de esto con Holiday? —Una ráfaga de brisa le revolvió el pelo, húmedo, y trajo el olor de la luz del sol, como si la tormenta hubiera terminado. Ojalá la tormenta que bullía en su interior hubiera hecho lo mismo.

—No. No quiero hacerlo…

—Pídele ayuda —lo interrumpió. Un brillante rayo de sol se abrió paso a través de las nubes bajas y la obligó a entrecerrar los ojos.

—No es eso. No quiero que intente colarse en mi cabeza para leer mis emociones. He visto cosas en las mentes de otras personas que no querían que viese. Prefiero mantener las mías en privado. Es como ver a alguien desnudo. —Esbozó una media sonrisa.

Kylie trató de responder con una sonrisa, pero no podía hacerlo. Primero, porque eso significaba que para él su orgullo era más importante que intentar resolver el problema. Y, segundo, porque no podía evitar preguntarse cuántas de esas emociones desnudas eran suyas y cuántas estaban relacionadas con Ellie.

—La verdad es que ahora somos sobre todo amigos —dijo Derek, que evidentemente había sentido sus celos.

¿Sobre todo? Se preguntaba qué quería decir uno con «sobre todo» amigos. Debió de haberla besado en uno de esos momentos que quedaban fuera del «sobre todo». Entonces, recordó el beso con Lucas, y la culpa por juzgar a Derek le recorrió el cuerpo.

Volvió a mirarlo a los ojos.

—No tienes que explicármelo.

Él la observó, y que Dios la ayudara, porque sabía que estaba diseccionando sus emociones. Percibía sus celos, seguidos del hilo de culpa, además de su creencia de estar siendo injusta con él. Y también era probable que averiguase lo que había ocurrido.

Frunció el ceño y dio un paso atrás, como si el estar demasiado cerca de ella le causara dolor.

—Así que tú y Lucas…

La amenaza de la culpa, que había tratado de mantener a raya, se convirtió en un enorme nudo en su pecho. Buscó una respuesta correcta, y al final decidió tomar prestada la suya.

—Somos sobre todo amigos.

El dolor destelló en los ojos de Derek, y Kylie supo que había comprendido exactamente lo que había querido decir. Aunque no lo había dicho con la intención de hacerle daño, lo intentó de nuevo.

—Aún sigo intentando poner las cosas en orden —le ofreció, con la esperanza de suavizar el golpe, porque, joder, sabía exactamente cómo se sentía.

Él asintió y la miró a los ojos.

—Esto me está matando. —El dolor que había en sus ojos era como el eco de sus palabras. El nudo de culpabilidad que sentía en el pecho se tensó. Las lágrimas que se había prometido no derramar asomaron por sus ojos.

—A mí también. —Parecía que se le estaban hinchando las amígdalas—. Debería irme. —Se alejó.

—Espera. ¿No se supone que tienes que tener una sombra contigo?

Por alguna razón, su pregunta le hizo recordar el rayo de luz.

—Della está cerca.

—Y escuchando. —Frunció el ceño.

—Le dije que no lo hiciera.

—Claro —dijo, con una voz cargada de cinismo.

Kylie se alejó un poco más, pero antes de poder impedirlo, preguntó:

—¿Por qué te ofreciste a ser mi sombra si te resulta tan difícil estar cerca de mí?

Él arrastró las zapatillas de deporte contra el suelo de madera del porche.

—Porque mantenerte a salvo es más importante que cualquier otra cosa. —Cogió aire—. Pero es posible que Burnett tenga razón, estoy demasiado involucrado en esto. Saber que alguien quiere hacerte daño me vuelve loco. —Bajó la vista y después, la volvió a levantar—. Además, tienes… más personas que aseguran sentirse de la misma forma. —Los celos aparecieron en su voz.

No estaba segura de cómo responder a eso, así que no lo hizo.

—Sabes que Brit, el detective, no está detrás de esto. No sé cómo pudo nadie llegar hasta él.

Kylie recordó que Lucas había acusado al detective de ser parte del problema.

—No le estoy echando la culpa, siento que haya resultado herido. ¿De verdad está bien?

—Sí —respondió Derek, asintiendo con la cabeza.

—¿Se acuerda de algo? —preguntó, deseando que todo aquello pudiera resolverse con facilidad.

—No, y eso es raro. Es como si le hubieran borrado los recuerdos. No hay mucha gente capaz de hacer eso.

—Igual es solo una conmoción cerebral.

—Eso es lo que dijo el doctor y lo que Burnett cree, pero… —Se pasó la otra mano por el pelo—. Kylie, ten cuidado. Me han contado lo que ocurrió… lo de ese Mario y su nieto. —Bajó los ojos—. Siento no haber estado ahí para ayudarte.

—Tenías que hacer lo que te había ordenado Burnett —contestó ella, aunque recordaba con claridad haberle suplicado que no se fuera.

—Hablo en serio cuando digo que tengas cuidado. Creo que esto puede ser más serio de lo que parece.

—¿En qué sentido?

Derek negó con la cabeza.

—No puedo explicarlo. Solo recuerdo estar luchando con ese vampiro renegado en Wild Life Park aquella noche y pensar que parecía diferente. Diferente de un modo inquietante.

—Yo tengo la misma sensación —confesó Kylie.

—Ten cuidado. —Estiró el brazo como si fuera a tocarla, pero lo retiró antes de entrar en contacto con ella.

—Lo haré. —Vio como se metía las manos en los bolsillos de los pantalones. Sus miradas volvieron a encontrarse, y a Kylie le costó un gran esfuerzo no insistir para que fuese a hablar con Holiday sobre cómo se sentía al percibir sus emociones con tanta magnitud. En lugar de ello, se marchó. Algo en su interior le dijo que era lo correcto.

Pero, ¿había alguien capaz de explicarle por qué hacer lo correcto dolía tanto?

***

Cuando Kylie alcanzó la linde del bosque, empezó a correr, deseando escapar del vívido dolor que sentía en el pecho al respirar. En unos pocos segundos, Della llegó a su lado.

—¿Estás bien? —Golpeaba el suelo con los pies al mismo ritmo que Kylie.

—No —respondió, y se agachó para esquivar la rama de un árbol.

—¿Adónde vamos? —preguntó Della unos minutos después, cuando Kylie tomó una dirección opuesta a la cabaña.

—Quiero correr —contestó Kylie.

—Vale. —Della se mantuvo a su lado.

Corrieron y corrieron. Cuando Kylie divisó la valla que señalaba el final de Shadow Falls, se detuvo y se dejó caer al suelo. Se abrazó las piernas con los brazos, dejó caer la frente sobre las rodillas. Sus pulmones trabajaban a pleno rendimiento, como si se alimentasen del aire del bosque, en el que aún flotaba el olor a lluvia.

Della, que ni siquiera jadeaba, se sentó a su lado. Los ruidos del bosque las envolvieron: un pájaro que volaba entre los árboles, alguna criatura desconocida que se arrastraba bajo un arbusto no muy lejos de allí. Pero sobre todo, Kylie escuchaba el latido acelerado de su corazón, que retumbaba en sus oídos.

—Tu corazón sigue acelerado —dijo Della.

—Lo sé. —Kylie mantuvo la cabeza apoyada contra sus rodillas.

—Ha dicho la verdad.

Kylie supo que Della hablaba de Derek.

—Lo sé.

—He intentado no escucharos, pero era imposible. Pensé en alejarme más, pero no habría cumplido con mis obligaciones de sombra.

Kylie levantó la cabeza. Dirigió la mirada hacia la valla y se dio cuenta de dónde se encontraban. Tras la valla de alambre estaban las huellas de dinosaurio. Y el arroyo donde Lucas la había besado. Se permitió pensar en eso un segundo, porque pensar en Derek le hacía daño.

Miró de nuevo a Della.

—Escuchas mis conversaciones privadas, pero no cuentas nada sobre ti.

—Contar ¿qué? —La voz de Della sonó confundida.

Kylie arqueó una ceja.

—¿Qué ocurrió cuando estuviste en casa? Sé que antes nos has mentido, y Miranda también lo sabe.

—Ah, eso. —Arrancó una larga hoja de hierba y empezó a atársela alrededor del dedo.

Kylie ya pensaba que no iba a contestar cuando Della dijo:

—Fui a ver a Lee.

Kylie siempre había sospechado que Della no había dejado de preocuparse por su ex novio, pero le sorprendió que lo admitiera.

—¿Y?

—Está prácticamente prometido con otra chica. Sus padres lo están presionando para que lo haga oficial, a ellos les gusta ella. —El dolor que había en la voz de Della era el mismo que el dolor que Kylie sentía por Derek.

Kylie se abrazó con fuerza las rodillas.

—Lo siento mucho.

—No lo sientas —dijo Della—. Es lo mejor. Él nunca habría aceptado que soy un vampiro.

—Eso no significa que no te haga daño. —Y vaya si Kylie sabía eso por experiencia propia.

Della vaciló.

—Ella es cien por cien asiática. No es mestiza como yo.

—¿Lee te dijo eso? —Ese chico no le gustaba nada a Kylie.

—No exactamente. Dijo que sus padres lo habían presionado para que saliera con ella, y sé que yo no les gustaba porque soy medio blanca.

—Tienes que seguir adelante —respondió Kylie—. Ya lo he hecho. —Della dejó caer la hoja al suelo.

Era mentira, pero Kylie no creía que recordárselo la ayudase. Kylie se echó hacia atrás y levantó la vista en dirección a los árboles. La humedad de la lluvia que había caído hacía un rato impregnaba su ropa, pero no le importaba. Agradecía un poco de frío en medio del calor de Texas. Un arrendajo azul revoloteó de la rama de un árbol a otra. Las emociones de Kylie parecían hacer lo mismo que ese pájaro.

Lo estudió, tan feliz, tan inocente, tan sin problemas. Della suspiró de forma exagerada, como si siguiera pensando en Lee.

—A Steve le gustas —dijo Kylie.

—No, no le gusto.

—Sí, sí le gustas —Kylie miró a Della—. Hoy lo he visto mirándote en el comedor. Deberías lanzarte.

—Si de verdad le gusto, ya lo hará él.

—No me refiero a que te lances sobre él, solo digo que seas amable, que dejes que se acerque más a ti.

—Yo dejo que la gente se acerque a mí —dijo Della.

Tanto como una serpiente de cascabel, pensó Kylie.

Della cogió otra hoja de hierba y se tumbó al lado de Kylie. Sus hombros casi se tocaban.

—No es fácil.

—Créeme —dijo Kylie—. Lo sé.

Estuvieron tumbadas sobre la tierra húmeda durante varios minutos, sin hablar. El sol se filtraba a través de las copas de los árboles y proyectaba sombras doradas a lo largo del bosque. A través de las hojas, Kylie vio el cielo pintado con un colorido despliegue de nubes que parecían de tormenta. Su mente dio vueltas y vueltas hasta que de alguna manera se detuvo de nuevo en Derek.

—No puedo creer que se haya traído a Ellie al campamento. —La idea de tener que ver a Derek con Ellie hizo que se le encogiera el pecho.

—Sí, eso va a ser duro. Quiero decir que, si tuviera que ver a Lee con su novia, terminaría por matar a alguien.

—No, no lo harías. —Kylie se incorporó, se echó el pelo sobre un hombro y se deshizo de unas cuantas ramitas que se le habían quedado—. Harías exactamente lo mismo que voy a hacer yo.

—¿Qué? —Della también se incorporó.

—Fingir. Fingir que no duele mientras deseas con todo el alma que llegue el día en que ya no lo haga.

—No. Prefiero matar a alguien. —Della se levantó y se quitó las hojas de césped húmedas que tenía en la espalda. Entonces, bajó la mirada hacia Kylie—. ¿Esto significa que vas a darle una oportunidad de verdad a Lucas?

Kylie se levantó y se limpió los pantalones de hierba.

—Puede que sí. Si él también quiere.

—¿Si? ¿No has visto cómo se ha enfadado con Burnett porque no le ha dejado ser tu sombra? Lo tienes loco. Vale, estás herida por lo de Derek y todo eso, pero no se merece que estés dolida por su culpa. Con Lucas tienes una oportunidad. Aprovéchala.

Kylie dudó si decírselo, pero al final lo soltó.

—Fredericka ha dicho algo así como que su manada no quiere que estemos juntos.

—No escuches nada de lo que diga esa zorra. Diría cualquier cosa con tal de interponerse entre Lucas y tú.

Kylie asintió; sabía que Della tenía razón. Al menos, esperaba que así fuera.

El pájaro que revoloteaba entre los árboles empezó a cantar. Kylie lo buscó con la mirada y se preguntó si aquello era un rito de emparejamiento. ¿Se enamoraban los pájaros? La verdad es que el pájaro parecía estar horriblemente solo en aquel árbol, casi tan solo como lo estaba ella.

—Vamos a hacer un trato —dijo Della—. Tú le das a Lucas una oportunidad, y yo se la doy a Steve.

Kylie sonrió.

—¿Estás preocupada por mí o es que solo necesitas una excusa para ir detrás de ese cambiaformas tan guapo?

—Igual las dos cosas. —Della también sonrió—. ¿Trato hecho?

Kylie consideró la propuesta. Se dijo que tenía que dejar de aferrarse al pasado, que tenía que dejar de intentar arreglar algo que no parecía que tuviera arreglo, que tenía que abrirse a otras posibilidades.

—Sí.

Della empezó a caminar. Kylie había dado solo un paso cuando el frío la abrazó. Se dio la vuelta y vio que el espíritu de la mujer sin nombre se materializaba entre la luz del sol.

La mujer miró a Kylie a los ojos.

¿Lo sabes?

—Saber ¿qué? —preguntó Kylie.

Della se giró.

—¿Qué? —Observó a Kylie durante un segundo y dijo—: Mierda. Otra vez no. —Dio un paso atrás—. No me voy a volver loca. No voy a hacerlo. De verdad, no me voy a volver loca.

Kylie silenció a Della con la palma de la mano y miró al espíritu mientras se acercaba.

—¿Sabes qué soy? —La mujer sin nombre habló en voz baja, en un susurro que se colaba entre los árboles. El arrendajo azul cantó con más fuerza.

—No —respondió Kylie—. No lo sé. —Entonces, el pájaro lanzó un gorjeo extraño, cayó del árbol y aterrizó sin vida a los pies del espíritu.

Atrapada al atardecer

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